domingo, 20 de febrero de 2011

Más de tres años

Me he dado cuenta que esta croqueta ha cumplido ya tres años. Qué increíble. No lo hubiera dicho. Y hemos pasado por muchas fases juntas. He consultado la fecha de creación precisamente porque estaba echando un ojo a las nuevas funciones -muchas- que quizás pueda activar, ya que todo evoluciona, porque este blog no va a hacerlo.
Cuando empecé a escribir en la croqueta, o para la croqueta, no tenía cuenta de Facebook, ni sabía lo que era Twitter, ni Linkedin. Empezaba a vislumbrar una nueva faceta de la vida, la digital, que me resultaba fascinante y desconocida por igual, no tenía muy claro como moverme en este nuevo entorno -muchas veces sigo teniendo esas mismas dudas, eso también es verdad- y no me imaginaba que terminaría por estar completamente presente en esa especie de doble vida que nos ofrece la realidad digital, y que iba a ser muy activa en ella.
Hace unos días he leído el promedio de horas (ya no recuerdo la cifra) que pasamos al año en las redes sociales, y el artículo decía que invirtiendo ese mismo número de horas se podría aprender un idioma un año.
Fascinante.
Aterrador.
Y sobretodo curioso.

lunes, 14 de febrero de 2011

Un cumple distinto

No me había preocupado mucho en pensar cómo iba a celebrar mi 32 cumpleaños, y sin querer me surgió un plan diferente: una visita al Parque Nacional de Cabañeros con mis cuñados y mis sobrinos.
Desde luego, jamás hubiera pensado pasar mi cumpleaños así, y aun no sé si son los años que van pasando, o la maternidad, o el cambio de ciclo vital que estoy sufriendo -disfrutando, según se mire- pero debo confesar que pasé mi 32 cumpleaños, que además caía en sábado (hace unos años hubiera matado porque mi día fuese sábado) en el campo y que me gustó, me gustó muchísimo. Disfruté de la cena improvisada la noche anterior en la casa rural, del fuego que hizo mi santo, del madrugón a las siete de la mañana (qué limpio estaba el cielo, y el aire, y el día), de mis sobrinos cantando a grito pelado el cumpleaños feliz antes de salir el sol -y la enana dando palmas feliz de ver tanta fiesta a su alrededor-, y del paseo en jeep por el parque, con esos tres enanos de entre tres años y nueve meses y sus cambios de humor a lo largo de la mañana.
Precioso el paisaje, los sonidos del parque, los olores del bosque mediterráneo, las cigüeñas, las grullas, y las aves rapaces.
Me dio por pensar en que hay tantas posibilidades de vivir y ganarse la vida, que no merece la pena agobiarse pensando en que has perdido una.

viernes, 11 de febrero de 2011

De vuelta (y media)

En menos de un año he vivido en París y en Madrid.
He estado embarazada en dos países diferentes.
He engordado 25 kilos y adelgazado 20.
He vivido un parto de 25 horas que parecía no tener final.
He tenido una niña.
Me he desesperado, y maravillado por igual dando la teta.
He llorado y he reído con y sin motivos aparentes.
Me he sentido del todo imprescindible y absolutamente prescindible.
Dos de mis mejores amigos y apoyos están un poco más lejos: mi hermana boliviana ha vuelto a Bolivia y mi nene se ha mudado a Barcelona. Los siento igual de lejos y de cerca según el momento del día.
Mi pareja ha cambiado de profesión.
Y yo estoy en el paro.
Y a pesar de todo esto, no parezco estar del todo desequilibrada. Creo que saldré.