viernes, 31 de octubre de 2008

Nosotras si tenemos colegio hoy

Yo soy muy poco de salir por la noche, pero ME ENCANTAN LOS CONCIERTOS. Los disfruto un montón.
Llevaba años queriendo ver a Amaral en concierto, porque me habían hablado muy bien de su fuerza en directo, y porque me gustan, claro. Concretamente el último disco me tiene cautivada.
Y hace ya no me acuerdo los meses que mi súper-amiga y yo compramos las entradas, tantos meses, que no sabíamos que me iban a ascender, que no sabíamos que yo iba estar reunida en Barcelona precisamente ayer, que no sabíamos que podría coger el AVE y plantarme en Madrid al filo de las ocho de la tarde, de una tarde lluviosa y de tráfico caótico, y que íbamos a dar mil vueltas en busca de aparcamiento. Tampoco sabíamos, cuando compramos las entradas hace un montón de tiempo ya, que este mes y esta semana iban a estar cargados de los acontecimientos que han estado, ni que estaríamos monotemáticas la hora larga que pasamos deambulando con el coche por las calles del Barrio Salamanca en busca de un sitio. Ni que prácticamente correríamos hasta el atestado Palacio de los Deportes heladas de frío, ni que nos engulliríamos una porción de pizza de carbonara en el mismo recinto que hay que ver como ha evolucionado la cosa, que lo mismo te ponen un telepizzza que un chiringuito ambulante de cervezas en cada esquina.
No sabíamos que nos apretujaríamos de ese modo, entre grupos de jóvenes fumando porros y familias de pijos, ni que las niñas de alrededor iban a cantar encantadas de la vida: "Mañana no hay colegio, mañana no hay colegio", y a hacernos sentir de repente que han pasado mil años o más desde que nosotras nos alegrábamos por cosas similares.
Lo que si sabíamos es que disfrutaríamos con Eva Amaral en el escenario, que, cuan gata panza arriba, no sólo no nos defraudó si no que nos hizo saltar, gritar, cantar, bailar, reir, emocionarnos un poquito y disfrutar como locas, a pesar de que estábamos muertas de cansancio, a pesar de las ojeras, y a pesar de todo lo que nos pesaba. Y eso que nosotras, hoy si que tenemos colegio.

jueves, 30 de octubre de 2008

Días de tormenta en nuestro cuartel general

Últimamente andamos de tormenta en el núcleo duro de la familia. Problemas variados de salud y de mal de amores han provocado preocupación en el cuartel general de los cabeza-llata, situado como alguna vez he debido contar ya en Las Matas, desde hace más de 15 años.
En mi casa somos muy piña, para lo bueno, y para lo malo. Los fines de semana solemos juntarnos todos siempre, al menos en una comida, pero entre que soplan vientos de marejada en el trabajo, y varios fines de semana seguidos con eventos sociales de diversa índole –la visita al faro de Finisterre, la despedida de soltera en Toledo, la boda de mi amiga Lou en Pedraza-, no he pasado por el cuartel general mucho.
En el cuartel general familiar sigo teniendo mi cuarto tal y como lo dejé. Así que el sábado dejé el Nidito para ir a pasar el fin de semana con mi madre y mis hermanas, en plan intenso. Mi padre también estaba, claro, pero cuando los problemas sentimentales acechan, hay cosas que sólo las chicas podemos entender y mi pobre padre, no sólo no entiende nada, sino que prefiere no saber.
Y no hicimos nada, pero lo hicimos todo. Por la mañana, pasamos horas de debate en la cocina poniendo la cafetera tantas veces que perdí la cuenta. Encargamos buñuelos para la comida. Y por la noche, salimos a comer pizza juntas, probamos todas las tartas que había en la carta, y nos reímos hasta que nos dolió la tripa imaginando las historias familiares de las mesas que nos rodeaban.
En el cuartel general comparto el baño con mis hermanas. Y el domingo por la mañana nos metimos las tres al mismo tiempo, discutimos por quién tardaba en secarse el pelo menos tiempo, quién lo tenía más liso, qué champú huele mejor, qué crema hidrata más, porque amamos y odiamos el flequillo a partes iguales, y nos robamos la ropa las unas a las otras para probárnosla y partirnos con el resultado.
En todo el fin de semana, entregada como estaba a mi relación de hermanas, no me acordé ni una sola vez del trabajo, del estrés, de los problemas, de la crisis, ni de todas esas cosas que son menos importantes de lo que suelo creerme y que a pesar de eso me ocupan el tiempo, la mente y me hacen sentirme mal.
Un ole por las cosas que son verdaderamente importantes. La más, la gente que quiero.

lunes, 27 de octubre de 2008

Virus y bufandas

Los virus han llegado a mi oficina. La semana pasada los sortee, pero el viernes ya empezó a dolerme la garganta y hoy ya tengo el clásico constipado-vulgar que suele cogerme. No la gripe, que te balda y te deja una semana inconsciente en la cama. No, lo mío es dolorcillo de garganta, congestión nasal, dolor de cabeza, mal cuerpo general...pero todos los días a la oficina, hecha un trapo, ojerosa y amarilla, sin terminar de estar lo suficientemente mal para quedarme en mi casita.
Suelo estar así alrededor de una semana...así que ya me queda menos.
Lo malo es que dicen las noticias que por fin, viene el invierno.
Aunque ya me lo ha dicho mi prima: "Ya era hora, prima, que ya nos veía comiendo las uvas en bikini". Y tiene toda la razón.

viernes, 24 de octubre de 2008

....

Y cuando coja la cama, después de esta semana del infierno, no voy a soltarla en tres días

jueves, 23 de octubre de 2008

Cuando el estrés empieza a ser incontrolable...

Cuando estoy realmente estresada, mi cuerpo siempre se revela igual. Salgo tarde y sobreexcitada de la oficina, llego a casa molida, pero no consigo desconectar. Picoteo mil cosas pero no me alimento en orden. Una patata frita, al cabo de un rato un yogur, media docena de pistachos, chocolate, un zumo...
Me cuesta horrores dormirme, sueño con el trabajo, y me despierto invariablemente una hora antes de que suene el despertador un poco asustada. Como estoy sobreexcitada, salto de la cama, y hago alguna tarea del hogar: pongo el lavavajillas, hago la lista de la compra, mareo la taza de café por la casa...justo antes o justo después me entran las naúseas. Suelo controlarme y consigo no vomitar, pero en días como hoy, no lo he logrado.
Y llegó a la oficina pasada de vueltas. Tan pasada de vueltas, que con sólo verme el careto, Navarrete me dice "uffff hoy toca niña insoportable".
Y en eso estamos.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Lo bueno si breve…¿o no?.

Sólo he estado un fin de semana, pero me hubiera quedado un mes disfrutando de las vistas inigualables del Faro de Finisterre, de la absoluta soledad del Faro de Finisterre, del incesante sonido del mar y del viento del Faro de Finisterre, de la sencilla pero cálida habitación del Faro de Finisterre, de la inexistente cobertura del móvil en el Faro de Finisterre.
Me vuelven loca los faros desde siempre. Me encanta visitarlos, me parecen lugares mágicos que hacen que me sienta en paz. Cuando hace como seis meses –quizás un poco más-, en la peluquería, leí un artículo titulado “Dormir en un faro”, me encantó la idea. Hoteles situados en faros: ¿cómo resistirme?. No tenía el recorte –no lo robé, vamos- y lo busqué a través de Internet, como en Internet está todo o casi todo, encontré en enlace. El artículo remitía a varios emplazamientos alrededor del mundo, pero mis sueños, de momento, si quería verlos cumplidos, tendría que ser en España, tampoco me he vuelto loca de repente.
Así que me quedaban dos: el de Finisterre en Galicia y el de Sant Sebastià en Gerona. Los dos lejísimos: hice la prueba del algodón y resultó que el de Finisterre era mucho más barato. Además, el emplazamiento, me resultaba mucho más mágico: exactamente en el lugar donde antiguamente se creía que se terminaba el mundo.
Me costó bastante reservar, porque tiene sólo 5 habitaciones, pero al final, lo logré, para octubre, para un fin de semana.
El viaje Madrid-Finisterre en coche son unas 7 horas y media. A la altura de Benavente, ya estábamos cansados, pero el esfuerzo realmente mereció la pena.
Cuando llegamos al pueblo costero que es Finisterre era completamente de noche. Y el Faro, aun marcaba a tres kilómetros y medio cuesta arriba y sin una sola luz.
“Finisterre” dijo él “Finismundi, le debían hacer puesto” “Qué digo el Fin del Mundo, esto es el Fin del Universo”.
Aparcamos en el parking público a la entrada, rodeados de mar por todos sitios, bajo el diluvio y con la única luz del faro, iluminándonos, un rato sí, un rato no. Justo delante del coche, una enorme cruz casi blanca se iluminaba al pasar la luz del faro. Nubes, ni rastro de la luna.
Casi a tientas encontramos el timbre, entre telarañas.
“Joder, esto está pasando de ser un plan romántico a ser del todo siniestro”, dijo él. Me reí, y le devolví el beso, aunque estaba empezando a preocuparme. Pensé que me había equivocado de dirección, pensé que no era allí, pensé que eran las once la noche de un viernes lluvioso en el fin del mundo y no teníamos dónde dormir. En lo que tardaron en responder al timbre, tuve tiempo de descubrir que no había cobertura en el móvil, lo que me causó un desasiego incontrolable.
Pero…una voz amiga con acento gallego respondió, nos invitó a meter el coche dentro y nos acompañó a una habitación que rozaba el cielo y desde la que se veían un paisaje increíble y a cenar algo rápido.
El amanecer nos mostró un panorama completamente diferente. Hay cosas que no se pueden explicar con palabras, mejor enseñarlas:

Resumen: os lo recomiendo un montón. El hotel es sencillo, pero el entorno merece del todo la pena.
Ah, y el sábado fuimos a comer a un pequeño lugar encantador, llamado A Casa da Crega, situado en Caldebarcos, sugerencia de Aída, donde nos atendieron maravillosamente bien, y comimos todavía mejor. Si pasáis cerca, no os lo perdáis. Gracias, Aída.

viernes, 17 de octubre de 2008

Como me gustaría...

Llevo seis meses intentando reservar en un hotel para ir a conocerlo. Como tiene pocas habitaciones, siempre que quería ir, estaba lleno. Desde finales de agosto tengo reservado este fin de semana, y, me muero, me muero, me muero de ganas de ir. En mis sueños ideales me pedía el viernes libre para hacer el viaje más tranquila, porque está en Finisterre. En mis sueños, un poco menos ideales, pero sueños también salía de la ofi un poco antes, para que no me pillara el atascazado del viernes saliendo de Madrid por la A6. En la mísera realidad, no sé a que hora me voy a ir de la oficina hoy.
Como me gustaría que en las empresas, la gente respetara el trabajo del resto de la gente. Como me gustaría, de verdad.

lunes, 13 de octubre de 2008

Tenemos una alarma moderna

Llegué a la puerta de casa hecha polvo, después de pasar el fin de semana de boda en Pedraza y sin haberme recuperado en absoluto del evento del viernes, de la noche del jueves en la que dormí unas 3 horas y de una semana de curro impresionante.
Arrastraba la maleta, el portatrajes, el bolso, el chubasquero...metí la mano en el bolso y rebusqué las llaves. Abrí la puerta y cuando cruzaba el umbral de la cocina miré el reloj de pared. Eran en ese momento las diez menos diez.
Y fue justo entonces cuando comenzó a atronar la alarma. ¡La alarma!. Ni me acordaba de la alarma. Busqué el mando en el bolso. No estaba. Mientras el ruido me dejaba sorda, me abalancé sobre el mueble de la entrada, buscando el mando, pero allí tampoco estaba. Aporreé todas las teclas del cajetín de la alarma, pero no dejó de sonar. Estaba tan nerviosa que no sabía que hacer, cerré la puerta, la volví a abrir, corrí hasta la habitación donde encontré el mando perdido, y le dí a todos los botones, pero estaba bloqueado.
Y fue justo entonces cuando escuché la voz. Alguien estaba hablando, dentro de mi casa, por encima del estruendo. "Hola, buenas, noches, le llamo de la central de alarmas, ¿está todo bien?". Por lo menos lo dijo tres veces. Como no sabía de dónde salía y estaba francamente nerviosa, estuve a punto de gritar "Dónde estás, manifiéstate", pero me contuve, hasta que, siguiendo el sonido de la voz, entré en el salón y me di cuenta de que salía del aparatito de alarma que tenemos en la pared.
"Si, hola", dije yo, hablando a una luz penetrante colgada de mi pared, "está todo bien, se me ha saltado la alarma a mí". Sabía que iba a preguntarme el código, y no conseguía recordarlo, estaba tan nerviosa y fuera de mí, que me había quedado en blanco, y aunque sabía que era imposible, rece para que no preguntara.
"No me acuerdo, estoy nerviosa", susurré. "Entonces, llamaré por teléfono al número de contacto". La voz en off me abandonó y 30 segundos después de sonó el móvil. Efectivamente, era la misma voz. "Si, soy la misma -ataque de inteligencia, como podéis ver- pero es que no me acuerdo, estoy muy nerviosa. Si podría esperar un poco a ver si se me pasa...".
No quiso esperar, pero fue bastante amable. "Tranquilicese, respire. A ver, nuestra palabra clave es batatas" dijo la voz en off, "¿y la suya". A sabiendas de que había varias palabras clave más y que sólo una de ellas me libraba de que me enviasen a casa a la guardia civil y probablemente del cuartelillo, -pues la única persona que podía identificarme estaba en Francia, y no cogía el móvil, ya que en ese rato mientras la alarma ululaba y yo aporreaba teclas, le había dejado tres mensajes sin noticias- decidí jugármela: "melones", y volví a rezar todas las oraciones que conozco para que la palabra que me salvaba no fuese "castañas", "sandías" o "fresones". Y tuve suerte, porque acerté.
Cuando acabó el episodio eran casi las once. Desconocía que tuviésemos una alarma tan moderna. Me dejé caer, agotada, en el sofá. Y fue entonces cuando me di cuenta que había dejado la maleta, el portatrajes y el chubasquero, tirados en la puerta de casa. Salté de nuevo, y salí fuera. Ahí seguían los tres bultos, abandonados. Los recogí y entré de nuevo a casa, pensando en comer algo y tratar de relajarme, porque, además de todo, era domingo, lo que quería decir que necesitaba poderme dormir para enfrentarme al lunes y a toda la semana.

sábado, 11 de octubre de 2008

Regresión a mi infancia...con otra perspectiva

He dormido como una bendita...claro, estaba muerta y relajada: la mejor combinación.
Anoche, después de escribir y cuando mis pies volvieron a la vida, estuve viendo la película Sufre Mamón y me divertí muchísimo. Cuando yo tenía 11 años estaba loca por los Hombres G, y esta película, yo creo que es un poco anterior a esa edad...no lo recuerdo con exactitud pero me parece que no fui a verla al cine, eso sí, cuando salió en vídeo, mi amiga Silvia la tuvo enseguida, y pasamos una tarde y noche completas viéndola sin parar. Creo que la vimos 12 veces seguidas casi sin respirar y gritando a pleno pulmón aquello de "estoy llorando en mi habitación, todo se nubla a mi alrededor, ella se fue con un niño pijo...tiene un ford fiesta blanco y un jersey amarillo".
Desconecté un montón y me di cuenta que sigo sabiéndome todas las canciones de Hombres G. Me parecieron, con el tiempo,unas letras super-divertidas, mucho mejores que las que hacen los grupos ahora. Y con la perspectiva del tiempo, la historia tiene matices que yo nunca capté con mi mente infantil, y la que hacía de novia de David Summer, a la que yo recordaba guapísima e ideal, la misma que se va con el pijo de jersey amarillo, es una niñata insoportable a la que dan ganas de matar durante toda la película.
Y esta mañana he madrugado un poco, para preparame la ropa de la boda y una mini-maleta, porque me voy a pasar dos días a Pedraza, a la boda de mi amiga Lou.
Cuando vuelva, más y mejor.

viernes, 10 de octubre de 2008

Con los pies en agua

Escribo con los pies metidos en agua caliente con sal. He estado de pie, corriendo de un lado a otro desde las 7 de la mañana hasta las 3 de la tarde con unos taconazos de muerte. Me duelen tanto, que no sé si podré calzarme las sandalias -con otro taconazo importante- de la boda que tengo mañana en Pedraza.
Me duele el cuerpo pero estoy más que satisfecha del trabajo bien hecho. Ha sido una semana superintensa. Un montaje increíble para el evento. He hecho de todo lo imaginable, he compartido con mis compañeros de trabajo horas de madrugada, ojeras, cansancio, mosqueos y ataques de risa incontrolables. He conocido un montón de gente interesante. He dormido poco, he comido mal, he arrastrado mil historias toda la semana. Tenía tan mala cara esta mañana cuando me miré al espejo a las 6, después de haberme acostado cerca de las tres y media, que he tenido que maquillarme, que apenas sé como se hace. Pero el balance es más que positivo, porque estoy orgullosa de cómo ha salido todo, de la capacidad de trabajo que tienen mis compañeros y amigos Nat y Navarrete. Del buen rollo que tenemos, aunque sea medianoche y estemos comprobando uno a uno más de 100 DNIs porque en un cruce de bases de datos, se han descolocado todos. De lo orgullosos y contentos que andaban los jefes toda la mañana por lo bien que estaba saliendo todo.
Mis tres últimos post, que he escrito de pascuas a ramos, suenan un poco descorazonadores, espero que este lo arregle, porque cuando te lo curras, las cosas salen bien, aunque cueste, hoy he vuelto a darme cuenta, aunque a veces se me olvide.

lunes, 6 de octubre de 2008

Que ajjjjjjko de todo

El fin de semana se ha ido volando. No me ha dado tiempo ni a darme cuenta de que era fin de semana entre tanta cosa. Que asco que lo bueno pase tan rápido. Que asco de lunes, que asco de atasco esta mañana. Y yo creo que me estoy poniendo mala. Que asco, me encuentro fatal hoy. Que asco de todo. AJ

viernes, 3 de octubre de 2008

Cansada, agobiada pero contenta

Llevo una semana con tanto trabajo, tantas historias, tantos marrones, que no puedo ni explicaroslo.
No he podido escribir, eso ya lo sabéis, pero es que tres días de la semana no he tenido tiempo de comer a mediodia, no he salido con luz solar ni un sólo día de trabajar, no he hecho ni atendido llamadas personales, él está enfermo y casi no he podido ni preguntarle qué tal está...no he podido pensar más que en el trabajo y dedicarme más que a eso, al trabajo. Y hasta el día 10 de octubre mi ritmo va a ser este, sin respiro.
Pero mientras preparamos lo que se nos avecina el día 10, que está generando un curro descomunal, estoy aprendiendo un montón de cosas nuevas, estoy viendo gente diferente cada rato, estoy dejando la piel haciendo cosas que me gustan, como escribir un guión de un vídeo, como hacer discursos poniendo todo el corazón en ellos, como elaborar mensajes que sean claros, que lleguen, como coordinar logísticas dispersas y hacer que cosas que parecen imposibles, funcionen...
Y estoy divirtiéndome con mi equipo, cosa que hacía tiempo que no conseguía. Estoy trabajando como una mula, pero a gusto, que siempre es muy diferente a hacerlo sin disfrutar.