martes, 2 de noviembre de 2010

Herencia genética ante las situaciones de estrés

Herencia genética o aprendizaje, no lo sé. Quizás mezcla de ambas. De mi madre he heredado las ganas de vomitar cuando estoy estresada. De mi padre el insomnio al amanecer. Y, aquí me encuentro, con el estómago revuelto y los ojos como los de un búho al filo de las cuatro y media de la mañana. Un día de estos contaré lo que me pasa: aun lo estoy digiriendo.

lunes, 25 de octubre de 2010

Murcia, qué hermosa eres

Hay momentos en la vida que se anuncian históricos, y que luego resultan ser un fiasco. Y momentos en la vida que se anuncian históricos, y que superan las expectativas que habías puesto en ellos.
En octubre se ha casado una de mis mejores amigas de toda la vida, y ya sabéis el respeto que le tengo a las amistades ancestrales. Mi amiga de Londres, bueno, es mi amiga de Murcia, pero que vive en Londres, donde se enamoró de un murciano con el que se ha casado en Murcia.
Murcia es para mí el escenario de la más feliz y entrañable infancia, la ciudad donde forjé mis primeras grandes amistades, donde aun no había perdido ni una pizca de mi inocencia, donde siempre hacía buen tiempo, donde todo eran juegos, helados y risas. Murcia es, en resumen, mi Comala, pero, una vez más, he vuelto al lugar donde fui feliz, y este estado se ha repetido.
Cuando Blanca me dijo que se casaba fue súper-emocionante, y además, se suma, que coincidiendo en el tiempo, yo acababa de quedarme embarazada. Iba a ver pasar por el altar a mi amiga más moderna, hippie y loca, y además, yo, -la clásica y tradicional, dirían las malas lenguas-, llevaría a mi hija de seis meses a la boda, sin papeles ni promesas por en medio.
Y la emoción no era sólo por verla vestida de blanco, dando el sí quiero al hombre que ha elegido para compartir su vida, si no porque, además, iba a reencontrarme con mis amigas del colegio, de la primerísima infancia, a algunas de ellas, las que había visto más recientemente, llevaba 14 años sin verlas…y a otras, eran cerca de 20 años los que nos separaban: y pensar que me da vértigo pensar que hace 10 años de cosas que yo recuerdo…imagínate 20.
Y resultó que nunca he estado en una boda más divertida en mí vida, que Blanca estaba aun más guapa de lo que yo pensaba que iba a estar, que toda la boda fue una fiesta, que están tan enamorados que ponen la carne de gallina, que jamás pensé que volver a ver a mis compañeras del cole iba a hacerme sentir tan fantásticamente bien, que fue como estar de nuevo en el patio vestidas de uniforme jugando juntas, que da gusto ver la evolución de las personas que alguna vez te han importado, que regresé a Madrid con un buen sabor de boca inexplicable, y con muchas muchas ganas de volver a mi particular Comala: Murcia, qué hermosa eres.

viernes, 1 de octubre de 2010

"Pre-parados"

Había leído muy por encima, en la portada de El País, las entradillas de la serie que está dedicando a jóvenes españoles que han pasado de estudiantes a parados en este ciclo de crisis económica y laboral en nuestro país. Me gustó el título "Pre-parados", siempre me han gustado los juegos de palabras y las ironías, por eso quizá reparé en el reportaje una mañana que navegaba por la página del periódico.
Es verdad que no me había parado a leer ninguno de ellos con detenimiento. Esta mañana, en la que he madrugado aunque sea sábado, y en la que estoy disfrutando de un ratito para mí, he leído uno de los capítulos y he recordado una época de mi vida en la que bromeaba habitualmente diciendo que iba a pasar de ser becaria a prejubilada como las cosas siguieran así. Esto no sucedió, pero tengo que decir que busqué trabajo hasta debajo de las piedras, que hice prácticas desde el primer curso de la carrera, que estudié dos titulaciones para poder seguir haciendo prácticas dos años más y acceder a una beca Erasmus que era algo que se me había quedado en el tintero en la primera carrera, conociendo a gente, aprendiendo y haciendo contactos. Que empecé una carrera nueva más -políticas por la UNED, ni siquiera me compré los libros- para poder continuar siendo becaria unos meses más en una empresa en la que me interesaba seguir para adquirir más conocimientos y que nunca he dicho que no a una propuesta de trabajo por mucho pánico que me diese el cambio. Y que en todas y cada una de esas prácticas, remuneradas o no (la mayoría no lo fueron) lo di todo, sin quejarme, con buena disposición y con una sonrisa en la cara.
Gracias a esos años que ahora recuerdo como intensos y felices me preparé para la vida real en el trabajo y aprendí algunas cosas que me han servido después para afrontarla: la vida no es justa. El trabajo ideal no existe. Siempre hay labores que no te va a gustar hacer, por eso se llama trabajo y te pagan por hacerlo (si no, se llamarían vacaciones y pagarías tú, como solía decir una de mis jefas). Nadie regala nada. Cuanto más cobras más marrones te comes. Hay que tener una mentalidad abierta. Debes tomar las cosas con el mejor humor posible.

"Lo más triste es que no nos quieren ni trabajando gratis". Una de las frases del reportaje que está publicado en el medio hoy. Me ha hecho pensar en los últimos procesos de selección de becarios que hemos hecho en mi departamento. Trabajo en una empresa en la que las becas no sólo se pagan si no que además los becarios tienen derecho a muchos de los beneficios sociales -formación en idiomas, tickets restaurante...- y una ayuda para hacer un curso superior ó de especialización.
Puedo decir que a pesar de estar muy bien remuneradas - cuántas veces habré dicho yo en tono jocoso "a que me quito de técnico y me meto a becaria"- nos ha costado encontrar gente que quiera trabajar con nosotros. Desconozco si hay piñas para trabajar en otros departamentos, pero, por la razón que sea, en el de Comunicación, no tenemos demanda. Siempre he creído que se trataba de una mezcla de desconocimiento y de miedo a lo diferente, de que un joven e ilusionado estudiante de Periodismo, o de Publicidad, o de Comunicación Audiovisual, lo que quiere es trabajar en un periódico, en una radio, diseñar las campañas de coca-cola, o ser director de cine, ya que estas carreras tienen un alto componente de vocación, y porque no decirlo, también de utopía. Pero también es verdad que siempre me he preguntado si ahora, casi una década después de que yo estudiara, no les cuentan a los estudiantes en las facultades que los departamentos de comunicación de la empresa privada son una opción, muy buena además, en la que aprender y formarse, y la que quizás labrarse un futuro. No sé si se lo cuentan o no, lo que sé es que en los cinco años que llevo en la compañía apenas hemos recibido CVs de aspirantes a trabajar con nosotros, los procesos para seleccionar becarios nos han resultado muy áridos por los pocos candidatos que se han presentado, y además, hemos tenido alguna mala experiencia con los seleccionados.
Quizás yo estoy del todo equivocada, pero me sorprende la actitud que nos hemos encontrado en muchos de esos jóvenes que emprenden su trayectoria laboral: de queja constante, de nula iniciativa, de demanda de derechos habitual pero sin asumir ninguna responsabilidad, de justificación de los errores continua pero cero ganas de aprender a enmendarlos. Y muchas veces me he preguntado como esto era posible, cuando estamos hablando de personas con las que me llevo cinco, como mucho diez, años y casi no puedo decir ni que nos separe una generación.
No sólo en mi experiencia laboral, si no a mi alrededor -tengo una hermana cinco años menor que yo- me encuentro con gente que renuncia a empleos por sueldos bajos, porque están muy lejos de su casa, porque les piden que hagan tareas distintas a las funciones para que las que fueron contratados, porque tienen que hacer más de ocho horas, porque el trabajo no es exactamente el de sus sueños, por un jefe que a veces grita, y un montón más de razones que a mí no me caben en la cabeza.

Por supuesto, no digo que no lo tengan difícil -que lo tienen-, no digo que la crisis no sea una putada -que lo es- ni digo que sean así todos los jóvenes de hoy -no son todos ni mucho menos, si no ¿qué esperanza podría tener yo en la raza humana?-, lo que digo es que me da pena que la radiografía de la juventud española -al menos la que nos está presentando El País- sea esta: estudiantes que piensan que sólo saliendo de España tienen futuro, jóvenes que opinan que tener una carrera es un seguro de vida y estudiar una oposición el primer paso para la vida eterna, que creen que nunca van a tener una oportunidad, o que en nuestro país sólo funcionan los enchufes para colocarse.

De todo eso hay algo, no lo niego, pero también creo que sólo en sus manos está convertirlo en diferente.

domingo, 5 de septiembre de 2010

El final del verano

La respuesta es NO, o más bien, no tengo paciencia. El iphone me ha servido para sentirme conectada este verano, pero nada más, la pobre croqueta ha estado abandonada los últimos meses, como la mayor parte de mis antiguos hobbies y quehaceres diarios.

La gran duda: ¿Tiene sentido mantenerla?.¿Crear una nueva versión quizás?.¿Qué queda de la Cris que abrió la Croqueta llena de ilusión, deseosa de compartir, escritora compulsiva?. ¿Tendré tiempo de escribir?, peor aun, ¿sentiré esa necesidad?. ¿No me habré vuelto una madre previsible sin nada que contar más que lo relacionado con lo obvio de mi nueva condición?. Los próximos meses me lo dirán.
De momento, le doy una tregua al blog. Para resarcirme de estas dudas, he hecho una limpieza de aura de nuestros días: he revisado mis contactos del Facebook.

Estamos de vuelta en el Nidito, se acerca el final del verano, y mi incorporación al trabajo acecha. A ratos me ilumina y a ratos me deja sumida en la más oscura de las penumbras. Echo de menos la oficina, a algunos compañeros, disfrutar el trabajo, pero sé que lo mismo que ahora lo echo de menos, dentro de un mes estaré echándolo de más. Y me aburren las labores de la casa, la rutina hogareña y los compromisos post-parto, pero sé que cuando lleguen los viajes, los atascos, las prisas diarias, miraré con nostalgia hacia estos días de previsibles biberones, cambios de pañal y trasiego de baberos.

Pero...sólo puedo decir: el tiempo nos lo dirá y lo que tenga que ser será.


martes, 27 de julio de 2010

Novedades

He estado bastantes días sin conexión, de vacaciones-raras-descanso-maternal (que no sé yo por qué lo llamarán descanso si haces de todo menos descansar) en mi tierruca, disfrutando de las risas de Julia, del tiempo fresquito, del gustito que da al ponerse una chaqueta por la noche, o dormir tapada. No he tenido mucho tiempo para pensar que estaba desconectada del mundo, que es lo que tiene un bebé, que te ocupa todos los ratos libres, aunque sea sólo mirándolo, pero...por fin, en un viaje relámpago a la capital me he decidido y me he comprado un iphone, ahora sólo me queda investigarlo un poco para ver si puedo mantener mi croqueta desde mi nuevo cacharro.

jueves, 24 de junio de 2010

Un poco mala madre

Los dos días anteriores al concierto, estuve preocupadilla, pensando que no iba a poder disfrutar del primer plan nocturno con mi santo en meses, porque iba a estar pensando todo el tiempo en cómo estaría mi rana. Es cierto que yo ya he salido un par de veces sin ella -la primera a cenar con mis amigas a un japo cuando la ranita tenía un mes, y tuve que escuchar más de un comentario al respecto- pero la dejaba en casa con mi santo, que ha compartido con ella los mismos días de vida que yo, que conoce su postura para dormir, que sabe cómo darle un paseito relajante, que le prepara el biberón a la temperatura a la que ella está acostumbrada.
Me sentía un poco mala madre y doblemente gilipollas: mala madre primero por tener tantas ganas de salir a ver a Sabina en concierto en Las Ventas, gilipollas primero por preocuparme varios días antes del día de la salida, gilipollas después por no querer tampoco renunciar al plan. Lo perfecto hubiese sido, pensaba yo, clonarme y dejar a la Cris-madre en casa, y enviar a la Cris-fanática de Sabina -ese que canta- al concierto.
Como eso no podía ser, tuve que contentarme con un plan de suegra-canguro, y pasé todo el día nerviosa, como si del primer día de colegio se tratase.
A las 19h nos marchamos. La nena tiene dos meses así que lo mismo le da que nos vayamos que no, pero creo que ambos esperábamos unas lagrimillas o algo: pues no, Julia se quedo tan fresca y feliz en los brazos de su abuela y nosotros nos marchamos extraños.
La buena noticia es que aparcamos estupendamente, nos tomamos algo en mi bar preferido del barrio de Ventas, Casa Braulio, entramos en la plaza con tiempo, charlamos con amigos que también iban al concierto, y disfrutamos de tres horas del siempre enorme Sabina, sin acordarnos demasiado de que habíamos dejado a nuestro en bebe en casa. Y al llegar la encontramos dormida como una bendita en su moisés, encantada de la vida y a mí me dieron ganas de salir más amenudo con su padre. Debo ser muy pero que muy mala madre.

martes, 22 de junio de 2010

Para lo que no estaba preparada

Estaba preparada para tener un bebé, pero no para todo lo demás.
Lo difícil no es el embarazo, es esa sensación de que tu cuerpo ya no es del todo tuyo porque tienes que comer, pasear, dormir, descansar, no beber, no estresarte, pensando en una persona que no eres tú, y a la que ni siquiera conoces.
Lo duro no es el parto, es ese revolotear de gente desconocida que te mueve de un lado a otro, te clava agujas, te explora, te pide esfuerzo, te empuja, te aprieta, te habla en un idioma raro, sin ser tu muy consciente de lo que estás haciendo ni diciendo, eso si, lo estás haciendo y diciendo obediente como un preescolar bien domado.
Lo extraño no es dejar de tener “vida de pareja”, es que tu pareja ha dejado de ser lo que conocías hasta ese momento: lo que antes llamabas intimidad ha dejado de tener sentido, porque tu pareja, en este caso, el padre de tu hija, ha visto, conocido y compartido intimidades que ni siquiera sabías que existían, y cada centímetro de tu piel tiene ahora un carácter diferente, a sus ojos y a los tuyos.
No tener vida social parece, antes de tener un bebé, uno de los peores problemas a los que te vas a enfrentar, pero lo complicado es dejar de tener “tu” vida social, la que te gustaba, la que te llenaba, la que te estresaba pero habías elegido tú, para dar paso a una nueva vida social, llena de compromisos que a veces te apetecen y a veces no, llena de visitas programadas y de visitas sorpresa (que en más ocasiones de las que puedas pensar coinciden entre ellas, claro), con gente con la que apenas has intercambiado dos palabras antes de ahora, de repente interesada por detalles incomprensibles de tu nuevo estado.
No saber nada de nada sobre lo que le pasa a esa nueva y pequeña persona que ahora vive contigo es desconcertante, pero a esa incertidumbre se suma lo que es quizás más irritante, que todo aquel que está en un radio de 100 kilómetros a la redonda parece saberlo mejor que tú, ya sea tu madre, tu suegra, tu vecina, la dependienta del supermercado o esa señora que te encuentras en la farmacia.
Y lo más duro es darte cuenta que de repente tienes que dar cuentas de todo, estar siempre localizable, no tener una pizca de vida interior ni un resquicio de pensamientos secretos, porque aunque quieras continuar siendo la misma de siempre, ser independiente, ir y venir, tomar tus propias decisiones, ya no puedes, porque esas decisiones ahora implican a, al menos, otra persona, si no son dos, y de rebote a, al menos, dos familias, y ahora te das cuenta que no puedes marcharte sin más de casa a pasar un día entero perdida de tiendas, ni coger el coche y desaparecer unos días en algún hotelito ideal de una ciudad apasionante. Ahora eso es imposible, porque no sólo una pequeña y encantadora persona depende de ti, es que además, hay un montón de ojos pendientes de todos tus movimientos.

jueves, 10 de junio de 2010

Sustito de rana

Mientras la rana echa un sueño de amanecer en su cuco, me estoy entregando al placer de tomarme un café escuchando la radio y navegando un poco con Internet, leyendo los blogs y las páginas que me gustan, echando un ojo a las novedades de mis amigos en FB, revisando los correos...llevo unos días en casa de mis padres y aquí no suelo conectarme mucho, en una casa tan grande está todo muy lejos y tarde el doble en hacer todo: de subir hasta el ático a utilizar el ordenador, ni hablamos. Pero ayer cogí prestado el ordenador de la titina-odiosa y me lo bajé al salón y ahora puedo tener un ojo en la pantalla mientras el otro sigue con su rabillo el sueño de la pequeña rana.
La rana santa se despertó anoche con una rabieta. Mejor dicho ni siquiera se despertó. Pilló la rabieta en sueños. Fue justo después de darle el pecho, cerca de la medianoche, al minuto de posarla en su cuna, empezó a llorar de manera más que desconsolada, y yo casi me muero del susto: no llora nunca, y no sabía que hacer para que se callara. Después de dos o tres minutos eternos volvió a quedarse dormida y tranquila en mis brazos, pero yo ya no pude dormir en una hora, ni dejar de mirarla mientras dormía, intranquila de que le pasase algo desconocido para mí, asustada de quedarme profunda y no enterarme si le pasaba algo.
Lo que más me fascina de estas cosas es mi nueva aproximación a ellas: increíblemente no tengo sueño (de momento) aunque he dormido poco y ligero (el susto me llevo a dormir con la rana al lado y a abrir un ojo de vez en cuando para comprobar que ella estaba bien). La maternidad es día a día una caja de sorpresas.

lunes, 24 de mayo de 2010

Mi rana duerme como una persona mayor

Mi rana duerme como una persona mayor. Quiero decir que duerme por las noches, y pasa los días despierta prácticamente enteros. Esto es perfecto para el ánimo y el rostro: estoy de buen humor y luzco buena cara a diario porque descanso por las noches, pero fatal para la organización y la logística del hogar, de día no me da tiempo a nada, tengo mil cosas que hacer y la única forma de que esté tranquila es irnos de paseo, sea en coche, en carrito o en brazos.
En realidad no sé si es ella la que me contagia las ganas de salir pitando de casa, o soy yo quién se lo pega a ella, el caso es que no paramos en casa ni dos minutos si podemos evitarlo. Que se nos cae la casa encima, oye.
Además, la sensación de ser la peor de las marujas me sigue persiguiendo. Y lo que me queda. La casa, definitivamente y por si me quedaba alguna duda, no está hecha para mí. Menos mal que en septiembre dejo la faceta madre-responsable-del-hogar a tiempo completo.

viernes, 7 de mayo de 2010

Algunas de las razones por las que no actualizo

Por más que sea madre, ser maruja no es para mí...evidentemente no me queda otra que hacerme cargo de las tareas que el hogar con un bebé acarrea: lavadoras (parece imposible que una cosa tan pequeña manche tanto, ¿¿¿qué tenemos un bebé de tres semanas o un cerdito, o los tres cerditos???), limpieza (me he pasado 30 años justoficándole a mi madre que si no limpiaba el polvo, era porque no lo veía, pero en el embarazo empecé a verlo todo sucio, y según pasaban los meses me obsesionaba con los gérmenes...desde que ha nacido la ranita es ya mucho más que obsesivo: me parece que todo, absolutamente todo, está lleno de mierda y va a contaminarla), orden (si antes ya me parecía que había cosas por todos lados, ahora con un ser más en el Nidito, es un hecho, todo está por todos lados a todas horas y da lo mismo cuanto recojas, medio minuto después todo va a volver a estar donde no debe.

Tengo estos nuevos deberes, más tratar de dormir cuando ella duerme (hacerlo en otro momento es simplemente imposible) más la lactancia materna (que más vale que sea maravillosamente saludable y le duren los efectos hasta los 45 porque menudo "embolao", casi casi casi como el parto, un día con tiempo lo cuento) más las visitas (las deseadas ya sabéis que lo sois, no os deis por aludidos) y las llamadas (y no contesto ni el 20% de las que recibo, porque la mayor parte del tiempo tengo las dos manos ocupadas y aun no he aprendido a responder el teléfono con el pie) me ocupan 25 horas al día...

Y son sólo algunas de las razones por las que no actualizo el blog...hay más, pero no tengo tiempo de desarrollarlas.

miércoles, 28 de abril de 2010

un post diferente - para que a mi prima la rubia le regalen el vestido de novia

Este post es muy diferente a los habituales. Hoy os pido un favor, que entréis en el enlace y que votéis en la foto (es súper-sencillo, se vota haciendo click en las estrellitas azules de la parte superior izquierda) para que a mi prima la rubia le regalen el vestido de novia.

Seguro que no os cuesta nada, y para ella es muy importante (y lo importante para mi prima la rubia, es importante para mí también, claro).

La dirección es la siguiente: http://objetivocantabria.eldiariomontanes.es/fotos-pasorlla/nosotros-632683.html . Comprueba por favor que es la chica de la foto del post, ¡¡¡no vayamos a darle los votos a otros novios!!!
¡¡¡Muchas gracias a todos!!!!

lunes, 26 de abril de 2010

Bienvenida Julia

Asombrada.
Feliz.
Desconcertada.
Feliz.
Encantada.
Feliz.
Agobiada.
Feliz.
Sorprendida.
Feliz.
Confundida.
Feliz.
Extraña.
Feliz.
Nueva.
Feliz.
La de siempre.
Feliz.
Rodeada.
Feliz.
Sola.
Feliz.
Plena.
Feliz.
Vacía.
Feliz.
Arropada.
Feliz.
Abrumada.
Feliz.
Querida.
Feliz.

jueves, 1 de abril de 2010

Esperando en Madrid

Es la primera vez en mi vida que me quedo en Semana Santa en Madrid, y sin tener que trabajar. En mi familia es casi una tradición viajar en Semana Santa, y son unas vacaciones que solemos compartir mis padres, mis hermanas y yo, lejos de Santander y en la mayoría de las ocasiones, más en el sur que en el norte. Hemos pasado vacaciones increíbles por toda España: Granada, Sevilla, Cádiz, Murcia...y llevo, por lo menos los últimos cinco años sin currar en toda la semana, así que, sin poder viajar y de baja desde hace ya como diez días, todavía se me hace más raro no trabajar y no salir de vacaciones.

Pero este año, me he quedado en Madrid, porque salgo de cuentas en dos semanas. Bueno, dos semanas día arriba día abajo, porque según mi ginecólogo salgo de cuentas el día 10, según el ecográfo, el 14, según la tocóloga de la Seguridad Social el 15, y según mis cuentas el 8.
El caso es que estamos en Madrid, mi santo y yo, en un Madrid completamente desierto, esperando a Julia, por si le diera por visitarnos antes de tiempo. Por si la situación no fuese ya suficientemente extraña, mi madre también se ha quedado en casa, para acompañarme en el caso de una visita temprana de su nieta, mientras mi padre y mis hermanas disfrutan, unos de la nieve, otros de la playa. A mi madre casi he tenido que rogarle que se venga a casa, porque a ella no le apetecía mucho, y al final, ha accedido a venirse esta noche y pasar aquí el día mañana, pero después se vuelve a su casa, que es donde más agustito está, dice.

Aprovechando estos días en los que por no tener, no tengo ni citas médicas -te fríen a pruebas médicas cuando se acerca el momento del parto, pero si tocan vacaciones, ya te puedes poner de parto que las consultas de todo tipo están también de viaje- hemos decidido poner a punto el patio, después de este invierno tan largo y tan frío: hemos limpiado, y estamos reponiendo las plantas que se nos han muerto este año: bueno, yo doy más apoyo moral a la causa, porque el que se está pegando el palizón es mi santo, la verdad. Pero ya empieza a salir el sol y hemos podido empezar a salir un poquito fuera, a tomar el aperitivo, el café...hasta hemos inaugurado la temporada de barbacoas, aunque eso me da para otra croqueta. Da gusto disfrutar del comienzo del buen tiempo. ¿Qué hacer mientras esperas a que nazca tu primera hija?, pues eso, disfrutar de los primeros síntomas primaverales.

lunes, 15 de marzo de 2010

La bolsa para el hospital

Por fin he preparado la bolsa del hospital. Llevo tres meses escuchando a todo el mundo dándome la murga porque no la preparaba. Un poco por no oir a la gente y otro poco porque ahora sí siento que puedo ponerme de parte en cualquier momento, por fin, la he preparado, bueno, las he preparado, porque son dos, la mía y la de Julia, siguiendo un poco la lista que me dió la matrona, toda llena de glamour (discos empapadores, bragas de papel, crema para el culo, toallitas húmedas, un abanico, zapatillas viejas de estar en casa, baberos, calcetines y gorro para Julia, una toquilla...), un poco los consejos de las madres que me rodean (pijamas y bodies para que Julia esté como en casa y calentita en el hospital, y una ropita arreglada a la par que cómoda y sencilla de poner, para salir del hospital, que no sea de meter por la cabeza, que luego no podremos ponerla) y un poco mi propia intuición (un peine pequeño por si sale peluda como los padres, un chupete por si sale llorona y chupona, mini-pañales, una esponja para mí, ahora que estoy obsesionada con lavarme con esponja). A lo tonto, me pasé un buen rato con las bolsas: lo que me costó más fue "conjuntar" la ropa de Julia, bastante tengo con combinar los colores de mi ropa, como para preocuparme también de que hagan conjunto los suyos...

: (

Una semana de catarro.
Creo que nunca me había durado tanto uno.
Cada día estoy peor que el anterior.

viernes, 12 de marzo de 2010

Llevo mala desde el lunes

Llevo mala desde el lunes. Con un catarro de lo más vulgar. Primero dolor de garganta y el estómago mal, después un trancazo de mocos antológico. Con el embarazo sólo puedo tomar paracetamol, que curar, lo que se dice curar no cura. Y enjuagarme con agua de mar la nariz, para no ahogarme del todo. Por lo menos no he tenido fiebre.
Me duele todo el cuerpo, y paso más tiempo tumbada que en cualquier otra posición, porque este cuerpo dolorido ya no da para más.
En fin...a ver si me curo este fin de semana, y la que viene, aunque gorda y agotada, al menos no estoy constipada y la semana se me hace menos cuesta arriba.

martes, 9 de marzo de 2010

A partir de ahora todo va a ser diferente

Tenía que llegar, ya no puedo conducir, tengo demasiada tripa. Pensé que iba a ser antes, incluso, pero no, Julia me ha respetado hasta los ocho meses de embarazo, se porta bien, la enana.
La barriga me da con el volante y he perdido completamente la capacidad de movimiento (y la de reacción está también en franco deterioro, para que negarlo), así que, aunque me aterra, me muero del vértigo y no sé cómo voy a afrontarlo, esta semana, no me queda otra, empiezo a pensar en dejar de trabajar: mi cuerpo no da más de sí, y tengo que pensar en descansar y estar tranquila en casa, pensando sólo en la pequeña Julia (que tan pequeña no es, pesa ya más de dos kilos) y en mí. Estoy acostumbrada a pensar sólo en mí, a hacer todo lo que quiero, lo que me apetece, lo que me llena, disfruto de mi trabajo, mucho, de mi gente, de mi vida social, de buenas lecturas, de buenas películas, de escapadas a rincones apetecibles...no es que crea que vaya a dejar de disfrutar de todas esas cosas que me vuelven loca, pero, desdeluego, a partir de ahora todo va a ser diferente.

sábado, 6 de marzo de 2010

En este largo y frio invierno

Cuando por fin parecía que la cosa iba a mejorar un poco, después de tres semanas de curro de la muerte, con fin de fiesta el primero de marzo en Barcelona, dos días sin descansar, sin apenas tiempo de comer, con un palizón en el cuerpo increíble, regresamos a Madrid, el tiempo nos dió una tragua de un par de días, sin diluvio, con una temperatura bastante agradable...el largo invierno de mi embarazo ha vuelto a asomar la cara: otro frente, otro fin de semana lloviendo, nevando, helados...
Y yo, a punto de cargar una barriga de ocho meses, con el cuerpo cada vez más cansado, las piernas más hinchadas, los movimientos más limitados, sólo tengo ganas de sofá y manta, o de cama en su defecto. Bueno, de eso, y de que pase rápido este mes y salga ya Julia de su escondite.

sábado, 27 de febrero de 2010

La primera vez que vimos a Julia

La primera ecografía fue un desastre integral: nosotros no veíamos nada en aquella pantalla. En la segunda, sin embargo, nos pusimos contentísimos, el bebé se veía perfectamente: estaba como posando, de lado, con su cabecita, su cuerpecito, sus piernas y sus brazos en miniatura. Verdaderamente increíble. Pero, la gran emoción de la segunda eco, lo que toda la familia y amigos están esperando realmente, no es el perfil ideal del bebito, si no saber si el bichito es nene o nena, y el nuestro, escondió sus encantos durante toda la sesión de fotos, así que mi santo y yo volvimos a salir un poco decepcionados de la clínica.
Yo había decidido ya decorar la habitación en tonos blancos y beiges (porque yo, en ese sentido, soy bastante sosa) pero también es cierto, que en mis pocas visitas a tiendas prenatales hasta el momento, ya me había dado cuenta que toda la ropa de recién nacido es o azul, o rosa, o fea. Bueno, está en blanco, claro, pero no hay muchas posibilidades más.
Cuando ya estaba de más de cinco meses (incluso puede que fueran seis) volvimos a hacernos una ecografía: yo ya me habia mentalizado, y había mentalizado a mi entorno, de que quizás me había tocado un bebe con ganas de jugar al escondite y que era posible que nos quedásemos con ganas de saber hasta el mismisimo momento del parto.
Tengo que decir, que el señor ecógrafo al que voy es un poco bestia: dice las cosas a bocajarro, no se corta, y no es nada delicado: es el señor ecógrafo perfecto para mí porque a mi las chorradas no me van. Pero desde que le conozco, que hace ya como diez años, siempre he pensado que habrá mucha gente que se sienta agredida por su forma directa y tajante de decir las cosas.
El caso es que, allí estábamos mi santo y yo, él de pie, yo tumbada en la camilla, con la barriga al aire, y el señor ecógrafo llegó. Nos saludó, puso en marcha el aparato y...
"Hombreeeeeeeeee, es una niña", dijo, "Ya lo sabiais, ¿no?". Nosotros, con cara de bobos y al unísono: "Noooooooooo". "Hombreeeeeeeee, pues está clarísimo, mirad, esta es la vulva". Y, claramente, en la pantalla, lo único que se veía, en primer plano, era eso.
Y esa fue la primera vez que vimos a Julia.

Jamones y bragas

Una de las cosas que más me pregunta la gente es si tengo ganas de comer jamón. Bueno, quién dice jamón, dice lomo, salchichón, chorizo, cecina y una larga lista de embutidos ibéricos (ya que uno come embutidos, que sean ibéricos, claro) que como embarazada que no ha pasado la toxoplasmosis llevo 7 meses y medio sin comer (día arriba, día abajo).
La verdad es que conozco que muchas mujeres que han vivido su embarazo sin jamón como una auténtica pesadilla: a mí no me está costando tanto. Tengo más ganas de un buen sushi o de unos boquerones en vinagre que de comer jamón. Pero, en cualquier caso, ninguna de estas cosas me quita el sueño.
De lo que tengo ganas, pero ganas de verdad, es de vestirme de persona: volver a ponerme unos vaqueritos, unos buenos tacones, una camiseta y una chaqueta informal y sentirme estupenda para salir a dar una vuelta. O ponerme un traje de chaqueta, una camisa entallada y lista para asistir a una reunión. No hablemos de volver a ponerme un sujetador normal, de algodón, de Oysho, un tanga y un pijamita normal, con su pantalón de tela y su camiseta de cuello redondo y manga corta.
No es que yo sea una fashion victim, precisamente, pero no quiero volver a ver un vestido de punto ni unas botas planas en mucho, pero que mucho tiempo. En la hoguera de la noche de San Juan de este año, quemo las bragas de cuello alto de embarazada fijo. No voy a dejar ni una.

miércoles, 17 de febrero de 2010

¿Post más cortos, menos elaborados, pero más seguidos?

El problema principal que explica mi reiterada ausencia es que no tengo tiempo, porque al volver a mi vida madrileño, he vuelto a los horarios de oficina maratonianos, a las preocupaciones de curro constantes, a los marrones encadenados.
El cansancio, embarazada de siete meses, se multiplica, y hay muchos más días que me levanto como si me hubiera pasado un camión por encima, que esos otros días que me levanto bien.
Hoy es de los de camión a 120 por la autovía.
Pero estoy muy feliz.
Y tengo ganas de escribir.
Me estoy planteando post más cortos, menos elaborados, pero más seguidos.
¿Qué os parece?.

miércoles, 13 de enero de 2010

La vuelta al cole

Efectivamente: el lunes no pude llegar al trabajo, ni salir del Nidito, bloqueado por la nieve.
Trabajé desde casa, lo que me sirvió para, bendecir las tecnologías y el teletrabajo, y para limpiar el correo, que es una cosa que siempre lleva tiempo y aburre después de las vacaciones.
Pero el martes, si, el martes me reincorporé del todo a mi vida: a los asombrosos atascos de Madrid a las 7 de la mañana, al frío y a la lluvia que nos ha perseguido toda la semana en la ciudad, en este duro invierno como no se recordaba otro, a las noticias en la radio del coche cuando aun es de noche, a las historias que a veces dan miedo y a veces dan risa de la oficina, del departamento, de los compañeros. Al cansancio mortal al filo de las diez de la noche, que me deja kao en el sofá, después del madrugón, de los largos traslados en coche, de trabajar ocho horas, y de tener siempre algo urgente que hacer después de salir del curro.
Y contra todo pronóstico, ya es jueves, y lo único que puedo decir es cómo lo echaba de menos: todo; esta es mi vida y no quiero otra.
He vuelto del todo, sin duda.

domingo, 10 de enero de 2010

Volver

No sé en qué momento lo decidí, pero estas navidades me he tomado vacaciones hasta de mí misma. Tras mi última noche en París, tuve cuatro días de intensa vida social en Madrid -es lo que tiene volver a casa justo en esas fechas- y después me marché a Santander a pasar las fiestas en familia: sin ordenador, sin correos de la oficina, ni personales, sin estados de Facebook. Sin libros, sin más música que la que me pusiera la radio, sin leer un sólo día el periódico. Sin ganas de escribir, sin compromisos que no me apeteciesen, sin ningún pensamiento que no fuese descansar y disfrutar de los míos. Y así han sido las vacaciones: familiares, relajadas y llenas de buenos momentos.
Desde que regresé a Madrid he ido retomando alguno de mis vicios poco a poco: he leído un par de libros, he vuelto a conectarme a Internet, he ido de compras, he vuelto a cocinar, he visto las noticias, y he acudido a algún que otro compromiso social.
Y hoy se terminan las vacaciones. Mañana vuelvo a la oficina de Madrid, después de seis meses fuera: hay muchos cambios a mi alrededor, y no tengo ni idea de lo que voy a encontrarme durante los próximos meses; pero como yo estoy inmersa en una metamorfosis total de mí misma, por una vez, no es que no me den miedo estos cambios, es que no me están afectando casi nada.
Y además de volver a trabajar, y de regresar a mi vida, vuelvo a tener ganas de escribir.