lunes, 25 de octubre de 2010

Murcia, qué hermosa eres

Hay momentos en la vida que se anuncian históricos, y que luego resultan ser un fiasco. Y momentos en la vida que se anuncian históricos, y que superan las expectativas que habías puesto en ellos.
En octubre se ha casado una de mis mejores amigas de toda la vida, y ya sabéis el respeto que le tengo a las amistades ancestrales. Mi amiga de Londres, bueno, es mi amiga de Murcia, pero que vive en Londres, donde se enamoró de un murciano con el que se ha casado en Murcia.
Murcia es para mí el escenario de la más feliz y entrañable infancia, la ciudad donde forjé mis primeras grandes amistades, donde aun no había perdido ni una pizca de mi inocencia, donde siempre hacía buen tiempo, donde todo eran juegos, helados y risas. Murcia es, en resumen, mi Comala, pero, una vez más, he vuelto al lugar donde fui feliz, y este estado se ha repetido.
Cuando Blanca me dijo que se casaba fue súper-emocionante, y además, se suma, que coincidiendo en el tiempo, yo acababa de quedarme embarazada. Iba a ver pasar por el altar a mi amiga más moderna, hippie y loca, y además, yo, -la clásica y tradicional, dirían las malas lenguas-, llevaría a mi hija de seis meses a la boda, sin papeles ni promesas por en medio.
Y la emoción no era sólo por verla vestida de blanco, dando el sí quiero al hombre que ha elegido para compartir su vida, si no porque, además, iba a reencontrarme con mis amigas del colegio, de la primerísima infancia, a algunas de ellas, las que había visto más recientemente, llevaba 14 años sin verlas…y a otras, eran cerca de 20 años los que nos separaban: y pensar que me da vértigo pensar que hace 10 años de cosas que yo recuerdo…imagínate 20.
Y resultó que nunca he estado en una boda más divertida en mí vida, que Blanca estaba aun más guapa de lo que yo pensaba que iba a estar, que toda la boda fue una fiesta, que están tan enamorados que ponen la carne de gallina, que jamás pensé que volver a ver a mis compañeras del cole iba a hacerme sentir tan fantásticamente bien, que fue como estar de nuevo en el patio vestidas de uniforme jugando juntas, que da gusto ver la evolución de las personas que alguna vez te han importado, que regresé a Madrid con un buen sabor de boca inexplicable, y con muchas muchas ganas de volver a mi particular Comala: Murcia, qué hermosa eres.

1 comentario:

Olga dijo...

Me alegra mucho, por ti, que vivieras esa experiencia de recordar tantas cosas buenas, que el crecer arrincona.
Y ahora saborear lo antiguo y lo nuevo.