sábado, 23 de mayo de 2009

El día siempre puede ser peor

Ese día llegue a casa absolutamente muerta. Me dolían los pies después de todo el día con el taconazo, quería quitarme el traje, me pesaba el bolso, y me dolía la cabeza un horror. Entré por la puerta de la zona común arrastrando mis bártulos y deseando llegar a casita, ver a mi santo, y relajarme en el sofá: nada podía ser peor que aquel día en la oficina, que afortunadamente había pasado.
Pero no.
Siempre puede ser peor.
Y siempre me olvido de que puede ser peor.
Según me acercaba al portal vi las ventanas de casa. Y recordé que mi santo me había puesto un sms a mediodia que yo no había procesado del todo que decía: "Princesa, tengo una sorpresa, han venido a poner la doble ventana.". Y claro que estaba sorprendida. Nos habían puesto doble ventana, si, pero ventanas ahumadas. No sé veía lo que había dentro. Y una vez dentro, tampoco se veía lo que había fuera, claro está.
Me dió un ataque allí mismo. Soy una obsesionada de la luminosidad, de los grandes ventanales,de los balcones, de las terrazas, de la luz en general. No podía creer que mi querido santo no hubiese parado a los obreros antes de que colocaran las ventanas. Pero como no estaba en casa, no podía más que enfadarme con la vida, que estaba jodida y torcida ese día. Sólo pude enviarle otro sms que decía: "Por qué COÑO tenemos ventanas opacas???". Le debí cortar el rollo de las cañas, seguro.
El día acababa todavía peor de lo que yo intuía y para colmo yo estaba como una loca.

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