jueves, 4 de septiembre de 2008

Yo de mayor quiero ser mi amiga Lou

Había venido mi amiga Lou. Lourdes vive en Alemania desde hace dos años por amor y en octubre se casa con su alemán. Creo que hay poca gente en mi vida que me provoque el buen rollo que me provoca Lourdes.
Una tarde con ella compensa con creces los meses que pasamos sin vernos.
La otra tarde, juntas, descubrimos ante la atenta mirada del Nene, -que se lo tragó todo sin rechistar-, que los hombres son todos iguales independientemente de la nacionalidad que refleje su pasaporte. Que, alemanes o españoles, pueden llegar de Ikea a las once de la noche y dedicir montar un armario de tres puertas y 90 kilos, pero ya puedes esperar seis meses para que cuelguen un marco de fotos en la pared. Que pueden dejarse la vida regando, abonando y desparasitando las plantas pero no cambian las sábanas en tres meses y les da lo mismo.
Que los hombres se obsesionan con una sola cosa, ya seas tú misma, la Play, la plantas, Ikea, el Iphone, o el fútbol y no los sacas de ahí hagas lo que hagas: le dedican a la uni-cosa cien por cien de su tiempo y cien por cien de su atención.
Estábamos tan ensimismadas en la conversación y tan entregadas que el tiempo pasó sin darnos cuenta y tuvo que ser el Nene, que como hombre que es dejó por unos segundos de venerar su nuevo Iphone, quién se diera cuenta que era de noche y que a las 21h. cierran el garaje de la empresa. Eran las nueve y diez.
Genial.
Mi coche estaba en el garaje del curro.
Mi ordenador portatil del curro, estaba dentro del coche, dentro del garaje del curro.
Mi billete de avión para viajar a las siete de la mañana del día siguiente a Barcelona, estaba dentro del portatil, que estaba dentro del coche, que estaba dentro del garaje del curro.
Entré en modo pánico durante los siguientes 15 minutos.
Pero...a veces, suplicar funciona y esta funcionó y pude sacar mi coche del garaje.
Cuando se me pasó el susto volví a pensar en Lou y en los buenos ratos que me hace pasar siempre, aunque me evidencie con su jodida franqueza poniéndome en la tesitura de decir cosas que jamás hubiese dicho de no ser por ella, y por su capacidad de llevar la escena, el guión y los protagonistas a su territorio con naturalidad. Y como no, acabamos soltando todo, naturales y encantados sin muchos aspavientos.
Lourdes es única, yo de mayor quiero ser como ella.

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