sábado, 27 de septiembre de 2008

Ordenar fotos es como ordenar la vida

Como estaba tan cansada después de una semana de infarto ayer me acosté como la cenicienta, incluso un poco antes porque no habían dado las doce. Salimos a tomar una cañas, con la intención de que me diera un poco el aire, pero en Villaviciosa hay fiestas y el pueblo estaba tan lleno y los bares tan imposibles que la intención me duró un suspiro y me volví a casa con olor a fritanga en la ropa y en el pelo y más agobiada de lo que me salí. Como me dormí tan pronto, he amanecido a las ocho de la mañana. He debido ponerme a trabajar porque tengo un colapso de temas que no sé cómo voy a solucionar, pero, en lugar de eso, he sacado las cajas de las fotos que me he traído de casa de mis padres, tratando de poner orden.
Me encanta ver fotos antiguas.
Y ordenarlas lleva su tiempo, pero también tiene mucha gracia. Hoy he colocado en un album precioso que me regalaron hace un par de años y tenía sin estrenar las de mi Erasmus, que no os puedo explicar los recuerdos que me traen, casi ya como de otra vida- y un par de viajes increíbles a Bélgica y Londres durante ese año tan loco, tan diferente, tan feliz. He rescatado algunas de fiestas -una de disfraces de los años 30, cumpleaños y bares- y escapadas -cuatro días divertidisímos en Cádiz; un fin de semana en Cuenca; otro en Córdoba, un viaje relámpago a Estambul- de mis años de carrera en las que nos reímos tanto que mis amigas y yo tenemos la cara desencajada en la mayoría de ellas. He separado algunas para poner en marcos, ahora que estamos en plena fase de decoración de las paredes del Nidito.
Hasta me he atrevido hasta con esas que escondí un día hace ya más de un año y medio al fondo del armario y creía que nunca iba a poder volver a sacar y mirar. No soy de tirar ni romper fotos, me da mucha pena, pero hubo un momento en mi vida en que me dije: o quito esas fotos de los marcos, de la pared y de mi vista o voy a volverme loca. Recuerdo que mis mejores amigas casi sin atreverse me preguntaban cuándo iba a quitarlas...pero al principio no podía. Un día me levanté con fuerzas y las quité todas y terminaron en una caja al fondo del armario. Han soportado la mudanza, pero no las había mirado todavía.
Hoy ha sido el día. Las he ordenado y he tomado la decisión de ponerlas en un álbum como parte de mi vida que son. No sólo no me ha dolido, si no que me ha gustado verlas, repasarlas con cariño gracias a la perspectiva que hoy me brinda el destino.
No he terminado mi trabajo de orden, entre otras cosas porque necesito más álbumes para colocar las fotos, pero ya me queda mucho menos.
La foto que ilustra este post me la hicieron sin saberlo en Londres, y es una de esas fotos que, a simple vista, no tiene nada, pero que a mí me dice tantas cosas...

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