miércoles, 2 de julio de 2008

Visita al Decathlón o bajada a los infiernos

La niña de mis ojos se va de campamento. Como es, así, con su personalidad arrolladora, llego un día y dijo que quería irse de campamento con una amiga a León, y después de negociar con mis padres, pues se va.
La acompañé a Decathlón, a comprar un par de cosas que le hacían falta. Fue como visitar el infierno. Recién inauguradas las rebajas, con los niños que ya han terminando el curso y tienen que cubrir sus necesidades para irse de acampada, curso de tenis, campus de fútbol este verano, con el calor, y la cantidad de gente, era imposible encontrar una talla concreta, todo estaba revuelto y la cola en las cajas tenía varios metros.
A mí me dolían los pies, después de todo el día subida en mis tacones, y más me dolía la cabeza, porque llevo un par de semanas con mucho estrés -y lo que te rondaré, morena-, así que las dos horas largas en Decathlón se me hicieron bastante insoportables. Nunca me ha gustado especialmente este gran almacén especializado en deporte, pero es la primera vez que lo he visto tan lleno y tan desordenado.
Iba vestida de oficina, es decir, arreglada, con un vestido muy mono, que le he mangado a mi hermana, así que estaba un poco fuera de lugar y llegué a preguntarme si es que tenía el día de “guapo subido” o es que aquellos padres y musculitos que compraban bañadores y chanclas hacía tiempo que no veían una mujer cerca.
Cuando tengo el “guapo subido” siempre me pasan cosas graciosas.
De hecho, procedo a sentarme concentrada para escribir y poder contaros una batallita que me pasó un famoso día de esos que andaba yo, quién sabe por qué, con el “guapo subido en Sevilla”.

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