sábado, 27 de febrero de 2010

Jamones y bragas

Una de las cosas que más me pregunta la gente es si tengo ganas de comer jamón. Bueno, quién dice jamón, dice lomo, salchichón, chorizo, cecina y una larga lista de embutidos ibéricos (ya que uno come embutidos, que sean ibéricos, claro) que como embarazada que no ha pasado la toxoplasmosis llevo 7 meses y medio sin comer (día arriba, día abajo).
La verdad es que conozco que muchas mujeres que han vivido su embarazo sin jamón como una auténtica pesadilla: a mí no me está costando tanto. Tengo más ganas de un buen sushi o de unos boquerones en vinagre que de comer jamón. Pero, en cualquier caso, ninguna de estas cosas me quita el sueño.
De lo que tengo ganas, pero ganas de verdad, es de vestirme de persona: volver a ponerme unos vaqueritos, unos buenos tacones, una camiseta y una chaqueta informal y sentirme estupenda para salir a dar una vuelta. O ponerme un traje de chaqueta, una camisa entallada y lista para asistir a una reunión. No hablemos de volver a ponerme un sujetador normal, de algodón, de Oysho, un tanga y un pijamita normal, con su pantalón de tela y su camiseta de cuello redondo y manga corta.
No es que yo sea una fashion victim, precisamente, pero no quiero volver a ver un vestido de punto ni unas botas planas en mucho, pero que mucho tiempo. En la hoguera de la noche de San Juan de este año, quemo las bragas de cuello alto de embarazada fijo. No voy a dejar ni una.

1 comentario:

Olga dijo...

Leo el post y casi tomo apuntes. Para cuando me toque.
No te preocupes, en un pis pas -el tiempo pasa volando- podrás zamparte unos boqueroncitos. Sin empachos, ni prisas, pero con placer...
Bueno, puede que con prisas, según salga de inquieta y demandante Julia.