lunes, 30 de marzo de 2009

Humor de perros de lunes gris

Después del sábado de intensa vida social en el andamio rosa tuve un domingo hiperactivo, no sé cuántisimas cosas hice, pero no paré quieta en todo el día. Todo eso sumado a los madrugones y el cambio de hora han provocado un humor de perros de lunes gris, cansancio existencial y pocas ganas de casi nada.
Espero poder acostarme temprano y descansar, porque la última semana antes de irme de vacaciones es siempre de muerte y eso es lo que me espera esta semana.

sábado, 28 de marzo de 2009

Sábado ojeroso en andamio rosa

Esta semana los madrugones estresados no me han respetado ni el sábado y a las siete y media estaba danzando. Parece mentira, porque no me acosté pronto y porque llevo toda la semana levantándome más cerca de las seis que de las siete, y sin parar de hacer cosas, pero la vida es así: no podía dormir más y me he levantado (quién me ha visto y quién me ve a veces).
Hoy tengo un bautizo al que, claramente, voy a ir arrastrando ojeras y con cara de culo, pero no puedo hacer más. Y esta noche tenemos barbacoa en casa, para rematar este sábado de vida social intensa, e imagino que cuando la gente empiece a llegar al filo de las nueve, tendré, además de las ojeras todavía más marcadas y de la cara de culo aun más intensa, dolor de pies, después de todo el día subida en el andamio (porque al bautizo voy de traje de chaqueta y los trajes de chaqueta necesitan de un andamio, qué le vamos a hacer).

viernes, 27 de marzo de 2009

Términos y expresiones que...

Hay términos y expresiones que de tan manidos se me han quedado vacíos:
Retener talento
Generar orgullo de pertenencia
Conciliación
Gestión de las personas
Liderazgo
Valores
Misión, visión
Flexibilidad
Plan de Comunicación
Marketing Mix
Estrategia o peor Business Strategy
Presentación

Hay otros que directamente me repatean:
Grupo de Trabajo Transversal
Benchmark
Ilusión
Compromiso
Alto Potencial
Autorresponsabilidad
Lanzamiento
Customer centre
Prescriptor
Key Opinion Leader - KOL
Key Account Manager – KAM
Key Institutional Manager – KIM
Q&A
Especialista en…

miércoles, 25 de marzo de 2009

La bruja del cuento corporativo

Como soy tan dormilona nunca he creído en aquello de que a quién madruga dios le ayuda...pero esta mañana, en la que estoy de un inusitado buen humor después de haberme levantado a las seis de la mañana tras una noche sin pegar ojo, parece que los astros están alineados. La diferencia de opiniones que desató la tormenta y tensión posterior en la reunión del lunes por la mañana prácticamente se ha zanjado: al final va a tener razón mi sita-jefa- cuando asegura que pegar tres gritos pone a la gente en su sitio. No es para nada mi estilo pegar gritos, ni siquiera discutir, pero el lunes me sacaron de mis casillas dándome donde más me duele: en mi equipo. Y perdí un poco los nervios, y la discusión me dejó un sabor de boca muy amargo y la sensación de haberme convertido durante un rato en la bruja del cuento corporativo.
De bruja del cuento corporativo me transformé en cenicienta casera en menos de lo que se tarda en recorrer el espacio que separa mi oficina del Nidito, y cuando llegué a casa estaba con los ánimos por los suelos y esa noche no dormí bien, nerviosa, con continuadas pesadillas en las que volvía a enfrentarme en múltiples reuniones que empezaban de madrugada, a diferentes duelos al amanecer interdepartamentales.
Pero llevo ya dos noches sin dormir bien, así que quizás debería asumir que estoy nerviosa, además de mosqueada por lo del lunes, aunque no quería. Demasiados proyectos solapados, y demasiadas noticias por confirmar.
Una cosa si se confirma: cuando estoy nerviosa, cuando estoy cabreada, cuando estoy triste, cuando mi vida se tuerce, mi creatividad y mis ganas de escribir se multiplican. Como siempre dice mi madre, qué dinero hemos ahorrado en psicoanalistas gracias a los diarios que he escrito durante toda mi vida. Bueno, y ahora al blog, claro.

martes, 24 de marzo de 2009

A veces pienso en cerrar

Cuando leí que Curro cerraba el blog, o mejor dicho lo entornaba, porque va a seguir colgando sus artículos, le entendí por completo. De escribir a diario he pasado a no poder hacerlo casi ni una vez a la semana. Y me pesa. Me he planteado echarle un candado temporal, pero no termino de decidirme: "Quizás, sólo quizás, la semana que viene tenga menos reuniones. Quizás haya menos marrones esperando los lunes a primera hora en la bandeja de entrada del correo electrónico. Quizás no viaje tanto. Quizás no necesite discutir con nadie para poder hacer mi trabajo. Quizás tenga un poco más de tiempo. Quizás...".
Las semanas se suceden y el milagro del tiempo sigue sin darse: los días siguen teniendo 24 horas y las horas siguen teniendo 60 minutos, por más que yo tire de un lado o de otro.
Estaba tan agotada mentalmente la semana pasada, que al puente del padre, sólo le pedí irme de viaje sin ordenador, sin correo electrónico y sin teléfono y funcionó y pude disfrutar de tres días en Lisboa alejada de la realidad y conectada conmigo misma.
Lisboa me ha gustado mucho, aunque el tráfico es casi peor que en Madrid -tardamos más de una hora en entrar en la ciudad, cruzar el impresionante Puente del 25 de abril y llegar a nuestro hotel- y la Plaza do Comercio (calificada según mi guía de viaje, como "La Plaza más hermosa del Mundo") estaba en obras.
Aun quedan mercerías de las de antes, que ya es casi imposible encontrar en muchas zonas de España y hay tantas zapaterías que no me daban los ojos para mirar los escaparates. Y el Barrio Alto, que es como una especie de la Latina pero en portugués es muy agradable, con un montón de tiendas pequeñitas y de restaurantes minúsculos, acogedores y bulliciosos. Perfecta la cena romántica y buenísima en el restaurante O Barrigas, que os recomiendo muchísimo si vais de viaje a Lisboa.
Había tantos españoles por la calle, que casi he oído hablar más español que portugués. Sólo puedo recordar esa canción de Sabina, divertísima, que cada poco tiempo podemos volver a reutilizar: "¡Joder con la crisis!, ¿dónde está la crisis?".
Resumiendo, que el puente me ha sabido a poco, que he vuelto con fuerzas renovadas, aunque hay veces que una sola reunión de lunes por la mañana se puede torcer tanto que las fuerzas, por muy renovadas que estén, se van al traste, pero...por mucho que duela...después de ese lunes chungo, viene un martes, con un poco más de aire, con una noticia excelente en sí misma que si se concreta será la leche y que no puedo contar porque no quiero que se gafe, y...con sólo nueve días laborables por delante antes de la Semana Santa.
Decidido: no cierro el blog.

lunes, 16 de marzo de 2009

Me he quitado los calcetines

No suele ser antes de Semana Santa, pero hay un punto sin retorno en la primavera, que en 2009 ya ha llegado y ha llegado, precisamente, este fin de semana: me he quitado los calcetines y me plantado los zapatos de verano. Y estoy encantada de la vida.

sábado, 14 de marzo de 2009

El sábado que perdí los apuntes

Lo de los apuntes sucedió exactamente así:
Era sábado y habíamos reservado un aula de estudio en el IE de 11.00h a 15h. en uno de los edificios que tiene la institución para que se reunan sus alumnos. En una escuela de negocio en la que se ha estandarizado el método del caso como método de aprendizaje, las aulas de reunión son absolutamente básicas para que los grupos de trabajo podamos juntarnos a debatir, discutir, releer varias veces los casos y reescribir aun más veces nuestras presentaciones de ppt, ese programa infernal que se ha instalado en nuestras vidas como una tía pesada.
Odio el ppt, pero esa es otra historia.
A las 14.30h dos de mis compañeros y yo, los que quedábamos del grupo, hartos de darle vueltas y más vueltas a un caso de marketing sobre el lanzamiento de un nuevo cloro concentrado para piscinas privadas en la zona cálida de los Estados Unidos- apasionante, lo sé- salimos a comer al bar de enfrente dejando carpetas, apuntes, rotuladores, mochilas y cuadernos en el aula 407. Si me llevé el bolso fue un milgro. Tenía que cambiar el ticket del aparcamiento del coche. Pensábamos seguir después, aun nos quedaba bastante.
Comimos, charlamos, criticamos a algunos de nuestros ex-novios y 40 minutos después regresábamos contentos y despejados para proseguir con nuestra rutina de sábado.
Sorpresa: la verja del edificio estaba cerrada con siete candados, todo apagado, y un perro guardian era el único ser vivo que estaba del mismo lado de la verja que nuestros apuntes.
Fantástico. Eran las 15.15h de un sábado y estábamos con cara de gilipollas en María de Molina sin soluciones.
Recorrimos varios de los edificios del campus. Nadie nos dió más solución que esperar al lunes a las 9h. de la mañana, hora oficial en que los siete candados de la verja se abrían y el perro guardián daba paso al guardian con cara de perro.
Nuestros papeles, si es que no los tiraban, estarían depositados en objetos perdidos hasta entonces.
Tuvimos un momento de duda y pánico en el que además de los papeles literalmente perdidos casi perdemos también los papeles más hipoteticamente hablando, porque, como sucede en estas historias, nos separaban sólo cuatro días del temido examen de Marketing y nuestros apuntes de clase, notas ténicas y demás materiales de apoyo no volverían a nuestras manos hasta el lunes. En mi caso, que viajaba a Barcelona el domingo por la tarde por trabajo, no sería hasta el miércoles que volviese a ver mi carpeta verde.
Como para pegarse un tiro allí mismo, frente al perro.

sábado, 7 de marzo de 2009

30 años no es nada...

Ayer cumplió años mi amiga Paula. 30 años. No pudimos hacer una gran celebración porque ella estaba fuera de España, pero, desde aquí yo brindé mentalmente por su entrada en el Club de las Treintañeras, la segunda justo detrás de mi.
Porque, como ya os conté en Una historia de amistad, Paula y yo nacimos con 15 días de diferencia y somos amigas desde que estábamos en el útero de nuestras madres -amigas entre ellas-. Ya paséabamos en barrigas paralelas entonces, y seguimos paseando ahora que ambas hemos entrado en el club de las treintañeras. Las dos estamos absolutamente sorprendidas de tener 30 años - y una vida tan inestable, añadiría ella si pudiera estar escribiendo aquí conmigo-. Por casualidades de esas que tiene la vida, Paula y yo trabajamos en el mismo edificio de Madrid. Anda que no hay edificios de oficinas en Madrid, anda que no hay barrios y anda que no hay zonas, pues nosotras fuimos a caer, cada una por su lado, en empresas completamente distintas, y no pudiendo dedicarnos a cosas más diferentes -yo soy periodista y ella es ingeniera de telecomunicaciones, para que os hagáis una idea de cuan lejanos podrían estar nuestros caminos laborales-así que nos vemos casi a diario. Siempre podemos salir a tomar un café rápido, comer juntas o darnos un garbeo si nos agobiamos. Esta semana ella estaba de viaje de curro en Suiza, y yo en París, pero nos hemos mandado bastantes mensajes -siempre estamos muy en contacto- quejándonos del mal tiempo y celebrando la llegada de los 30 años entre felices y agobiadas.
Aun no sé qué día vamos a hacer esa celebración por todo lo alto que merece este cumple, pero seguro que será pronto: Bienvenida a los 30 PAULA, MUCHÍSIMAS FELICIDADES Y ¿dónde hay que firmar por otros 30 años de amistad como estos?.

Soleado París y el último resfriado del invierno (eso espero)

Ayer pasé el día de la cama al sofá y del sofá a la cama, rodeada de pañuelos de papel, zumos de naranja, sopas, botellas de agua, cajas que contenían paracetamol y malestar general: me he resfriado, como no podía ser de otro modo, con tanto cambio de temperatura, de ciudad y de altitud.
La semana ha sido un cambio constante. El sábado y domingo era casi primavera en Madrid. El domingo por la tarde me fui a París. Por supuesto tuve retraso, y pasé horas en la T4 -me reafirmé en todas esas razones que hacen que odie viajar en avión-.
En París me hizo un tiempo increíble, sol y bastante buena temperatura -tan buena, que salí demasiado fresca a pasear y cuando se fue el sol, me quedé helada-. Y en el avión de vuelta también pasé frío.
Como la central de mi empresa está en París, viajo a la capital francesa de cuando en cuando, por reuniones, formaciones u otro motivos. Normalmente me alojo en hoteles muy mediocres, porque o son muy viejos, o están decorados con muy mal gusto, o ambas cosas, pero hemos descubierto un sitio fantástico esta vez, un pequeño y coqueto Meliá pegado a Notre Dam, el Hotel Colbert que os recomiendo si os alojáis en París.
Además, mi amigo Pedro -al que tanto tanto tanto echo de menos en mi día a día en el trabajo desde que cambió nuestra tranquila y pequeña oficina de Madrid por la inmensa y tumultuosa central en París - nos llevó a cenar a un sitio chulísimo: un restaurante italiano, Barlotti.
Volviendo al cambiante tiempo, el miércoles y jueves en Madrid el viento azotaba sin piedad y era un viento de nieve, completamente helador. El jueves, además, hubo tormentas, y me mojé camino de clase.
Tenía todas las papeletas para agarrar un buen resfriado y, si, lo pillé. Ayer dormí gran parte del día y me dejé querer. Hoy parece que me he levantado un poco mejor. Llevo un invierno malo, debo de andar con las defensas bajas. Sólo espero que este sea el último resfriado de este crudo invierno de 2009.

jueves, 5 de marzo de 2009

El espejismo de la primavera

Tengo ganas de tener tiempo de leer una buena novela.
Y de ir al teatro. Y a un concierto.
De tomarme un café entre semana con una amiga sin necesidad de salir corriendo.
Más ganas todavía de estar en una terracita con cervecita y tapita. Sin abrigo, sin bufanda, sin botas, y sobretodo sin cara de ajo pocho.
Parecía que la primavera ya estaba aquí, pero ha sido un espejismo.
Me estoy resfriando y, como no, coincide con fin de semana, para no faltar a mi costumbre, ya arraigada de enfermarme en vacaciones y días libres y nunca faltar al trabajo.