domingo, 10 de enero de 2010

Volver

No sé en qué momento lo decidí, pero estas navidades me he tomado vacaciones hasta de mí misma. Tras mi última noche en París, tuve cuatro días de intensa vida social en Madrid -es lo que tiene volver a casa justo en esas fechas- y después me marché a Santander a pasar las fiestas en familia: sin ordenador, sin correos de la oficina, ni personales, sin estados de Facebook. Sin libros, sin más música que la que me pusiera la radio, sin leer un sólo día el periódico. Sin ganas de escribir, sin compromisos que no me apeteciesen, sin ningún pensamiento que no fuese descansar y disfrutar de los míos. Y así han sido las vacaciones: familiares, relajadas y llenas de buenos momentos.
Desde que regresé a Madrid he ido retomando alguno de mis vicios poco a poco: he leído un par de libros, he vuelto a conectarme a Internet, he ido de compras, he vuelto a cocinar, he visto las noticias, y he acudido a algún que otro compromiso social.
Y hoy se terminan las vacaciones. Mañana vuelvo a la oficina de Madrid, después de seis meses fuera: hay muchos cambios a mi alrededor, y no tengo ni idea de lo que voy a encontrarme durante los próximos meses; pero como yo estoy inmersa en una metamorfosis total de mí misma, por una vez, no es que no me den miedo estos cambios, es que no me están afectando casi nada.
Y además de volver a trabajar, y de regresar a mi vida, vuelvo a tener ganas de escribir.

1 comentario:

Olga dijo...

Todo tiene su momento. No me extraña que lo de fuera te afecte menos ¡Con toda la revolución interna que te acontece!
Me alegra volver a saber de ti. ¿¿Ya leiste dos libros?? superas en 1.5 la media nacional - y, por tanto, a mi si no son de fisioterapia-.
Y no tengo tan claro que mañana puedas ir a trabajar. Mi barrio está intransitable. Y mi calle -secundaria- más todavía.