martes, 15 de diciembre de 2009

Mi última noche en París

Esta es mi última noche en París.
Tengo muchas ganas de volver a casa. Pero tengo también esa sensación extraña, esa especie de vacío en el estómago, ese nerviosismo inexplicable de cuando cierras una etapa, y dejas algo atrás.
Cuando tome la decisión de venirme lo hice con mucha ilusión, con mucha esperanza, con muchas ganas de divertirme, de ver cosas diferentes, de quizás, quién sabe, quedarme, si el trabajo me gustaba, si surgía una buena oportunidad, si sentía que esto podía ser la vida que quería vivir.
No quiero quedarme y aun así la experiencia ha sido más que positiva, porque me he conocido mucho más a mí misma, porque sé que podría trabajar aquí si quisiera, porque ahora tengo la certeza de que tengo la capacidad y que incluso podría llegar a divertirme y a disfrutarlo.
Pero si he decidido no quedarme es, entre otras cosas, porque soy mucho más consciente de dónde quiero estar y sobretodo de con quién quiero estar. Porque soy menos ambiciosa de lo que creía. Porque el trabajo es muy importante para mí, pero hay otras muchas cosas importantes para mí. Porque me gusta mi vida: mis amigos, mi familia, mi trabajo, mi casa, mis planes. Porque soy feliz con todo lo que tengo y quiero seguir siéndolo con lo que está por llegar. Porque la vida puede ser marvaillosa y yo quiero continuar exprimiéndola.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Aquella vez que el móvil se me ahogó en una tormenta

Que amo la lluvia no es ningún secreto. París este otoño está siendo bastante seco. Pero desde que llegué el lunes pasado están arreciando algunas tormentas, y hoy, ha sido un día bastante lluvioso. Además de lluvioso, ha sido un día oscuro -parece mentira, los días nublados en esta ciudad parece que no se hace de día- ventoso y helado. Pasear por la calle no era lo más apetecible del mundo. Aun así, al salir de la oficina, seis y media de la tarde, noche cerrada, he caminado hacia el metro más despacito que de costumbre, sólo porque deseaba sentir las gotas de lluvia en la cara y en el pelo.
Iba con el móvil en la mano, escribiendo mensajes y al ver la pantalla llena de salpicaduras de agua, me he acordado de aquella vez que el móvil se me ahogó en una noche de tormenta: un poco por culpa de un hombre, un poco por mi tonterías de niña.
En esa época yo vivía en Holanda. Fui a pasar una semana de vacaciones a Madrid, en un gris y mojado mes de noviembre. Salí todos los días, vi a todo el mundo, y no desperdicié ni un segundo, ni una cita. Aquel otoño estaba encaprichadísima de él, precisamente después de un verano increíble en el que me dejé querer y precisamente después de que él me dejara, con el corazón roto y la cabeza hecha un lío, aludiendo que lo nuestro había sido una historia pasajera, una historia de verano, y nada más.
Yo no lo entendí, lloré y pataleé y analicé la situación desde todos los puntos de vista: por qué me dió falsas esperanzas, por qué me dijo te quiero, por qué me dejó llorar en un restaurante como a una mojigata paleta...
No encontré la solución. Dejamos de hablar, unas semanas, o unos meses, ya no me acuerdo. Yo dolida por su abandono. Él dolido por mi distancia. Y aquella semana en Madrid, le asedié, le intenté cortejar, quise conseguir que me diese lo que él no estaba dispuesto a darme. Y la última noche antes de volverme a Haarlem, quedamos en un bar que nos encantaba, y que ya no existe, tarde, y si no recuerdo mal, en domingo. Cuando llegué estaba con un amigo. Y ambos tonteaban con dos pivones que también habían caído por el bar, a unas horas ya demenciales, en una noche más que gris, y tormentosa, era una noche desagradable. La noche no estuvo ni bien ni mal. Él estuvo un poco cortante. Y nada cariñoso. Y no quiso acompañarme al coche. Y se quedo con la morena del bar. Y yo salí del bar hecha una furia, bajo el diluvio, con el móvil en la mano para enviarle un sms furioso como yo. Pero bajo aquel aguacero el móvil se estropeó. No pude mandarle el sms -creo- y esa noche casi no dormí. Quizás él sabía que la vida es muy larga y empezó en ese momento a enseñarme alguna de las cosas que me ha enseñado. Quizás yo era tan inmadura que no merecía nada más que aquello para empezar a espabilar.

viernes, 13 de noviembre de 2009

cuando éramos más jóvenes

Hay veces que el tiempo no pasa. En la ultima media hora creo que he mirado el reloj 50 veces, pero las 18h no terminan de llegar nunca: los viernes por la tarde son especialmente duros para mi, echo de menos mis tardes de los viernes en España, que salgo a las 14h de la oficina y que es un día siempre maravilloso haga lo que haga: ir a comer a casa de mi madre, echar una reconfortante siesta, ir a hacerme la pedicura, darme un masaje, ir de compras, quedar con una amiga para un café o con mi hermana para unas cerves.
Aquí trabajo los viernes por la tarde y se me hacen largos y tediosos: si encima son como hoy, que estoy esperando una propuesta de agencia que tenemos que ver con urgencia, los viernes por la tarde ya se vuelven insoportables.
Mi amiga Paula ha venido a visitarme y debe estar tomando un café y haciendo tiempo cerca de Montparnasse mientras llego. Menuda mala suerte. Recuerdo una vez, cuando teníamos unos 20 años que vino a verme a Madrid desde Zaragoza, y yo, que tenia carnet y coche hacia muy poco tiempo, me quede tirada con el coche en plena M30 y era la primera vez que usaba la M30, pensaba ir a buscarla a la estación de tren de Chamartin: no pude ir a recogerla, obviamente, y mande a mi novio al que no conocía, o tal vez se habían visto una vez a por ella. Como todos éramos más jóvenes, y la vida era dura, distinta y feliz, no solo no paso nada, si no que tenemos medio millón de anécdotas de aquel fin de semana y el coche, que nos dejo tiradas después en plena glorieta de Atocha volviendo de marcha, y que empotre en el garaje esa misma noche, no contra una si no contra dos columnas.
Hoy no tengo a nadie a quien enviar a recogerla, ni siquiera tengo coche, y ya se, de antemano, que no vamos a tener las mismas aventuras que recordar dentro de 10 años, pero, si hay cosas que echo de menos de cuando éramos mas jóvenes, al menos puedo decir que no tengo que echarla de menos a ella porque las dos seguimos al pie del cañón.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Maravillosos olores del invierno


Hoy al salir del metro las calles de mi barrio me han olido a una mezcla de chimenea y castañas...maravillosos olores del invierno. Maravillosos olores con recuerdos de Navidad.
¿Chimeneas en medio de París? me he preguntado extrañada...luego me he dado cuenta que yo tengo dos chimeneas en el salón, quién me dice a mí que no haya vecinos que aun usen las suyas, aunque en mi piso de alquiler estén clausuradas y aunque yo me muriese de miedo de encender una chimenea en el salón de un piso, pero eso es porque yo soy bastante miedosa con el fuego.
Me ha encantado, y he ido andando muy muy despacito el tramo que separa la boca de metro de mi portal para disfrutar de ese olor un poco más de tiempo...
Me han dado tantas, pero tantas ganas de estar en casa, abrazarme bajo una manta en el sofá y oler las chimeneas de los vecinos...

domingo, 8 de noviembre de 2009

Espinacas y mandarinas

Todo el mundo a mi alrededor me dice lo súper-importante es que me alimente bien ahora que soy un huevo kinder, para que me salga sana y hermosa la sorpresa. Debo decir que tengo la grandísima suerte de que a mí, de comer, me gusta todo. Así que pasados los tres primeros meses de vómitos en los que daba lo mismo que me intentase comer una manzana que un bocadillo de patatas fritas, porque me duraba lo mismo en el estómago, el último mes y medio me estoy atiborrando a verduras y frutas. Concretamente a espinacas, piña y mandarinas.
En el comedor de empresa siempre hay tres o cuatro platos preparados, carne y pescado a la plancha, y lo que más me interesa, varias guarniciones de las que te pueden poner una o varias al lado del plato que decidas tomar ese día. Además hay un bufete de ensaladas y otro de postres.
Invariablemente de que el plato sea pollo al horno, cuscús, filete a la plancha o lasaña, casi todos los días hay espinadas de guarnición. Y a mí me gustan mucho, y me sientan estupendamente, así que…por lo menos tres días a la semana me las termino pidiendo después de mirar con mala cara la menestra –cómo es posible que me gusten tanto esas verduras por separado y tan poco en conjunto- y tengo al cocinero maravillado cuando hago combinaciones como espaguetis con salsa de tomate y … espinacas por encima: buenísimos, ejjeejje.
La piña y el melón los tienen pelados entre los postres así que la piña suele terminar en mi bandeja. Y todos los días me llevo fruta para la merienda pero, claro, no es nada fácil pelar y comerse una pera de agua enfrente del ordenador si quieres evitar la piel, así que las opciones se me suelen reducir a plátano o mandarinas y casi casi siempre triunfan las mandarinas.
He leído en algún sitio que los bebés a partir del cuarto mes, o un poco antes, ya saborean lo que se come su madre y que podría influir en sus gustos posteriores: como para el mío salga diciendo que no le gusta el verde.

viernes, 30 de octubre de 2009

Vestida de embarazada

Me costo mucho decidirme, y mira que mi madre no dejaba de insistirme – y las madres son muchas cosas, pero suelen tener cierta experiencia útil en estos casos-. A pesar de que la tripa se me notaba ya y de que mi ropa ya no me entraba, en especial las camisas –desde agosto me explotan los botones de todo aquello que resalto mi talle antes del verano- y los pantalones –que misteriosamente se me habían quedado grandes en la zona de los muslos y pequeños en la zona de la cintura, supongo que fruto de casi tres meses de vómitos continuos- me estaba resistiendo ferozmente a entrar a una tienda de premamá: porque la ropa de premamá me horroriza y no quería gastarme el dinero en algo que me horroriza; porque hubiese querido ser una de esas embarazadas modernas con su propia ropa y la barriguita ideal asomando; porque me daba pereza probarme…
Pero al final no tuve mas que resignarme y, arrastrada por el entusiasmo de mi madre, entramos en Prenatal, de donde salimos espantadas –¿acaso las embrazadas son monjas Clarisas?- y probamos suerte en Zara donde me compre una camisa muy mona y nada mas porque mas embarazadas de zara son claramente mas delgadas que yo en origen y a mi esos pantalones no me entraban-. En H&M me hice con un par de vestidos de punto: uno beige y uno negro: mas sosos imposible, pero cómodos.
Y cuando estaba a punto de tirar la toalla, mi madre me llevo a Mamy & Baby, en Las Rozas con la excusa de comprar una faja, por si me empezaban los dolores de espalda.
Tengo que decir, que de entrada, la dependienta me atoro un poco: le preguntamos por la faja y me dijo, claramente, que me dejase de fajas, que lo que necesitaba era un sujetador de pre-mama.
Me pase algo mas de diez minutos odiándola profundamente, pero entre ella y mi madre me metieron al probador y me hicieron probarme pantalones, faldas, chaquetas, ropa interior y todo lo que se les ocurrió: mas de dos horas después salí de la tienda equipada con el kit “básicos de embarazada de hoy en día”, con un agujero en la cuenta corriente y un poco asustada de haber bajado la guardia tan fácilmente. Desde entonces ha pasado casi un mes y ahora si que no me entran mis pantalones y, bueno, he ido poco a poco: los sujetadores-mata-libido me los puse desde el principio, de hecho, salí de la tienda con uno ya puesto y mi espalda me lo agradece cada mañana. Luego empecé poco a poco con los vestidos de punto y la camisa de zara –que sospecho que no me va a entrar hasta el final del embarazo, porque ahora ya me queda bien- y desde hace un par de semanas ya me atrevo con las bragas de cuello alto. Cualquier cosa que hayáis entendido por bragas de cuello alto, será sexi y atrevida al lado de las bragas de embarazada: son horribles, pero comodísimas y abrigan muchísimo.
Así que, aunque me pese, tengo que reconocer, no solo que he entrado por el aro, si no que he metido toda mi ropa interior ideal en una caja de la que no saldrá hasta la próxima primavera: momento en el que tirare la ropa interior de embarazada-mata-pasiones a la basura.

viernes, 23 de octubre de 2009

Un sueño mortal

El sueño que tengo desde que estoy embarazada sólo puedo compararlo a ese sueno maldito que te invade después de comer un día en el que hayas llegado a la oficina de empalmada o después de una noche en blanco: de juerga, porque algún problema no te ha dejado dormir o porque estuviste bien acompañada, o acompañado.
Aunque según pasan los meses va remitiendo un poco, sigo cansándome mucho y aunque me acuesto temprano, y trato de descansar mucho, sigue habiendo días, como hoy, en los que ya me pesa la semana, porque estoy constipada y he pasado un par de malas noches, y porque tengo bastante trabajo y la semana ha sido intensa…ahora mismo, después de comer y dar un largo paseo –en el que casi muero de congelación, por cierto, que frío hace- me he sentado en el despacho y podría perfectamente cerrar los ojos y dormirse, así como estoy, sentada, con las dos manos sobre el teclado y los pies colgando.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Poner nombre

No sé si son las hormonas, el amor, la distancia o una sabia combinación de estos tres factores, pero estoy irreconocible.
Nunca me ha gustado ni que se repitan los nombres de padres a hijos, ni los nombres compuestos. Bueno, pues ahora voy y me embarazo, y ay que joderse, mira tu por donde, que uno de los nombres de varón que más me gustan es Lorenzo. El padre, ni que decir tiene, que lo ha colocado el primero de la lista. También nos gusta Bruno. Y a mí Santiago.
Al principio decidimos no hablar de los nombres hasta no conocer si era niño o niña, y así evitarnos el cincuenta por ciento del calvario, pero como en la eco de las 13 semanas no pudimos verlo, pues seguimos con la misma duda y sin nombre.
Si con los niños la cosa esta mas o menos controlada, porque la gran mayoría de los nombres comunes de varón, salvo contadas excepciones, me gustan o al menos no me disgustan, los de niñas es como elegir vestido de Nochevieja: a todos les encontramos algún problema.
Yo, la primera, porque somos tres hermanas y tenemos más que trillados todos los nombres femeninos del mercado, pero lo sorprendente es lo complicado que esta siendo para mi santo, creo que es aun peor que yo.
Yo le voy dando opciones, por ejemplo, le mando un correo y le digo:
- A mi madre le gusta Camila- y el me dice –Parker Bowles-.
O le digo por el Facebook,
-“Qué te parece Olivia?”- y él me dice, tan tranquilo – la mujer de Popeye.
El otro día estábamos en la cama, leyendo antes de dormir, cuando le dije: “No te gusta Macarena?” – y el me mira y me canta, al son de los del río: “Ayyyyyyyyyyy, Macarena.”
Parece que hemos llegado a un consenso: a los dos nos gusta Julia. Pero a la niña de mis ojos no. Y claro, cuando has conseguido el consenso con tu santo, después de tanto debate, ¿Quien tiene fuerzas para discutir con su hermana de 13 años?

lunes, 19 de octubre de 2009

Sofá, manta, queso y Gossip Girl

Este fin de semana han pasado dos cosas buenas: por fin mi santo ha podido venir a pasar un fin de semana conmigo –parecía que no iba a suceder nunca- y he podido volver a oler y comer queso sin sentir nauseas –tres meses y pico después-.
Aunque hemos alternado paseos con plan casero, porque me canso pronto y aunque en Paris ya hace oficialmente un frío invernal que no te deja casi ni pensar –y en mi lindo Nidito aun no han puesto la calefacción-, el fin de semana ha sido estupendo y no lo cambiaba por nada: sobretodo los ratos caseros en el sofá –no tan cómodo como el de casa pero sofá-, bajo la manta, viendo compulsivamente capítulos y capítulos de Gossip Girl.

miércoles, 14 de octubre de 2009

La decepcionante primera eco

Ya sé que no es lo habitual decir esto, pero, la primera ecografía fue una decepción. Después de pasar diez días aferrada a la taza del baño, con un mal cuerpo inexplicable, me pedí una semana de vacaciones de las que aun tenía pendientes en 2009 y me marche a España, donde tenía dos bodas en una semana y con la idea de aprovechar y ver a mi ginecólogo. Lo pase fatal en ambas bodas, sobretodo en la segunda porque estaba malísima, y haca muchísimo calor, pero conseguí hacerme los primeros análisis, que el ginecólogo me diera Cariban para los vómitos y pedir cita para la primera ecografía.
Tengo que decir que yo nunca, nunca, nunca, veo nada cuando una madre orgullosa me enseña una ecografía de su bebe, ni tampoco he visto gran cosa cuando el ecógrafo en las revisiones se ha entregado explicándome donde esta mi ovario derecho, el izquierdo, el útero… para mi podía ser una foto aérea del escondite de las armas de destrucción masiva en Irak: lo veía exactamente igual de claro.
El ecógrafo habitual estaba de vacaciones y la sustituta estuvo por lo menos un cuarto de hora dale que dale hasta que encontramos la bolsa. La bolsa era una cosa negra, y bueno, dentro se veía un puntito que parpadeaba muy rápido: esos eran los latidos, algo con un poco de encanto, al menos. Lo peor fue cuando, después de un buen rato, nos dijo: “os voy a mandar de urgencias al hospital” y se callo durante los siguientes cinco minutos dejándonos a los dos con cara de imbéciles.
Tras el silencio nos explico que, pese a ver solo un feto, escuchaba dos latidos y prefería que me lo viesen en urgencias. Así que para allá que nos fuimos, viernes por la tarde, con un atasco de muerte y un poco pasmados por la situación.La segunda eco fue igual de decepcionante pero más rápida, como de 30 segundos, y me dijeron que todo estaba bien, así que nos fuimos: mi santo aliviado después del susto –y recuperando poco a poco su color normal- y yo sintiéndome igual de indispuesta pero no muy embarazada, la verdad.

domingo, 4 de octubre de 2009

Cocina de superviviente

Me encanta cocinar, además de que me distrae y me relaja. Eso, en condiciones normales. Ahora, entre que me dan asco los olores y que estoy sola en París todo lo que vaya más allá de preparar una tortilla francesa o pasta con tomaté se me hace cuesta arriba. Tengo la bedita suerte de que en la empresa tenemos comedor y, siempre, todos los días, hay alguna verdura que pueda comerme, además de algo de pescado y carne a la plancha, tres platos diferentes del día, y variados y surtidos buffet de ensaladas y postres. Eso es lo que me salva porque así por la noche puedo sobrevivir con mi actual precaria cocina de superviviente. Los fines de semana que estoy sola en París se me complican un poco más, pero cada vez que voy a España me traigo latas de legumbres: sobretodo de cocido de garbanzos y de lentejas, que además de gustarme un montón me hacen un apaño estupendo cuando no tengo ganas de cocinar ni un huevo cocido y si tengo hambre como para comerme algo más contundente: porque los olores me dan asco, pero cada dos horas me vuelve a dar esa sensación de vacío en el estómago y tengo que comerme algo, aunque sea un yogur, una tostada o una pieza de fruta.
Pero lo que más estoy deseando de todo es escaparme un fin de semana a España para que mi madre me haga cocido madrileño, paella, tortilla de patata y pescaditos de todo tipo: mmmm.

sábado, 3 de octubre de 2009

Positivo en París

Los primeros síntomas fueron malestar general, cansancio, y unos dolores muy parecidos a los pre-mestruales...entre eso y el calor del mes del agosto pasé el mes con mal cuerpo. Hubiera pensado que estaba enferma de no ser por el retraso. Yo soy muy regular, desde que era adolescente, un reloj suizo, así que con una semana de retraso yo casi no tenía dudas ...pero quería esperar a hacerme la prueba en Madrid, con Loren. Y él no quería hacerse ilusiones.
Casi era la última semana de agosto cuando no pude más: busqué en Internet e imprimí las instrucciones del test de embarazo en español -porque no me imaginaba descifrándolas en francés, sola en mi salón y con cara de panoli- y me dirigí con una foto, impresa en color, de la caja del test que quería comprar a la farmacia de mi barrio. La farmaceútica me lo puso fácil y no tuvimos ni que intentar comunicarnos en mi nulo francés.
Y salió positivo, y estaba de tres semanas o más -estos test de embarazo nuevos son una maravilla, ejjejej, es una lástima no poder conservarlos de recuerdo, porque a las 24 horas de darte el resultado se les termina la mini-pila- y nos quedamos los dos mudos de la emoción, cada uno a un lado de la línea teléfonica que unía España y París en ese momento.
Y el mal cuerpo no sólo continúo si no que se acrecentó y, se sumaron nauseas, mareos y vómitos. Pasé los siguientes quince días arrástrandome hasta que conseguí escaparme a España, ir al ginecólogo y que me recetase pastillas para mitigar los vómitos: funcionan bastante, al cabo de unos diez días había logrado vomitar sólo por las mañanas y, aunque las sigo tomando, ahora sólo es cada unos pocos días.
Celebro con un humor excelente los días buenos, que no son tantos como me gustaría, pero ya estoy de tres meses y según médicos, madres y otras víctimas de los mismos síntomas, este es el momento clave para empezar a sentirme bien y olvidarme de los ascos y los ratos malísimos. Estoy cruzando los dedos de las manos y de los pies para que sea así y empezar a "disfrutar" del embarazo.
Juro que trato de entender a todas las amigas y conocidas que me dicen que esto se puede disfrutar...de momento, para mí, con mi experiencia personal, es como tratar de disfrutar de una operación a corazón abierto: simplemente, lo encuentro complicado.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Habíamos tonteado con la idea varias veces...

Habíamos tonteado con la idea varias veces: primero era muy pronto, después me ascienderon y al poco tiempo comencé el máster. Aplicamos nuestro clásico "qué consejos voy a darte yo que ni siquiera sé cuidar de mí" a la situación, y continuamos con nuestra vida. Yo cumplí 30 años, el estrés del 2008 se quedó en casi nada al lado de lo que presentaba el primer semestre de 2009. Cuando Loren no está en casa, a mí se me mueren las plantas.
Cuando yo no estoy en casa, él cena una bolsa de pistachos, una tableta de chocolate o leche con galletas.
Cuando tenemos la suerte de estar los dos al mismo tiempo en casa, nos olvidamos de colgar la ropa en el tendal, de recoger mis trajes del tinte o de comprar leche. Todas estas cosas pueden llegar a darse incluso juntas al mismo tiempo.
Pero la idea estaba ahí, y de vez en cuando hablámos de ello: por encima, sin darle importancia, como cualquier otro plan sin fecha de caducidad.
Yo me vine temporalmente a vivir a París, y después de mucho tiempo sin tener sensación de tranquilidad, pasamos juntos y solos una semana de vacaciones entre Santander y Ruiseñada. Y fue en esas vacaciones cuando por fin lo decidimos: íbamos a intentar tener un hijo.
Yo eché mis propios cálculos, teniendo en cuenta que hasta final de este año nos íbamos a ver un fin de semana al mes, y que estas cosas siempre tardan unos meses...quizás para el año que viene por estas fechas hubiéramos podido conseguirlo.
Las vacaciones fueron maravillosas, relajadas, y las disfruté muchísimo. Y reímos mucho ante la idea de tener un bebe, hicimos todo tipo de cábalas.
El 3 de agosto estaba de vuelta en un más que caluroso París.
Lo que menos pensaba en ese momento era que ya no hice el viaje de vuelta de las vacaciones sola. Ya estaba embarazada de un par de semanas.
Un test de embarazo confirmaría en correcto en francés en el salón del Nidito parisino que estaba "encinte" unas semanas después.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Paris, sin lluvia

En agosto no llovió ni una vez y en septiembre ha habido una única tormenta –bestial, pero única- una noche después de un día de bochorno total. Se por experiencias anteriores que Paris es gris, que diluvia, que el cielo puede ser tu peor enemigo, pero, desde luego, que en los meses que llevo viviendo aquí ha hecho mucho mas tiempo soleado que lluvioso.
Yo tengo ganas de que llueva, la verdad, de que se limpie el ambiente y con él un poco mi alma, mi karma, como queramos llamarlo: en Madrid celebro los días de lluvia como si fuesen mi cumpleaños, y en Paris, voy por el mismo camino. Aunque los locales me dices que espere, que espere a noviembre y sabre lo que es un invierno lluvioso: yo trato de explicarles que se muy bien lo que son meses sin ver salir el sol, que soy de Santander, que esta un poco mas arriba de Málaga y donde el clima se parece mucho mas al francés que a lo que ellos entienden por español, pero…bueno, estoy esperando lo que me depare el otoño parisino con ganas.

jueves, 24 de septiembre de 2009

¿Anoche o una noche hace diez años?

Algunas noches leo, escucho música en el ordenador, trasteo por la red y veo vídeos en youtube. Estaba viendo vídeos viejos de Mecano, porque tenía ganas de escuchar esas canciones y no las tengo en el Ipod. Me estaba riendo sola pensando en la niña de mis ojos, que, de poder verme, me hubiera dicho que si estaba ya escuchando "música de viejos", y me he topado con un vídeo de la gira que hicieron juntos Ana Torroja y Miguel Bosé con canciones de él y de Mecano, y también alguna de ella, que se llamaba "Girados".
Y girada me he quedado yo al darme cuenta que hace diez años que vi ese concierto en Sevilla, en un estadio hasta la bandera, una noche de finales de agosto o principios de septiembre, una noche que parece que perteneciera a otra vida y de la que sin embargo me acuerdo como si hubiese sido anoche mismo: el paso del tiempo tiene esa magia.
Y es tan maravilloso tener recuerdos así, tan jóvenes y tan viejos, tan lejanos y tan palpables a la vez, tan bonitos y tan cargados de fuerza.
Por si alguno quiere recordarlo conmigo...

El baño y el zulo


La primera vez que vine a Francia por cuestiones laborales hace unos 5 años ya me llamaron la atención los baños. Había estado en Francia antes: camino de Italia en un viaje del instituto; comprando botas de montar de la talla 12 años a dos duros en el Decatlón de Biarritz cuando todavía no había ese establecimiento en España. Pero mi memoria infantil y preadolescente no recuerda los baños franceses, así que fijaremos mi primer recuerdo de toilettes hace unos cinco años, cuando empecé a visitar asiduamente este país.
Los hoteles parisinos tenían separado la ducha y el lavabo de la taza del water en la mayoría de los casos. Podía ser ducha por un lado y taza y lavabo por otro; bañera y lavamanos separados de la taza; los tres elementos separados entre si, pero nunca, nunca, nunca jamás todo junto, ni la ducha con la taza.
Con el tiempo supe que esta separación de unos elementos que para nosotros en España siempre van en pack existía y continua existiendo no solo en los hoteles si no en los hogares parisinos. Mi Nidito no podía ser menos. En el hall tengo tres puertas: una da al salón, otra a la cocina, otra al baño y una cuarta al zulo.
Casi tres meses mas tarde sigo equivocándome de puerta todas las mañanas cuando me levanto: una es un animal de costumbres.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Regresando sin prisa pero sin pausa

Si, hace más de un mes que no escribo.
Si, hace más de un mes que ni siquiera me apetece escribir.
No, no voy a dejar de escribir para siempre.
No, no pasa nada malo, pero, si, pasan muchas muchas cosas.
Si, pienso tomármelo todo con más calma, incluido el blog.

El tiempo pasa volando y de los seis meses desplazada en Paris ya quedan menos de tres. Me asombra y también me alegra porque tengo ganas de volver: echo de menos a mi gente, mi casa y mi trabajo de Madrid. La experiencia, no la cambiaba, hace falta venir y probar para saber lo que quiere una y lo que no, pero visto y testado, ahora que el otoño ya ha caído sobre la capital francesa, y un gris plomizo lo inunda todo, lo tengo más claro que nunca: quiero vivir en Madrid, dedicarme a lo que me dedico, con mi equipo y no otro, pasar las tardes en mi patio, o en mi salón, ver crecer las plantas, disfrutar de la tele-basura española, organizar fiestas y barbacoas y cenar con mis chicas por lo menos una vez a la semana. Y escaparme de fin de semana sin planearlo mucho. E ir hasta el Sardinero de vez en cuando a oler el mar, salir con mis primos y reírnos hasta que nos duela todo el cuerpo.

Ya no queda nada para eso. Hasta entonces, a disfrutar lo que queda.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Gripe A

Un poco por mi trabajo, otro poco por el tiempo libre que estoy teniendo este mes y otro poco mas porque los medios están atestados he leído todo aquello que se ha publicado sobre la Gripe A en agosto y reconozco que no puedo mas. Estoy atragantada de tantas noticias de la Gripe A.
Como en el Nidito parisino no tengo ninguna tele española que ver y, me canso de SkyNews, y no entiendo las francesas, a fuerza de cambiar y cambiar, descubrí que no es que sean mas de 300 canales, es que son cerca de 500 y entre ellos hay uno que se llama TeleSur. Ayer vi un programa bastante entretenido de viajes, que se llama Destino Latinoamerica. Por lo menos cuatro veces durante los anuncios pusieron los consejos de higiene para evitar la influenza.
Me encanta el consejo que dice "evitar las aglomeraciones". Lo recuerdo cada mañana cuando cojo el metro en Pasteur atestado de gente. Y no te quiero decir nada cuando regreso por la tarde, que es todavía peor.
Ventilar la casa y que entre la luz del sol también tiene cierta gracia, con el calor tan insoportable que esta haciendo este mes de agosto en Paris –quien me iba a decir a mí que pasaría tanto calor en una ciudad como Paris, con la fama que tiene su clima lluvioso- que es imposible abrir las ventanas.
Daria lo que fuese por una piscina, aunque fuese una de esas infantiles hinchables.
Pero como no la ponga en el salón… por no tener donde chapotear, no tengo ni bañera.

domingo, 16 de agosto de 2009

Domingo caluroso de agosto en París

Por increíble que parezca en mi Nidito Parisino tengo una tele de plasma nueva - me la pusieron cuando llevaba aqui un par de semanas- con más de 300 canales. Por más increíble que pueda parecer esto, hay algo más increíble todavía: de los más de 300 canales no hay ninguno español, ni siquiera Televisión Española Internacional. Y esto no es lo peor: es que no hay un sólo canal en español. Y escasean los que son en inglés...eso sí, puedo entretenerme viendo uno de los tantos canales locales de cualaquier rincón de Francia, o alguno en árabe, japonés, italiano y hasta rumano.
Pregunté al agente de la inmobiliaria que si podían ponerme al menos TVE internacional, para ver el telediario, me dijo que tendría que pagar: como no tengo cuenta de banco francesa todo se complica así que decidí que por estar seis meses sin ver la tele en español no me iba a pasar nada.
Apenas enciendo la tele. Algún día pongo un canal de noticias de fondo, por escuchar algo, pero me enerva un poco, porque como hay tantos, me paso media hora dándole alante y atrás al mando para encontrar un canal informativo.
Hoy quería ver el mundial de atletismo, un poco por entretener esta tarde calurosisima de agosto, un poco por sentir que estoy en el mundo...he estado más de veinte minutos, canal para arriba, canal para abajo, buscando uno en el que lo estuviesen retransmitiendo y por fin lo tengo, aunque estoy algo cansada de tanto cambiar.
Después de diez días de visita familiar, hoy me he quedado sola. Para evitar encontrarme de golpe con la soledad del Nidito después de tantos días de agetreo, conversaciones, y compañía, he ido paseando hasta los Inválidos, uno de los sitios que más me gusta de la ciudad. Y me he sentado durante horas en la terraza de una cafetería enfrente de la cúpula, que con el brillo del sol parecía de oro, y me he terminado "Los confines" de Andrés Trapiello, que me ha dejado al mismo tiempo dolorida y perpleja.

viernes, 14 de agosto de 2009

Ser propietaria

Hace ya varios años que valoro la posibilidad de comprarme un piso, como todo buen joven español que se precie curtido en la cultura de que alquilar es tirar el dinero y de que no eres nadie si no tienes al menos 35 metros cuadrados en propiedad.
Al principio, no podía ni remotamente acceder al precio de una vivienda, por eso espere unos anos –3, creo- pacientemente a que salieran las listas de las VPO de las Rozas, el pueblo donde llevo unos 15 años empadronada, listas que salieron el año pasado, listas en las que por supuesto yo no figuraba como futura propietaria.
Ahora podría, quizás, pagar la hipoteca de un zulo, o de una vivienda quizás algo más digna en alguna de las provincias colindantes con Madrid. En principio, me inclino por lo primero: un zulo bien situado que en el mejor de los casos tendrá la habitación separada del salón y esto, sin duda, ya será un lujo.
Empecé a pensar en esta opción seriamente el pasado verano: comprarme un zulito en un sitio en el que en un momento dado yo pudiera vivir –por ejemplo si un día se enfada y me despacha el dueño del Nidito- y alquilarlo mientras tanto para ir pagando la hipoteca mas cómodamente. Con la crisis, decidí esperar un poco más. Y en esas estamos, la gente dice que espere más, que van a bajar, y yo me he puesto de horizonte cercano empezar a mirar, pero en serio, cuando regrese a España después de la misión parisina, esto es, diciembre.
Claro, que no podemos olvidar que necesito cambiar de coche, el mío va a dejar de funcionar cualquier día.

Cerrado por vacaciones

En mi barrio hay una boulangerie cada 5 metros, sin exagerar, además de fruterías, fromagieres, tiendas de vinos y champagnes, de foigrass y delicatessen y tiendas de chocolates, y floristerías y charcuterías y carnicerías, y algunas especializadas en pollos y aves de corral…hasta dos pescaderías. Da gusto pasear por las calles del 15e después de volver del trabajo, mirando los escaparates, viendo el bullicio de los vecinos que salen a hacer la compra de los frescos del día, normalmente con los niños, y que entre las cinco y las siete y media de la tarde se afanan en comprar baguettes calentitas, algún queso cremoso pescado fresco y carne preparada, para la cena, además de croissant y otros delicados bollos para el desayuno de la mañana siguiente.
Pero el mes de agosto, la mayor parte de estos pequeños –algunos muy pequeños- comercios están cerrados por vacaciones, también algunos de los bares lo están, y el barrio ha perdido un poco de encanto y un mucho de ritmo. Quedan algunas cositas abiertas, y, por supuesto, aguantan los supermercados y la panadería grande que tiene el Monoprix fuera, pero resulta un poco triste ir por la calle contemplando todas las persianas de los comercios cerradas a cal y canto, sin apenas movimiento de gente, mas que algunos turistas despistados que pasean con miradas curiosas y se sientan a tomar un café en alguna de las terrazas del Boulevard Pasteur.
Y yo que creía que era España la que se paralizaba en agosto –y podemos decir que cada vez menos-. La vida nunca deja de sorprenderme.

jueves, 13 de agosto de 2009

sé dos o tres cosas nada más

Aunque soy un pobre diablo

sé dos o tres cosas nada más

sé con quién no debo andar

también se guardar fidelidad

sé quien son amigos de verdad

sé bien donde están

nunca piden nada y siempre dan

Soy un corazón tendido al sol - Victor Manuel





Hoy tengo el día un poco meláncolico, he hablado con uno de mis mejores amigos de Madrid, y me he dado cuenta de lo mucho que le echo de menos. Y después también me he dado cuenta la faltan que me hacen las cenas con amigas, y saber de sus vidas y de sus cosas, hasta de las más tontas... Y al volver a casa, he estado escuchando muuuuuuchas canciones antiguas en youtube y sin querer me he topado con esta y, si, yo también sé dos o tres cosas nada más.





y todo lo que escribo al día siguiente rompería


si no fuera porque creo en ti


a pesar de todo tú me haces vivir


me haces escribir dejando el rastro de mi alma...


Porque también eso echo de menos.

martes, 11 de agosto de 2009

Guille, el hermanito de Mafalda

Ademas de adorar a Mafalda, siempre he tenido debilidad por su hermanito, Guille. Y no se muy bien por que durante años he recordado siempre el contenido de esta tira. Hoy, con el milagro de Internet, he podido recuperarla en un ratito: me encanta.

Serán cosas de la edad

Por las mañanas y aprovechando estas dos semanas de tranquilidad en la oficina –y la rara sensación que me provocan-, llego, el libro que estoy leyendo en una mano –ahora “Las cosas que no nos dijimos” de Marc Levy- , el bolso en la otra, organizo la mesa –cuando limpian siempre dejan todo fuera de lugar-enciendo el ordenador, una vaga mirada al calendario del Outlook, porque se que no tengo ninguna cita hoy, leo las cabeceras de las noticias de los periódicos nacionales –españoles, claro- y entro en Facebook, a ver que hay de nuevo entre mis pocos amigos que no están de vacaciones estos días… bueno, algunos están de vacaciones y cuelgan fotos o ponen comentarios envidiables desde las cuatro paredes del despacho.
Esta mañana he encontrado bastantes novedades –lo que me ha mejorado un poco mas si cabe el buen humor, que ya era bueno, porque he dormido de un tirón, me he despertado veinte minutos antes de que sonara el insoportable despertador, he tenido tiempo de leer un poco mientras me tomaba no uno si no dos cafés mañaneros, y me he felicitado por lo mucho que me ha gustado el comienzo del libro, por la buena elección, porque me da mucho gusto empezar una buena novela después de haber pasado el verano leyendo solo cuentos y relatos, que también me gustan pero es otra forma diferente de leer- la primera: un video del niño de tres meses y medio de unos amigos que viven en Londres, al que todavía no conozco, pero que sigo de cerca por las fotos y los videos, y que esta súper-cachondo…la segunda: fotos de una de mis amigas recientes que sale de cuentas en dos semanas, guapísima, con una enorme panza embarazada, pero delgada y guapa como nunca; y la tercera, un mensaje de una buena amiga de la universidad, que sale de cuentas en tres semanas contándome que el medico le dijo ayer que es posible que no pase de la semana que viene porque el bebe pesa ya tres y kilos y medio.
Me he reído sola pensando en la diferencia abismal que hay entre mi FB, repleto de fotos de crios, barrigas, bodas, viajes de novios y ecografías, y el de, por ejemplo, mis hermanas: fotos de fiestas locas, viajes imposibles y grupos de amigos haciendo todo tipo de cosas extravagantes.
Serán cosas de la edad.

lunes, 10 de agosto de 2009

Primera visita a Monmartre

Desde que llegue hace ya dos meses, había tenido ganas de visitar el barrio de Montmarte pero no ocasión…este fin de semana hice recuento y entre las vacaciones y dos visitas a España, una para graduarme del master y otra porque fue puente, solo he pasado en Paris cuatro fines de semana contando este y dos de ellos he tenido visita: eso explica en parte que no haya tenido tiempo de visitar el barrio mas bohemio de la ciudad, al menos el mas bohemio hace unos años.
Fuimos ayer, en familia, y es realmente cautivador. Es cierto que hubiera disfrutado mas el paseo si no hubiera estado acompañada de hordas de turistas, pero las callejuelas, las casas, las contraventanas de madera, los rincones que encuentras…todo es apetecible en Monmartre y espero poder volver a pasar alguna tarde con menos afluencia de público y disfrutarlo mas tranquila.
La plaza de Tertre es especialmente encantadora, aun abarrotada como estaba de turistas de todas las nacionalidades haciéndose retratos y caricaturas.
Aprovechamos el paseo para ver la zona del Moulin Rouge y Pigalle.
Como todos los barrios sexuales de las ciudades, me dejo un poco de mal sabor de boda, reconozco que son sitios curiosos de ver, pero siempre salgo de esos barrios con mal cuerpo, no me siento a gusto. Me pasó en su momento con el Barrio Rojo en Ámsterdam y volvió a pasarme ayer.

Nota: en la oficina pongo las tildes como puedo, pero muchas veces sencillamente no puedo.

viernes, 7 de agosto de 2009

Días de tedio

Me he leído Me Cago en Mis Viejos 1 y 2 enteritos seguidos, entre las 14.30h y las 15.30h de esta tarde, justo después de la comida, y del paseo de mas de media hora con café en una terraza que he dado en el tiempo “sobrante” del mediodía.
Antes me he visto todas las viñetas que ha publicado Borges en los últimos tres meses.
He leído mis blogs habituales, El Mundo y El País de arriba abajo. Me he intercambiado correos con las pocas personas que conozco que están trabajando estos días. Hasta FB parece estar de vacaciones.
No se mueve una mosca en el aire. No se actualiza un estado. No se comenta una jugada.
La primera semana de curro esta resultando un bodrio, larga, agónica, infumable. Este viernes ya esta cerca de entrar en el Guinness de los récords del día mas tostón de toda mi vida que pase en una oficina. Apenas hay curro, la oficina completamente vacía –en toda mi planta no creo que seamos más de cinco hoy-, sin jefes, sin compañeros, sin una triste presentación de ppt a la que meterle mano.
Entre todos mis compañeros en el exilio vacacional no se encuentra mi vecino, que esta tan aburrido como yo o más. En condiciones normales repite unas cien veces al día lo busy que está, pero esta semana se ha abstenido de decir nada parecido, y menos mal. En todo el pasillo solo estamos el y yo, separados por un muro de cristal e ignorándonos del modo más cordial que conocemos. Yo me he buscado un plan alternativo entre la media docena de supervivientes de los primeros días de agosto para almorzar, el no. Simplemente ha salido de la oficina, con chaqueta y bolsa y todo…en un momento –casi contenta- he pensado que igual no regresaba esta tarde, lo que probablemente iba a presentarme una tarde más tranquila. Pero no, ha vuelto, rondando las dos y media y ahí sigue, con la misma cara de conazo que yo: al menos fuma y puede darse un garbeo cada media hora a echarse un piti en la puerta de la empresa.
La semana que viene tiene pinta de ir a ser peor, aun se marcha mas gente. Me queda un consuelo: el vecino se marcha de vacaciones. Por lo menos.

jueves, 6 de agosto de 2009

Cosas que echo de menos vs cosas que me llevaría

Mi patio – la luz natural que tiene el salón
Cocinar para dos – las cenas de quesitos
Mi, nuestro cuarto – espacio en el armario
Mi coche - No acordarme jamás de los atascos
Las cenas con mis amigas – la tranquilidad de no conocer a nadie
Las carcajadas de la oficina – el tiempo para pensar, para trabajar un documento
A mis hermanas – echar tanto de menos a mis hermanas
Las series de la tele – el tiempo que me sobra para leer
Ir a los bares de siempre – descubrir sitios nuevos en cada paseo
El vino con limón en una terracita – el champagne en una terracita
Los pinchos – el foie
Los sms de los amigos – el teléfono en silencio
Las escapadas de fin de semana – las visitas de mis amigas
La sensación de estar en “mi” vida – la sensación de no tener que dar explicaciones

El orden de factores no altera de ninguna forma el producto

Classe

Creo que tiene que ver con la “classe”. Mi vecino -el que no me traga- pertenece al grupo de pijos de mi empresa. No había caído hasta ayer, pero, efectivamente el grupito que sale a comer, fumar, y tomar café juntos – y todo el mundo sabe que esas tres acciones son las que sellan una buena relación de amistad de oficina- son pijisimos y no se relacionan en exceso con el resto.
Me he quedado mas tranquila al darme cuenta, me he quitado un peso de encima, de hecho, porque si la diferencia es social, entonces no tengo que preguntarme si he hecho algo que le haya molestado o si piensa que soy gilipollas por alguna razón que no conozco.
Esta revelación ha coincidido con que una de las pocas personas con las que he trabado un poco mas de amistad del departamento, me ha mostrado claramente lo que pensaba de el, y bueno…digamos que hemos coincidido. Cuando le muestra por primera vez a un estrenado colega lo que opina de los demás conformantes del grupo, es cuando empieza a sentirse cómodo del todo y a sentir que la amistad se esta forjando realmente. Y son estos momentos curiosos. Empiezas a ver al otro con ojos diferentes. Y el otro ríe de manera distinta también. Asi que hoy han sido dos cosas buenas, dos.

martes, 4 de agosto de 2009

No caigo bien

No le cago bien a mi vecino de despacho. No le gusté desde el día que llegué. No sé muy por qué, porque no nos ha pasado nada, pero no le caigo bien. Y yo no lo soporto. No es que no le soporte a él, es que no soporto tener esa sensación de que le caigo mal, que me mira con un ligero desprecio, que no me deja hablar, ni explicarme, que no me aprueba.
He leído hace poco...creo que ha sido en la Crónica del desamor de Rosa Montero - ¿o no?- la importancia de aprender que es imposible caer a todo el mundo, el descanso del alma cuando se da cuenta que es algo que no puede decidir uno mismo y deja de darle importancia, y se relaja en ese aspecto.
A mí siempre me ha causado un desasosiego tremendo no caer bien, no gustarle a la gente sin motivo aparente. En los últimos tiempos parecía haber controlado bastante este tema, pero...regresa de nuevo con fuerza esa sensación cada mañana al llegar al despacho y mirarnos el uno al otro. Ni siquiera me he planteado aun si él me gusta a mí como persona, si me cae bien, o si lo apruebo.

en el aeropuerto de CDG

De todas las especies humanas que habitaban el aeropuerto Charles de Gaulle (lejísimos y llenísimo un diez de agosto cuando la mitad de los parisinos abandonan el asfalto y se dirigen en manada a la playa, o al campo, y en muchos casos lo hacen en avión) me tuvieron que venir a joder el café tres inglesas gritonas con perro incluido que merendaban te con pollo y quiche Lorraine. Aparentemente se trataba de dos hermanas cincuentonas con una sobrina adolescente. Y vinieron a sentarse en la misma mesa que yo –in-justamente cuando mas tranquila estaba con un cafelito, relajada en un sofacito, haciendo tiempo para embarcar.Y tenían las tres un tono de voz que me obligó a ponerme el Ipod para no oírlas ni un momento más.
Salí de la ofi con muchísimo tiempo porque todo el mundo me había alertado sobre el tráfico ese día-la recepcionista, mi jefa, mis dos únicos amigos españoles en la empresa-. Es cierto, encontré tráfico, pero no tardé más de 40 minutos en llegar a CDG montada en un taxi con música árabe a todo volumen, bajo el cielo encapotado de París.
Llegué con mucho tiempo y, menos mal, había un follón inarrable porque TODAS las máquinas de check-in estaban averiadas.
Cola para facturar.
Cola para pasar el control.
Y una vez dentro ojeé las tiendas, compre la cena -una sorpresa para Loren- y tomé café en un sitio agradable llamado EXKI.
Y por el camino me enamoré de unas gafas de sol y tuve que comprármelas, llevaba tiempo detrás de unas y nada terminaba de convencerme. Me escondí el resto de la tarde, retraso de hora y media includo, detrás de ellas.

lunes, 3 de agosto de 2009

Principios de agosto en París

La escapada de dos semanitas a España se ha pasado en un suspiro. Y ya estoy de vuelta, no a la rutina, porque París aun no se ha convertido en una rutina para mí, pero si a la oficina, a una oficina prácticamente vacía, porque la mayor parte de mis compañeros están de vacaciones en agosto, a una oficina sin jefes, porque también están disfrutando de sus días libres, a una oficina en la que apenas suena el teléfono y los correos llegan con cuentagotas.
Pero el primer día no ha sido tan duro como esperaba...cuesta levantarse, cuesta estar quieta en la mesa, mirando al ordenador ocho horas, cuesta volver a esforzarse por leer los correos atrasados en francés, cuesta darse cuenta que echo de menos la poca tranquilidad de mi oficina de Madrid. Cuesta darse cuenta que los meses pasan rápido, que las novedades se suceden en la empresa, que a este verano le sucederá velozmente una nueva primavera y un nuevo verano y que serán muchas las vaces que me ria, y otras tantas las que me diga sólo para mí "nada nuevo bajo el sol".
No he tenido ni ganas de escribir durante las vacaciones, pero he leído mucho, y he leído, por fin -aunque avergüence un poco decir esto- a mis 30 años a Benedetti. Ahora, precisamente este año, he descubierto yo sus cuentos. He leído Con y sin nostalgia (1977); y Buzón de tiempo (1999). Y ahora estoy leyendo la primera novela de Rosa Montero. Y me he traído un cargamento de libros de España, que me acompañen en mi Nidito Parisino este extraño mes de agosto en París.

miércoles, 15 de julio de 2009

Me voy de vacaciones

Nada hay más relajante y que produzca más euforia que la sensación que provoca estar a punto de salir de vacaciones.
Y así es como estoy yo esta mañana...entre nerviosa, agobiada preparando las últimas cosas y metiéndolas en la mochila, mirando los billetes de avión varias veces, y deseando que den las seis de la tarde para salir volando desde Charles de Gaulle: destino mi tierruca.
Sólo he podido pedirme dos semanas, pero son las dos últimas de julio, mis favoritas, es la mejor época para estar en Santander: suele hacer buen tiempo, es la semana grande, mi familia está allí...la mejor época sin duda.
Además, empiezo las vacaciones con la boda de una de mis mejores amigas de toda la vida, que no se puede empezar mejor.
Necesito desconectar tanto que he tomado la decisión de no llevarme el ordenador estas vacaciones...y voy a tratar de no conectarme mucho, para tener tiempo de leer un buen libro, de tumbarme al sol, de dormir más, de disfrutar sobretodo de mi gente y de estar plenamente en vacaciones. Así que...es posible que no escriba en dos semanas. O quizás no, porque ordenadores hay por todos lados, al igual que conexiones de wifi. Lo sabré según transcurran las vacaciones.

martes, 14 de julio de 2009

Tenía que ser así

Aunque las revisiones médicas dicen que cada vez veo peor de lejos, cuando le he visto en la T4 y pese a que nos separaban varios metros, no he tenido ninguna duda: ¡¡¡era él!!!. Un año y medio sin vernos, calculo a ojo del que ve cada vez peor y calcula más o menos, y nos hemos encontrado en el aeropuerto de Madrid, cada uno con un destino diferente pero como si no hubiera pasado el tiempo, como si nos hubiésemos saludado y hubiésemos compartido un café poniéndonos al día de nuestras cosas la semana pasada.
Generalmente echo pestes de los aeropuertos, el mismo viernes pasado estuve más tiempo del que me hubiera gustado con un vuelo de Air France retrasado en Charles de Gaulle. Pero, cuando me he sentado en el avión, he recordado que, cuando era una cría, siempre me imaginaba que me reencontraba con alguien a quién no veía hacia tiempo en el aeropuerto, y ese pensamiento me encantaba...y me ha hecho gracia que haya sido precisamente esta tarde, totalmente inesperada, que no prometía en absoluto, la tarde de vivir un reencuentro de aeropuerto, y me ha hecho tanta ilusión verle igual, verle bien y reirnos juntos de nuevo, como siempre, que la ensoñación infantil ha cobrado todo su sentido.
"Tenía que ser así" ha dicho, y creo que tiene razón.
Cuando he llegado a París, la ciudad me ha recibido con fuegos artificiales.

lunes, 6 de julio de 2009

Pánico en el ascensor

Salgo de las clases de francés con un dolor de cabeza de no-te-menees. Normalmente las estoy teniendo por la tardes, cuando la jornada laboral empieza a pesar y las dos horas seguidas se me hacen un poco cuesta arriba. La profesora se ha quedado sorprendida de que hubiese pasado los apuntes de las primeras clases a limpio: me hubiera encantado tener suficientes palabras en mi (mínimo) vocabulario en fracés para explicarle que si espero mucho tiempo, luego no entiendo mi propia letra y es bastante vergonzoso.
De la de hoy he salido cerca de las seis y media con la cabeza llena de croissants, brioches, pan ou chocolat, baguettes y tarte pour six persons aux pommes, fraises, et citron. Hemos estado haciendo frases para poder comprar en la boulangerie e patisserie, que, por lo menos son frases útiles que quizás algún día me anime a usar, y mucho mejores a los clásicos que solemos aprender del tipo "Je suis Japanais" o "My tailor is rich".
Cuando he llegado a casa, me he acordado de la enorme caja de cartón de la televisión, escondida detrás de la puerta de mi cuarto desde que me la puso el técnico hace ya más de dos semanas, sobresaliendo por debajo de las cortinas, entorpeciendo el paso y molestándome cada vez que quería abrir bien la puerta, bien la ventana. El técnico dijo que debía conversarla 15 días, que se cumplieron el sábado pasado, así que me he dicho que esta tarde era un buen momento para bajarla.
La he sacado al descansillo desde el cuarto a empujones. Y la he metido a presión en el ascensor (llamarle a esa caja de zapatos ascensor es de risa, pero bueno, sube y baja, debe tener entre cien y cientoveinte años y cada vez que entro, que es cuando llevo tacones muy altos o cuando voy cargada exclusivamente, aguanto la respiración porque no quiero saber a qué huele). Y detrás de la caja, he entrado yo. Las puertas han cerrado bien. Yo bajaba en camiseta de tirantes, pantalón y con las llaves en la mano. Nada más. Ni bolso, ni chaqueta. Ni móvil. Ni diccionario. Al llegar al bajo, las puertas se han encajado con la caja. No me preguntéis cómo ha sucedido, pero ni-pa-lante-ni-pa-tras. Y ahí es cuando me ha entrado el pánico: "Je suis Cristina, Je suis espagnole y Je suis acojonaita", me he imaginado que podía decirle con mi marcado acento de española torpe, a la voz que me atendiese en francés si me veía obligada a llamar a la campanita amarilla del ascensor. He estado tres o cuatro minutos forcejeando con la puerta y con la caja. Al final, de un empujón, hemos salido del ascensor volando la caja y yo.
Aprendizaje de esta tarde: no salir ni al portal sin el móvil (al menos hubiera podido llamar a una voz amiga para llorar) y decirle a profesora de francés que me enseñe a decir: "Estoy atrapada en el ascensor. Me saquen de aquí YA".


domingo, 5 de julio de 2009

Vivir, de repente, como una single


Había olvidado lo que cuesta cambiar las fundas del nórdico sola. Y doblar las sábanas para plancharlas uno mismo. Y lo aburrido que es cocinar para mí misma y sentarme sola a sentarme en la mesa del salón o en la de cocina y he recuperado esa costumbre de sentarme a comer con una revista o un libro, a falta de un canal de televisión con el que enajernarme mientras me como la ensalada, la crema de verduras o el filete de pollo.
Mi madre, acostumbrada a tener un batallón de gente en casa, siempre dice que cuando come sola con mi padre, o con una de nosotras, tiene la sensación de que al hacer la compra, cocinar o recoger la comida, está "jugando a las casitas"...si es para uno la compra ya se convierte en un chiste.
Aunque, tengo que confesar que en los súper de mi barrio parisino es bastante fácil comprar para uno, hay un montón de cosas en pequeñas cantidades, y verduras en miniatura y botellas de leche y bricks de zumo de medio litro, soluciones perfectas para los problemas de los que siempren se quejan mis amigas de Madrid que viven solas y se ven obligadas a comprar todo en cantidades industriales, como si los supermercados españoles aun no se hubieran enterado que las familias numerosas en una ciudad como Madrid están en decadencia y aumentan por momentos las casas donde vive una sola persona.
También me ha comentado mucha gente lo díficil que es encontrar un piso pequeño en Madrid, para uno, que no sea un zulo. Mi piso de París es perfecto para una persona o dos. Y tengo una mini-nevera y un mini-lavavajillas perfectos para estar sola.
Anoche, precisamente, comentaba con mi amigo Pedro que no he vivido sola en mi vida, siempre he compartido piso con alguien, desde la casa de mis padres, siempre llena, a mi residencia de estudiantes en Holanda, donde compartí piso con un amigo italiano y después con una finlandesa, pero viví rodeada de estudiantes, compañeros y amigos, casi en una gran comuna de jóvenes Erasmus, pasé a compartir piso con mi mejor amiga y después con mi santo en el Nidito. Así que es la primera vez que vivo como una single. Y esta nueva sensación, que no sabía cómo iba a tomarme, me gusta bastante.

Visita de sábado a Laon y Soissons

En la región de Picardía y bajo un sol de justicia (más de 30 grados en una región del norte de Francia) visité Laon y Soissons, ciudades pequeñas y un poco venidas a menos, ya que están poco cuidadas, nada orientadas al turismo y tienen pinta de haber sido grandes centros urbanos en el pasado.
Y esto lo demuestran sus Catedrales (de Notre Daim de Laon, cómo no, aquí todas las catedrales son de Notre Daim de tal lugar) y Abadías (La Abadía de Saint Martin en Laon me hizo sentir mucha paz) que son sencillamente espectaculares. Lo que más me gustó de todo el recorrido fue sin duda: la Abbaye Saint Jean des Vignes en Soisoons, o lo que queda de ella, que es la portada intacta en pie, único de resto de un recinto que debió ser imponente en su momento, pero derruido después de la revolución. Con sus piedras se construyeron algunos de los edificios de alrededor y resulta increíble estar debajo de esas dos torres y de esos tres pórticos que parecen un decorado roto de una obra de teatro antigua y abandonada por falta de éxito.

viernes, 3 de julio de 2009

Voy a ir a Laon, Picardía

Otra semana que pasa volada en París. Ya llevo tres.
El tiempo está corriendo que estoy asustada. En el trabajo ya estoy prácticamente a pleno rendimiento. Y me gusta. Aunque discuto, y me reuno sin parar, y me acelero algún que otro rato. Pero me gusta, lo disfruto.
He empezado las clases de francés. He salido un par de días a cenar, a tomar algo, con mi amigo Pedro. Esta semana hemos estado a 30 grados en París y es un calor pegajoso, humedo, que no te quitas en todo el día de encima. Parece que esta noche está refrescando un poco. Menos mal, porque anoche, con la ventana de mi habitación abierta, de par en par a un patio de vecinos, había tantos ruidos, tantas conversaciones, niños llorando, gente quejándose del calor, parejas discutiendo, teléfonos sonando, que dormí mal y poco. Creo que es la primera vez que vivo en una casa en la que mi habitación da a un patio interior, es una sensación extraña y agradable...es como estar siempre acompañada de desconocidos.
Mañana me voy de excursión a conocer una ciudad que se llama Laon. Está en la región de Picardía, ejejjeje, que región tan divertida debe ser esa. Me apetece un montón salir de la ciudad y regresar un poco al pasado haciendo turismo por un sitio con tan buena pinta.




lunes, 29 de junio de 2009

Mi cuerpo pide vacaciones

Me he ido cuatro días a España -a Madrid- para graduarme del máster del universo y pasar el fin de semana. Han sido como unas mini-vacaciones, no sólo me ha dado tiempo a graduarme si no que he podido ver a bastantes de mis amigas, cenar en un japonés que me encanta, tomarme unas cañas con mi Carmen y su prometido, ir de tiendas, tomar un poco el sol, bañarme en la piscina, hacer plan con mis hermanas, echar un par de siestas, cortarme el pelo, perder el tiempo en dos retrasos en el aeropuerto de Orly a la ida, en el de Barajas a la vuelta, comprarme más de media docena de revistas de julio llenas de playas y bikinis, leerle casi entero "Seguir sin ti" de Jorge Bucay y Silvia Salinas, tomarme por lo menos veinte cafés con mi madre y mi madrina charlando de casi todo, pasar por la ofi de Madrid donde el tiempo no se ha detenido, extrañarme al ver a Sofía sentada en mi mesa, ir al Nidito, comprobar que el ficus está bastante triste, echar de menos la presencia de Loren en el que es nuestro hogar, tan raro sin muchas de mis cosas, aun más raro sin él.
He vuelto con un cuerpo con ganas de unas buenas vacaciones, que pide a gratis esos días libres, en Paris hay un bochorno que hace que la ciudad sea un poco irrespirable, y el lunes me ha resultado un poco denso y largo. Entre el cansancio, el calor, la vuelta, el silencio de la oficina...no sé, hoy el día me ha costado un poco.
Nada que no arregle ojear un poco una revista, leer un poco a Jorge Bucay, llamar a alguien que me importe antes de dormir y un buen sueño reparador.

martes, 23 de junio de 2009

Ojalá hubiera tenido un blog antes

El viernes vinieron dos de mis mejores amigas a verme a París y lo hemos pasado MUY BIEN. Entre la visita y que comienzo a enterarme de mi trabajo, lo que conlleva una serie de marrones asociados, no he tenido apenas tiempo de escribir.
Bueno, miento, he escrito un poco...pero no he podido colgar lo que escribo.
Tiene gracia, me ha dado por pensar lo diferente que sería haber tenido un blog con 13, con 15 y con 20 años, cuando yo escribía a borbotones y me daba lo mismo todo y cualquier locura de las que escribía podía ser colgada sin mi autocensura: ahora hay cosas que escribo que no cuelgo, que son sólo para mí, porque siento que no se pueden, que no se deben leer, que tendría que explicar quizás lo que es verdad, lo que es ficción, lo que son sentimientos, lo que son pensamientos, y todo eso me provoca malestar...porque yo escribo sobre lo que me rodea, lo que conozco, y eso cualquiera que me conozca lo sabe. Y cualquiera que me lea dos veces también lo sabe.
Y algo todavía peor, hay otras cosas que ni siquiera escribo, me rondan la cabeza, me persiguen por la casa instandome a coger el cuaderno, pero ni siquiera están hechas para ser escritas para mí: me haría demasiadas preguntas a mí misma después.
Justo antes de abrir el blog unos poquísimos amigos de confianza me leían y me aconsejaban y entonces también era radicalmente diferente.
Ojalá hubiera tenido un blog antes, cuando era tan inconsciente que no pensaba en nada de todo esto, sólo sentía y escribía sin tener en cuenta nada más, sin mirar atrás, ni adelante.
Que es justamente lo que me frena ahora: el ayer y el mañana.

jueves, 18 de junio de 2009

Una joven castora en transporte publico

Si alguna vez me he quejado de un aeropuerto español, probablemente era ordenado, limpio, cómodo de trato amable al compararlo con Orly: el aeropuerto de Paris es un caos permanente, siempre hay unas colas insoportables, prácticamente te desnudas en el control y te tratan como un borrego en el mejor de los casos.
Suelo ir a Orly porque esta más cerca que Charles De Gaulle.
Si bien es cierto que a Charles De Gaulle he ido un par de veces y tampoco me ha parecido para tirar cohetes.
Hoy que por fin empezaba a enterarme un poco de que iba mi trabajo nuevo, he tenido que volar a Barcelona, a una formación interna de RRHH de mi empresa… de uno de esos programas de desarrollo del talento para jóvenes promesas de la cantera corporativa.
Como si yo fuera Cristiano Ronaldo.
Como si fuera tan joven.
Como si el talento se aprendiera con solo desearlo.
En broma, nosotros le llamamos el programa de Jóvenes Castores y, sin duda, yo hoy parecía un boy scout, con mi mochila vieja de thimberland al hombro, zapatillas beiges deportivas, y vaqueros: mi nueva condición de usuaria del metro hace que haya perdido el poco glamour que tenía.
Jugar a la ejecutiva agresiva es difícil cuando viajas en transporte público arrastrando tus maletas.
Mientras esperaba en Orly me he probado tantas colonias en el Dutty Free que no creo que me saque la mezcolanza de olores dulzones en por lo menos dos duchas. Para colmo, no he comprado ninguna.
Lo único que me hace verdadera ilusión de este viaje relámpago a Barcelona es que voy a poder ver a mi alter ego y tengo tanta necesidad de reírme con él; sobretodo de reírnos hasta que nos duelan las mandíbulas y las panzas, pero también de analizar juntos las ultimas novedades de la empresa, contarle que en Francia me siento tonta ciega y sordomuda pero a gusto al mismo tiempo. Dejar que me cuente como es trabajar sin mí en el departamento en España.
Contarle que me cuesta permanecer quieta en mi despacho.
Contarle que, a veces, en el pasillo hay un silencio tan sepulcral que parece que este sola.
Contarle que todo es tan blanco y tan de cristal, que cuando llego por la mañana siento que entro a un hospital.
Y que veo q todo el mundo tan callado que pienso que están hospitalizados.
Contarle que cuando me reúno con Pedro por las mañanas a hacer Spanish Corner, alrededor de las 10.30h, hablamos alto y nos reímos fuerte y algunos nos miran como si no estuviéramos respetando el silencio de la sala de espera del hospital.
Y que yo quisiera explicarles que los jóvenes castores como yo, no están hechos para sentarse en una sala de espera hasta que les llegue el turno de hospitalización.
Los jóvenes castores como nosotros viajamos en metro con nuestra mochila vieja al hombro, hablamos alto, cantamos a plano pulmón y reímos fuerte hasta que nos duelen las mandíbulas y las panzas.

lunes, 15 de junio de 2009

Cosas de París

En París cuando una tienda cierra a las 19h -casi todos los comercios cierran a las 19h- te están echando a patadas a las 18.55h, aunque tú tengas intención de comprar más cosas de los dos tristes botes de cocina que llevas en las manos, aunque hayas corrido desde el trabajo al metro, hayas cogido dos líneas, te hayas vuelto loca buscando la calle en cuestión: da igual, a las 18.58h de patitas en la calle. En la lluviosa calle.
En París los domingos sólo abren las boulangeries por las mañanas y las floristerias durante todo el día: los parisinos compran plantas y flores frescas los domingos, costumbre que encuentro ideal. Yo me he comprado una plantita pequeñita como mi piso, pero está un poco triste, es que se me dan de pena las plantas. El que tiene mano es mi santo, a mi se me mueren todas.
En mi cocina de París hay un cacharro que yo nunca había visto antes -parecido al de la foto- y que sirve para cocinar las cosas al vapor. Ayer eché dentro unas patatas pequeñas y claritas, unas zanahorias baby, unas espinacas y unos huevos, y quedaron tan estupendas, que estoy repitiendo experimento. Echas lo que quieras dentro, le pones agua en un recipiente que está debajo, lo enchufas, y en 15-20 minutos tienes tus verduras al vapor, sabrosas y sin marchar ni un cazo: directamente al plato.
En París ayer hacía 26 grados, estaba soleado y daba gusto caminar paseando por mi barrio, y hoy no creo que haga más de 18, no ha dejado de diluviar en todo el día, y se diría que no ha amanedido en todo el día, por la oscuridad que ha habido durante todo el día.

viernes, 12 de junio de 2009

La curiosa comunicación humana

Hoy he tenido mi primera reunión de equipo –en francés-. Ha durado dos horas. Ha sido interesante comprobar que entiendo más de lo creo, aunque soy incapaz de decir una palabra, y que me gusta mucho observar a la gente, sus reacciones, gestos, miradas y explicaciones…que dicen tanto o más que esas palabras que sólo entiendo a medias.
Siempre me ha hecho sentir incomoda, en depende que situaciones, ser tan expresiva: soy de esas personas que con la expresión de la cara dicen todo y que si, por ejemplo, no están de acuerdo con algo en una reunión, no hace falta que lo digan…el resto se ha dado cuenta por sus ojos, por su boca, por las arrugas de la piel de que es así.
No todos somos igual de expresivos…siempre me han hecho gracia ciertos actores que ponen la misma cara en un tiroteo que en la cama con Jenifer Aniston, pero, quitando casos extremos –como el de Ben Affleck - y esos grandes actores del mundo laboral que todos conocemos, si te fijas, si miras bien, si estas atento a las miradas, las respiraciones, los tonos, colores y sonidos, puedes percibir mucho más, que cuando solamente estás pendiente de las palabras.

martes, 9 de junio de 2009

Ahora sí


Ahora sí. Estoy instalada en mi pisito de París. He llegado hoy. París me ha recibido con una lluvia tenue y fría, y me ha encantado.
El piso es una maravilla pequeña: luminoso, de techos altos, muy parisino, y me he sentido cómoda desde que entré. El taxista me ha dicho que vivo en la calle más larga de la ciudad, que mide 4 kilómetros.
Hace días que no consigo sentarme ni cinco minutos a escribir. Pero ahora sí. Ahora que he terminado el máster, ahora que comienzo una nueva etapa profesional. Ahora que voy a vivir durante seis meses en París. Ahora sí.

domingo, 31 de mayo de 2009

Divagaciones

Me queda una semana larga para irme a vivir a París y aun no he empezado ni siquiera a pensar en preparar nada, porque mi empresa lleva dos semanas cabeza abajo.
El lunes pasado empezó mi sustituta. El martes estuve en una reunión fuera y el miércoles en Barcelona haciendo un tema importante. Fui volada todo el día. Me dejé la tarjeta de crédito en un bar. La he recuperado milagrosamente gracias a la pericia de una mano amiga pero se ha desimantado, no me fuciona. Estamos con el caso final del máster y no sé las veces que nos hemos reunido, y tampoco sé las veces que me he leído la documentación y que he repasado el informe.
He tenido que elegir dónde voy a vivir por Internet, me muero del miedo, tengo cruzados hasta los dedos de los pies para llegar el día 9 de junio a la capital francesa y que mi apartamento sea un sitio habitable.
No sé qué hago divagando un domingo casi a la una de la madrugada.

domingo, 24 de mayo de 2009

Conducir, conducir, conducir

Hacía tiempo que no lo hacía.
Esta tarde he vuelto a casa conduciendo en el coche, improvisando el camino, buscando calles nuevas y lugares por lo que no había pasado nunca antes. Dejando el tiempo correr mientras tanto.
Me funciona cuando estoy nerviosa, o triste, o alterada, cuando no se muy bien qué hacer, que decisión tomar, cómo sentirme mejor. Cuando necesito estar sola. Cuando tengo ganas de estar conmigo misma.
En el coche nadie me molesta. Pongo la música alta. Acelero. Freno. Cambio de marchas. A veces canto muy alto. A veces lloro. A veces me rio sola de forma descontrolada. Recuerdo cosas pero sin necesidad de profundizar en ellas si no quiero. Puedo hablar sola. Puedo mosquearme con el mundo. No necesito dar explicaciones. Nadie pregunta qué pasa. O de qué me asusto. O por qué estoy nerviosa. O por qué no puedo simplemente relajarme y disfrutar. Nadie me pregunta, ni me responde. Ni siquiera yo.

sábado, 23 de mayo de 2009

El día siempre puede ser peor

Ese día llegue a casa absolutamente muerta. Me dolían los pies después de todo el día con el taconazo, quería quitarme el traje, me pesaba el bolso, y me dolía la cabeza un horror. Entré por la puerta de la zona común arrastrando mis bártulos y deseando llegar a casita, ver a mi santo, y relajarme en el sofá: nada podía ser peor que aquel día en la oficina, que afortunadamente había pasado.
Pero no.
Siempre puede ser peor.
Y siempre me olvido de que puede ser peor.
Según me acercaba al portal vi las ventanas de casa. Y recordé que mi santo me había puesto un sms a mediodia que yo no había procesado del todo que decía: "Princesa, tengo una sorpresa, han venido a poner la doble ventana.". Y claro que estaba sorprendida. Nos habían puesto doble ventana, si, pero ventanas ahumadas. No sé veía lo que había dentro. Y una vez dentro, tampoco se veía lo que había fuera, claro está.
Me dió un ataque allí mismo. Soy una obsesionada de la luminosidad, de los grandes ventanales,de los balcones, de las terrazas, de la luz en general. No podía creer que mi querido santo no hubiese parado a los obreros antes de que colocaran las ventanas. Pero como no estaba en casa, no podía más que enfadarme con la vida, que estaba jodida y torcida ese día. Sólo pude enviarle otro sms que decía: "Por qué COÑO tenemos ventanas opacas???". Le debí cortar el rollo de las cañas, seguro.
El día acababa todavía peor de lo que yo intuía y para colmo yo estaba como una loca.

jueves, 21 de mayo de 2009

Amistad a primera vista

Me ha sucedido más de una, de dos, de tres veces. Llego a un aula, elijo un sitio que me guste, me siento, me revuelvo un poco en la silla, oteo levemente las caras de poker del personal y de repente descubro a mi amigo potencial de entre todos los demas alumnos de la clase. Miradas cruzadas y sonrisas tímidas me confirman el descubrimiento: mi potencial amigo también se ha dado cuenta de que soy yo, un nuevo compañero de fatigas, una nueva fuente de risas, confidencias y momentos únicos. Me pasó varias veces en los muchos colegios en los que estuve, en el instituto, en la universidad. Me pasó la primera vez que hice prácticas. Me ha pasado en trabajos, cursos y en la piscina. La última vez fue en la inauguración del máster. Vi a Sofía desde el primer momento y creo que Sofía también me vio a mi. Luego encontramos algunas coincidencias divertidas en nuestras vidas. Más tarde tuvimos la suerte de pertenecer al mismo grupo de trabajo durante unos meses. Ahora Sofía va a sustituirme los meses que esté fuera. Al pensarlo, todas las cosas que han pasado, en este tiempo tan largo y tan corto a la vez, reaparece la misma sonrisa tímida de aquella tarde cuando la ví sentada en la misma clase y nos reconocimos.

Convencional, madura, gris y aburrida

Tengo 30 años y 3 meses y hoy me he hecho un plan de pensiones.
Me resulta algo tan convencional y tan de persona madura, gris y aburrida, que me ha dado hasta vergüenza reconocérmelo a mí misma.
Y me he dicho: fuera tonterías, al blog.

viernes, 15 de mayo de 2009

Primer contacto con el equipo de París

Me gusta mi nueva jefa parisina. Tiene -al menos aparentemente- carácter, pero se rie con una risa amplia, sonora y abierta. Y habla español perfectamente.
Hay cantidad de gente en el equipo al que me incorporo que habla español, incluso mejor que inglés.
Yo no hablo ni una palabra de francés, me he acostumbrado a escucharlo en la empresa y puedo seguir más o menos el hilo de la conversación, pero además de bonjour, merci y au revoir no sé decir nada.
Aprender a defenderme en francés es uno de los retos de estos seis meses. El otro es intentar integrarme más más que menos en la vida profesional de la central de la empresa.
Una de las diferencias entre irte de España con 24 años a Holanda de Erasmus e irte de España con 30 años a trabajar a Francia es precisamente el tono de la socialización.
Si bien es cierto que me fui a Holanda sola y sin conocer a nadie, lo hice a una residencia de estudiantes que estaba repleta de jóvenes del mundo entero en la misma situación que yo.
Ahora conozco a algunos miembros del equipo al que me incorporo, y Pedro, uno de mis amigos está entre ellos, pero no creo que la socialización vaya a ser tan sencilla para mi como lo fue hace cinco años. Y aun no sé si me preocupa o no.