viernes, 12 de septiembre de 2008

El secreto de mi éxito en las entrevistas personales

Me suelen ir bien las entrevistas personales. He oído todo tipo de consejos al respecto. Incluso una vez me recomendaron no sonreir tanto. Por supuesto, no hice ni caso. Yo no salgo de casa sin pendientes, ni sonrisa, eso es una máxima de mi vida.
Me ha dado por pensar qué cosas son las que suelen "funcionarme". Este año voy a hacer un Máster del Universo en una escuela reconocida.
Llebava desde el año pasado dándole vueltas, consciente de que estaba cercano el momento de enfrentarme a un año increíblemente agobiante, rodeada de otros estudiantes tan o más agobiados que yo con sus responsabilidades familiares y profesionales y con la presión de hacerlo bien, por un lado por la pasta que cuesta el master, por otro porque ya estamos un poco grandes para andar con tonterías y pérdidas de tiempo y también, supongo, un poco por esa competitividad cada vez más intensa que hay en todas las grandes empresas, principales aportadoras de jóvenes talentos a los másteres del unvierso del mundo mundial.
A parte de aportar lo que vale, que no es poco, y estar un año entero siendo fiel a las seis sesiones semanales, tienes que hacer un proceso de admisión con entrevista incluida en el que debes demostrar que eres joven pero sobradamente preparado, además de dar cuenta de tu experiencia, tus estudios, ambiciones, metas e inquitudes.
El miércoles pasado estuve en la entrevista personal. Llevo cuatro años en los que en todas mis entrevistas ya sean para prácticas, entrevistas de trabajo, en medios, o de máster del universo, vivo de las rentas que me han dejado algunas situaciones muy concretas de mi vida:
Primero: mi experiencia Erasmus. Aunque yo me fui de Erasmus para prácticar inglés y porque siempre me han llamado las experiencias en el extranjero, parece mentira, siempre me preguntan por eso, siempre lo valoran positivamente, siempre da mucho que hablar.
Segundo: mi paso por Burson-Marsteller y el jefe que tuve en esa época. Todo el mundo le conoce, todo el mundo ha oído hablar de él y siempre, siempre, siempre, su nombre me ha abierto puertas. Desde aquí le doy las gracias porque de una forma u otra, siempre es una influencia determinanante en mi vida.
Algunos factores secundarios, pero que siempre hacen gracia a los entrevistadores y ayudan al buen funcionamiento: hice prácticas desde primero, algunas fuera de España, he tocado todos los palos que he podido y hablo por los codos y deprisa. No tengo vergüenza, me muestro resuelta y segura de mí misma, sonrío sin parar, hablo bien de mis jefes, y les nombro como referencia.
Las cosas que suelen chirriar, desde mi punto de vista: meterse en temas escabrosos, hablar mal de jefes o compañeros anteriores, decir que sabes de cosas que no sabes...
Me encantaría saber qué os funciona...y que no.

2 comentarios:

Olga dijo...

A mi también me funciona sonreir y hablar por los codos. Pero con soltura, sin tartamudear, ni risitas nerviosas.
Normalmente me planteo la entrevista como de tú a tú. Es decir, nadie es más que yo. Independientemente del puesto, ni del aire que se gasten.
Casi te diría que voy de visita.
Nunca miento sobre lo que no se, a no ser que me resulte sencillo salir corriendo y aprenderlo.
Y tengo que aprender a saber vender toda mi experiencia. Tiendo a pensar que no es gran cosa y, según dicen, es bastante buena.
Supongo que en lugar de mi master sobre dependencia, tendría que hacer otro sobre auto-marketing.

Cris dijo...

Deberían incluir asignaturas de "vendete a tí mismo: metodología basada en el caso práctico" en todas las carreras. Conozco más de un caso de auténticos auto-vendedores y su vida es mucho más fácil.