lunes, 7 de abril de 2008

Fines de semana sosos e intensos. Este ha sido intenso

Hay fines de semana, más de los que me gustaría, que pasan y tengo la sensación de no haber hecho nada. Los domingos, me suele entrar esa mezcla de premodorra de lunes y de depresión de no haberle sacado suficiente jugo a los días libres.
Hay otros fines de semana, como el pasado, que he hecho tantas cosas que es como si llevara siete días sin aparecer por la oficina.
Hoy, lunes casi lluvioso, de madrugón, y en el que tenido que venir andando a la oficina, son las 12h de la mañana, no me concentro y tengo esa sensación de desconexión con mis obligaciones que surge después de las vacaciones, o de los findes intensos.
El viernes estuve en el cumpleaños de Aída, íntima amiga de mi hermana, a quién quiero mucho. Celebró una fiesta de disfraces que empezaran por A, y yo me disfrace de Alaska. El disfraz estaba curradísimo, llevaba hasta Pegamoide*. Lo pasamos genial preparando los trajes y también en la fiesta. Había algunos disfraces buenísimos: árabes, Amy Winehouse, Audrey Hepburn
Yo soy un poco seta, la verdad, pero el viernes me lo pasé tan bien, que cuando llegó la policía a las 3 y pico de la mañana, al piso de estudiantes donde se celebraba el evento, me quité los taconazos y el pelucón y seguimos la juerga en un bar. Disfruté un montón, bailé, estuve charlando largo rato con un montón de gente diferente, conocí a Sabela, una chica encantadora, con la que hablé hasta cansarnos la una de la otra, me reí y hasta me emborraché.
Pasé el sábado entretenida con los preparativos de la fiesta de cumpleaños de mi hermana la pequeña, que celebraba por primera vez una fiesta de pijamas y estaba más que emocionada -es normal, tiene 11 años-. Entre tarta y velas, medianoches de nocilla, cruasanes de jamón y queso y sándwiches de chorizo, patatas fritas y aceitunas, se pasó el día, un sábado primaveral delicioso con un poco de sueño en los párpados, pero sin apenas resaca. Tan entretenida estaba que no miré el bolso en todo el día.
Hasta las diez de la noche no me di cuenta que no tenía la cartera. O la perdí el viernes en el último bar que estuve, donde la vi por ultima vez, al sacarla para apurar los últimos 20 euros que tenía, o me la robaron, en el mismo sitio. Una pena. Estoy sin tarjetas, indocumentada, y no quiero ni pensar todo lo demás que llevaba dentro, que me deprimo aun más.
Después de anular las tarjetas y darle mil vueltas a lo que pasó, me fui a una cena tranquila de cumple, pero no disfruté mucho, porque estaba con la cabeza en el robo, o el extravío.
El domingo fui a poner una denuncia, después de escuchar decenas de historias de todas esas cosas que te pueden pasar si alguien utiliza tu documentación para hacer chanchullos, y estuve más de 2 horas en la comisaría. Un plan de domingo muy entretenido. Por si pensaba que no podía estar peor, el coche se me estropeó por la tarde. Esta mañana lo he llevado al taller. Como poco me va a costar 300 euros la broma, eso si no le sale nada raro. Pobre, ya está algo viejito mi carro.
No sólo estoy sin tarjetas e indocumentada, si no que estoy sin coche y muy de lunes. A pesar de todo, no sé muy bien, por qué no estoy de mal humor. De hecho, estoy muy contenta. Debe ser la primavera.

* Prometo documento gráfico, pero de momento no tengo.

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