sábado, 6 de diciembre de 2008

Blackberry: esa máquina infernal

Al principio, cuando me dieron la blackberry en la oficina estaba feliz. Feliz de poder ver el correo sin cargar con la mochila del portatil a todos lados, sin tener que conectarme en remoto a la oficina, porque la conexión es muuuuuuuuuuuy lenta y se cae cada dos minutos y todo resulta muy aparatoso.
La maquinita en cuestión es pequeña, manejable y me permite estar viendo el correo en cualquier momento y lugar: da lo mismo que esté en el tren camino de Barcelona, que en una reunión en París, que en una grabación en nuestras instalaciones de Leganés.
Además, me llegan igual de cómodamente los sms y las llamadas y tengo acceso al calendario de reuniones y a ver las alertas de google con noticias de la empresa, o mapas de dónde tengo que ir a ver una localización...todo pintaba genial.
El único problema, es que me la dieron temporalmente, para varios proyectos importantes en los que he estado involucrada estos últimos meses, y el flechazo que habíamos tenido mi blackberry y yo tenía sus días contados: era como uno de esos amores intensos que sabes que terminarán, porque ella, iba a dejarme para siempre en unos meses.
Y con la misma intensidad con la que estaba disfrutando de nuestra relación, comenzó el tormento. De una maquinita ideal, pasó a ser de la noche a la mañana una maquina infernal.
Supongo que es cuestión de carácter pero cada vez que veo la luz roja que indica que tengo un mensaje nuevo en mi dispositivo blackberry, tengo que mirarlo. Como no sé si estoy recibiendo un sms del macizo del ascensor invitándome a una caña o mi jefa pidiéndome un informe, me lanzo en picado a leer el mensaje y, al descubrir ciertos e-mails, me llevo los soponcios propios de las 9.00h de la mañana de un lunes en la oficina, a las 23.00h del domingo y como no soy capaz de pasar, hago llamadas que no hubiera hecho de no leer el correo, soluciono cosas que podrían esperar al lunes, me pillo unos mosqueos que no son necesarios, y paso la noche comiéndome la cabeza.
Ya sé que podría apagarla, que podría no leer los correos, que podría tener otra relación con mi maquinita, pero no soy capaz. Yo, cuando empiezo con una relación intensa, me entrego por completo...y así me va.
Esta semana he decidido devolverla ya, sin esperar a que termine el plazo. No quiero pasar las navidades con ella. Dejarlo así va a ser difícil, pero es mejor cortar de raíz. Necesito volver a tener paz mental y desconectar de todo en vacaciones.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver si te vas a meter al spa con la maquinita...jajajaja

Anónimo dijo...

Yo también era de las que no desconectaba del trabajo. Pero te digo que a todo se aprende, y la adicción al trabajo la paga al cuerpo :(

Cris dijo...

Ya está empaquetada y camino de Barcelona, así que en el spa, estaré solaaaaaa con vosotras, friendas, lo juro!!!

Anónimo dijo...

Hola guapa. no sabes cómo te entiendo de bien. yo no quisiera tener una blackberry por esos mismos motivos. bastante pasamos ya delante del ordenador como para estar tomando un café con un amigo un domingo por la tarde y que nos lleguen correos de trabajo. supongo que al final acaberemos todos con internet en el móvil, pero de momento yo me resisto. muchos besos. c.