jueves, 10 de junio de 2010

Sustito de rana

Mientras la rana echa un sueño de amanecer en su cuco, me estoy entregando al placer de tomarme un café escuchando la radio y navegando un poco con Internet, leyendo los blogs y las páginas que me gustan, echando un ojo a las novedades de mis amigos en FB, revisando los correos...llevo unos días en casa de mis padres y aquí no suelo conectarme mucho, en una casa tan grande está todo muy lejos y tarde el doble en hacer todo: de subir hasta el ático a utilizar el ordenador, ni hablamos. Pero ayer cogí prestado el ordenador de la titina-odiosa y me lo bajé al salón y ahora puedo tener un ojo en la pantalla mientras el otro sigue con su rabillo el sueño de la pequeña rana.
La rana santa se despertó anoche con una rabieta. Mejor dicho ni siquiera se despertó. Pilló la rabieta en sueños. Fue justo después de darle el pecho, cerca de la medianoche, al minuto de posarla en su cuna, empezó a llorar de manera más que desconsolada, y yo casi me muero del susto: no llora nunca, y no sabía que hacer para que se callara. Después de dos o tres minutos eternos volvió a quedarse dormida y tranquila en mis brazos, pero yo ya no pude dormir en una hora, ni dejar de mirarla mientras dormía, intranquila de que le pasase algo desconocido para mí, asustada de quedarme profunda y no enterarme si le pasaba algo.
Lo que más me fascina de estas cosas es mi nueva aproximación a ellas: increíblemente no tengo sueño (de momento) aunque he dormido poco y ligero (el susto me llevo a dormir con la rana al lado y a abrir un ojo de vez en cuando para comprobar que ella estaba bien). La maternidad es día a día una caja de sorpresas.

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