Pensándolo con frialdad, es una auténtica chorrada. Esas dos horas no van a cambiar mi vida, aunque las pase en la oficina, y lo que no haga hoy, lo haré mañana, pero por más que lo pienso, la sensación de agobio y de estrés sigue ahí, atosigándome desde esta mañana.
Poco a poco pasa al tiempo, y el máster del universo casi llega a su ecuador, porque lo termino junio, momento en el que los jueves volverán a ser lo que eran, un día agradable, antesala del fin de semana, que para mí empieza -bueno, empezaba y empezará cuando termine el máster- los viernes a las 14.00h cuando cierro el portatil y salgo pitando, lejos de la oficina y sus historias y me dedico a otras cosas más agradables.
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