Sé lo más me molesta en la vida, lo que más me subleva, lo que hace que se me doblen los cimientos de mi personalidad y me obliga a pedir respiración asistida: la decepción.
Hay personas que no pueden soportar la soledad o la tristeza o la presión o las ataduras. Yo no tolero la decepción, porque me rompe.
Pongo tantas esperanzas en las cosas que hago, me entrego, me apasiono, lo doy todo que si resultan una decepción me hacen polvo. Me sucede lo mismo con mis relaciones profesionales y personales: pongo toda la carne en el asador y cuando alguien me decepciona soy casi irrecuperable. Con el tiempo y las decepciones estoy aprendiendo a reponerme un poco menos lenta y dolorosamente, pero me sigue costando.
Y sé que tanto en mi vida laboral como en la personal lo que más me cuesta en enfrentarme a conflictos. No me gusta discutir, no me gustan las sensaciones que generan en mi organismo las peleas, me hace sentir angustia, mareos, ganas de vomitar. En la oficina, me he vuelto una especialista en esquivar problemas y ataques verbales, pero en el proceso de evitar conflictos, a veces tengo que renunciar a proyectos que me gustan, o a hacer las cosas tan bien como me gustaría y no me sienta bien hacerlo. Y quiero superarlo.
Como últimamente estoy retadora, he decidido retarme a mí misma, primero con una pequeña: mañana voy a pedirle a mi jefa que me deje trabajar en equipo con una persona con quien de antemano sé que voy a tener conflictos, porque quiero tratar de enfrentarlo. Si puedo con esto, lo intentaré con algo más heavy.
2 comentarios:
pues ánimo, así, pasito a pasito, consiguiendo nuevas metas :)
De momento, va bien!!!
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