sábado, 27 de febrero de 2010

La primera vez que vimos a Julia

La primera ecografía fue un desastre integral: nosotros no veíamos nada en aquella pantalla. En la segunda, sin embargo, nos pusimos contentísimos, el bebé se veía perfectamente: estaba como posando, de lado, con su cabecita, su cuerpecito, sus piernas y sus brazos en miniatura. Verdaderamente increíble. Pero, la gran emoción de la segunda eco, lo que toda la familia y amigos están esperando realmente, no es el perfil ideal del bebito, si no saber si el bichito es nene o nena, y el nuestro, escondió sus encantos durante toda la sesión de fotos, así que mi santo y yo volvimos a salir un poco decepcionados de la clínica.
Yo había decidido ya decorar la habitación en tonos blancos y beiges (porque yo, en ese sentido, soy bastante sosa) pero también es cierto, que en mis pocas visitas a tiendas prenatales hasta el momento, ya me había dado cuenta que toda la ropa de recién nacido es o azul, o rosa, o fea. Bueno, está en blanco, claro, pero no hay muchas posibilidades más.
Cuando ya estaba de más de cinco meses (incluso puede que fueran seis) volvimos a hacernos una ecografía: yo ya me habia mentalizado, y había mentalizado a mi entorno, de que quizás me había tocado un bebe con ganas de jugar al escondite y que era posible que nos quedásemos con ganas de saber hasta el mismisimo momento del parto.
Tengo que decir, que el señor ecógrafo al que voy es un poco bestia: dice las cosas a bocajarro, no se corta, y no es nada delicado: es el señor ecógrafo perfecto para mí porque a mi las chorradas no me van. Pero desde que le conozco, que hace ya como diez años, siempre he pensado que habrá mucha gente que se sienta agredida por su forma directa y tajante de decir las cosas.
El caso es que, allí estábamos mi santo y yo, él de pie, yo tumbada en la camilla, con la barriga al aire, y el señor ecógrafo llegó. Nos saludó, puso en marcha el aparato y...
"Hombreeeeeeeeee, es una niña", dijo, "Ya lo sabiais, ¿no?". Nosotros, con cara de bobos y al unísono: "Noooooooooo". "Hombreeeeeeeee, pues está clarísimo, mirad, esta es la vulva". Y, claramente, en la pantalla, lo único que se veía, en primer plano, era eso.
Y esa fue la primera vez que vimos a Julia.

Jamones y bragas

Una de las cosas que más me pregunta la gente es si tengo ganas de comer jamón. Bueno, quién dice jamón, dice lomo, salchichón, chorizo, cecina y una larga lista de embutidos ibéricos (ya que uno come embutidos, que sean ibéricos, claro) que como embarazada que no ha pasado la toxoplasmosis llevo 7 meses y medio sin comer (día arriba, día abajo).
La verdad es que conozco que muchas mujeres que han vivido su embarazo sin jamón como una auténtica pesadilla: a mí no me está costando tanto. Tengo más ganas de un buen sushi o de unos boquerones en vinagre que de comer jamón. Pero, en cualquier caso, ninguna de estas cosas me quita el sueño.
De lo que tengo ganas, pero ganas de verdad, es de vestirme de persona: volver a ponerme unos vaqueritos, unos buenos tacones, una camiseta y una chaqueta informal y sentirme estupenda para salir a dar una vuelta. O ponerme un traje de chaqueta, una camisa entallada y lista para asistir a una reunión. No hablemos de volver a ponerme un sujetador normal, de algodón, de Oysho, un tanga y un pijamita normal, con su pantalón de tela y su camiseta de cuello redondo y manga corta.
No es que yo sea una fashion victim, precisamente, pero no quiero volver a ver un vestido de punto ni unas botas planas en mucho, pero que mucho tiempo. En la hoguera de la noche de San Juan de este año, quemo las bragas de cuello alto de embarazada fijo. No voy a dejar ni una.

miércoles, 17 de febrero de 2010

¿Post más cortos, menos elaborados, pero más seguidos?

El problema principal que explica mi reiterada ausencia es que no tengo tiempo, porque al volver a mi vida madrileño, he vuelto a los horarios de oficina maratonianos, a las preocupaciones de curro constantes, a los marrones encadenados.
El cansancio, embarazada de siete meses, se multiplica, y hay muchos más días que me levanto como si me hubiera pasado un camión por encima, que esos otros días que me levanto bien.
Hoy es de los de camión a 120 por la autovía.
Pero estoy muy feliz.
Y tengo ganas de escribir.
Me estoy planteando post más cortos, menos elaborados, pero más seguidos.
¿Qué os parece?.