miércoles, 13 de agosto de 2008

Parece mentira

He hecho limpieza de correos personales. Parece mentira la cantidad de mierda que guardo a veces de tiempos inmemorables. Parece mentira que haya borrado algunas cosas que ahora me gustaría releer. Parece mentira que haya gente importante que de repente desaparece de tu vida y es como si nunca hubiera estado en ella.
La última vez que le vi estuvimos tomando algo, hablando de libros que habíamos leído, del blog –él fue uno de los grandes impulsores de la idea, y me celebraba muchísimo los post, aunque nunca me ha dejado un comentario, quizás ya no me lee- de mi recién estrenada relación, de la suya, que en ese momento hacía aguas, de viajes que habíamos hecho y de los que queríamos hacer, de lo difícil que era todo para unos treintañeros como nosotros, de la precariedad laboral, del imposible acceso a una vivienda.
Fue una noche divertida, no recuerdo de que mes, y me emborraché un poco, lo justo para estar más graciosa que de costumbre. Sé que él también se divirtió, esas cosas se notan. Si llego a saber que iba a ser la última, quizás recordaría la fecha o cómo nos despedimos, o algún detalle concreto. Pero no lo sabía.
Hablamos alguna vez más, después hubo un incidente desafortunado al que no le di mayor importancia, los amigos aguantamos esas cosas y peores, hace falta más que una llamada poco apetecible para que yo me enfade, pero después de aquello, tardó tiempo en volver a llamar y nuestras conversaciones se fueron espaciando en el tiempo.
He borrado centenares de correos suyos con tonterías, chistes, anécdotas divertidas esta mañana y cuando me he dado cuenta de la fecha, la coincidencia me ha hecho sonreír con los ojos arrugados…sola, con cara de tonta frente al ordenador, sin testigos de esta melancolía extraña que me ha provocado acordarme de él.
Parece mentira, pero hace un par de años, -¿quizás hace ya tres?, no, no, hace dos, estoy casi segura, lo que pasa es que parece que haya pasado toda una vida en el último año-, que estábamos disfrutando de las vacaciones de verano juntos, conociéndonos mejor, viendo cosas nuevas el uno del otro. Y esta semana cumple años, el domingo 17, aniversario de la segunda vez que nació, en el Hospital Marqués de Valdecilla de Santander, después de una noche estúpida en la que le apuñalaron por una discusión en la puerta de un bar pijo y que, al menos a mi, ese nacimiento y el tiempo que pasó ingresado, me dieron la oportunidad de conocerlo mejor, de encontrar una de esas personas que merecen la pena de verdad, que quizás de cualquier otro modo no hubiera podido tener el gusto de conocer.
Por si lo lees. Porque sabes que no te voy a llamar, ni a mandar un sms, porque se lo aseguré. Felicidades. Te deseo lo mejor.

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