martes, 15 de diciembre de 2009

Mi última noche en París

Esta es mi última noche en París.
Tengo muchas ganas de volver a casa. Pero tengo también esa sensación extraña, esa especie de vacío en el estómago, ese nerviosismo inexplicable de cuando cierras una etapa, y dejas algo atrás.
Cuando tome la decisión de venirme lo hice con mucha ilusión, con mucha esperanza, con muchas ganas de divertirme, de ver cosas diferentes, de quizás, quién sabe, quedarme, si el trabajo me gustaba, si surgía una buena oportunidad, si sentía que esto podía ser la vida que quería vivir.
No quiero quedarme y aun así la experiencia ha sido más que positiva, porque me he conocido mucho más a mí misma, porque sé que podría trabajar aquí si quisiera, porque ahora tengo la certeza de que tengo la capacidad y que incluso podría llegar a divertirme y a disfrutarlo.
Pero si he decidido no quedarme es, entre otras cosas, porque soy mucho más consciente de dónde quiero estar y sobretodo de con quién quiero estar. Porque soy menos ambiciosa de lo que creía. Porque el trabajo es muy importante para mí, pero hay otras muchas cosas importantes para mí. Porque me gusta mi vida: mis amigos, mi familia, mi trabajo, mi casa, mis planes. Porque soy feliz con todo lo que tengo y quiero seguir siéndolo con lo que está por llegar. Porque la vida puede ser marvaillosa y yo quiero continuar exprimiéndola.