
Lo que más me gusta de pasar el día de pueblos es que parece que el tiempo se ha detenido. Los domingos se sienten mucho más largos y me gusta disfrutar de cada sonido, de cada olor, de cada color...
El domingo pasado, fuimos a Esles, un pueblo nuevo para mi, nunca había ido anque mis padres ya me habían hablado de él. Esles está cerca de Sarón y es un pueblo pequeño, pero precioso, absolutamente encantador. Comimos cocido montañés y cabrito, paseamos, vimos unas casas espectaculares, disfrutamos del olor a chimenea y tomamos café en un hotelito rural acogedor.
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