miércoles, 23 de abril de 2008

Fiel a mi peluquera Sandri

Siempre que lo cuento, la gente piensa que soy una pija, una snob, y cosas mucho peores. Aun a riesgo de que una vez leáis este post lo penséis, o incluso me lo llaméis: os lo voy a contar.
He decidido cortarme el pelo.
Desde la primera vez que me pegué un corte peligroso, es decir: corto, corto sin remedio, de los que no te queda pelo ni para pellizcarte por detrás, soy fiel a mi peluquera Sandri.
Ser infiel puede ser muy divertido, pero no cuando se trata de tu corte de pelo. En estos tres años de relación – y de diversos tipos de pelo corto- sólo una vez tuve un escarceo con Mónica, una peluquera modernísima y cool de la capital de España. El resultado no fue el esperado, por eso, no me he atrevido a serle infiel nunca más a Sandri.
La única pega a esta idílica relación es que Sandri trabaja en Santander, en la peluquería Inés García, donde nos conocimos, y yo, vivo en Madrid. Los amores, en la distancia, ya sabéis, son difíciles de asentar, pero lo nuestro es más bien un rollete de vacaciones: la visito regularmente en Navidad, Semana Santa y en mis vacaciones de verano. Llego, me mira la-mata-pelo, y me dice ¿qué quieres que te haga, Cris?. Yo le respondo siempre “Lo que tu quieras, Sandri, que la que sabe de esto eres tu. Me pongo en tus manos”. Y lo digo de verdad, que de modas capilares no me entero. Yo me dejo hacer y siempre quedo satisfecha.
Ella me denomina con orgullo “su clienta de Madrid”. Y yo he de confesar, orgullosa también, que en tres peluquerías diferentes de Madrid, Sevilla y Barcelona, me han preguntado que dónde me había hecho ese fantástico corte de pelo.
Las navidades pasadas, no me dio tiempo, y no fui a verla. Y se me ha echado el tiempo encima, tengo una boda el 3 de mayo en Cuenca y una pelambrera imposible de dominar. Así que ayer la llamé desesperada:
“Sandri, soy Cris, de Madrid ¿trabajas el sábado?. Necesito verte, como sea, tengo que cortarme el pelo.”
“¿Hace mucho que no vienes, ¿no?.”
Silencio. “Qué, ¿tienes vacaciones?.
“No, no, es que tengo una boda en mayo y ya no me quedan más fines de semana libres para ir”.
Vale, vente. No sé si hacerte madrugar, eh…que el sábado hay un jaleo…venga, no voy a ser mala. Vente a las 11.00h.”.
Colgué aliviada.
El sábado me corta el pelo Sandri. El vestido me ha salido barato y he tenido la suerte de que pegaba con unas sandalias y una cartera que ya tenía. Tengo reservado un hotel que me encanta, la Posada San José, súper apañado de precio, desde enero. Llevo un acompañante guapísimo y divertido, el mejor. Creo que nada puede fallar. Y mira que siempre se me tuercen los preparativos de las bodas (y de las bodas en sí mismas, no hablamos).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también soy fiel a mi peluquero. Y yo lo tengo más lejos. Él vive en mi ciudad de origen, en Spain, y yo vivo en la Belgique.

Como voy cada 6 meses a visitar a mi familia y mis amigos, aprovecho para ir a ver a mi peluquero y que me ponga guapa :)

Tantos años probando aquí y allá y al final el que supo sacar todo lo que mi pelo podía dar de sí tenía una peluquería al lado de mi casa desde tiempo inmemorial...

Cuando vivía allí iba a mil sitios diferentes. Ahora que vivo en el extranjero voy a la pelu de allado de mi vieja casa. Paradojas de la vida.

Cris dijo...

No ser la única que hace estas cosas me hace sentir mucho menos rara, ejejejje, gracias, petite!!!

Anónimo dijo...

Sí, pero mi caso ya es extremo porque no me hace nada del otro mundo. Nada de mechas, teñidos o cortes raros. Sólo cortarme el pelo un poco, en capeado y arreglarme el flequillo. Nada especial, pero confío en sus manos con una especie de misticismo :P

No busco nada especial, sólo que me respeten lo que yo quiero y que no me hagan un cambio de imagen que me eche a llorar. Cada peluquero te da una cosa diferente, éste me da lo que necesito y punto. Será como con las parejas? ups!

Cris dijo...

A mí tampoco me hace nada!!!! solo cortarme (bueno, es pelo corto, eso si), a mi darme mechas/tintes me da yuyu, ejejue.