
Pero el mes de agosto, la mayor parte de estos pequeños –algunos muy pequeños- comercios están cerrados por vacaciones, también algunos de los bares lo están, y el barrio ha perdido un poco de encanto y un mucho de ritmo. Quedan algunas cositas abiertas, y, por supuesto, aguantan los supermercados y la panadería grande que tiene el Monoprix fuera, pero resulta un poco triste ir por la calle contemplando todas las persianas de los comercios cerradas a cal y canto, sin apenas movimiento de gente, mas que algunos turistas despistados que pasean con miradas curiosas y se sientan a tomar un café en alguna de las terrazas del Boulevard Pasteur.
Y yo que creía que era España la que se paralizaba en agosto –y podemos decir que cada vez menos-. La vida nunca deja de sorprenderme.
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