lunes, 13 de octubre de 2008

Tenemos una alarma moderna

Llegué a la puerta de casa hecha polvo, después de pasar el fin de semana de boda en Pedraza y sin haberme recuperado en absoluto del evento del viernes, de la noche del jueves en la que dormí unas 3 horas y de una semana de curro impresionante.
Arrastraba la maleta, el portatrajes, el bolso, el chubasquero...metí la mano en el bolso y rebusqué las llaves. Abrí la puerta y cuando cruzaba el umbral de la cocina miré el reloj de pared. Eran en ese momento las diez menos diez.
Y fue justo entonces cuando comenzó a atronar la alarma. ¡La alarma!. Ni me acordaba de la alarma. Busqué el mando en el bolso. No estaba. Mientras el ruido me dejaba sorda, me abalancé sobre el mueble de la entrada, buscando el mando, pero allí tampoco estaba. Aporreé todas las teclas del cajetín de la alarma, pero no dejó de sonar. Estaba tan nerviosa que no sabía que hacer, cerré la puerta, la volví a abrir, corrí hasta la habitación donde encontré el mando perdido, y le dí a todos los botones, pero estaba bloqueado.
Y fue justo entonces cuando escuché la voz. Alguien estaba hablando, dentro de mi casa, por encima del estruendo. "Hola, buenas, noches, le llamo de la central de alarmas, ¿está todo bien?". Por lo menos lo dijo tres veces. Como no sabía de dónde salía y estaba francamente nerviosa, estuve a punto de gritar "Dónde estás, manifiéstate", pero me contuve, hasta que, siguiendo el sonido de la voz, entré en el salón y me di cuenta de que salía del aparatito de alarma que tenemos en la pared.
"Si, hola", dije yo, hablando a una luz penetrante colgada de mi pared, "está todo bien, se me ha saltado la alarma a mí". Sabía que iba a preguntarme el código, y no conseguía recordarlo, estaba tan nerviosa y fuera de mí, que me había quedado en blanco, y aunque sabía que era imposible, rece para que no preguntara.
"No me acuerdo, estoy nerviosa", susurré. "Entonces, llamaré por teléfono al número de contacto". La voz en off me abandonó y 30 segundos después de sonó el móvil. Efectivamente, era la misma voz. "Si, soy la misma -ataque de inteligencia, como podéis ver- pero es que no me acuerdo, estoy muy nerviosa. Si podría esperar un poco a ver si se me pasa...".
No quiso esperar, pero fue bastante amable. "Tranquilicese, respire. A ver, nuestra palabra clave es batatas" dijo la voz en off, "¿y la suya". A sabiendas de que había varias palabras clave más y que sólo una de ellas me libraba de que me enviasen a casa a la guardia civil y probablemente del cuartelillo, -pues la única persona que podía identificarme estaba en Francia, y no cogía el móvil, ya que en ese rato mientras la alarma ululaba y yo aporreaba teclas, le había dejado tres mensajes sin noticias- decidí jugármela: "melones", y volví a rezar todas las oraciones que conozco para que la palabra que me salvaba no fuese "castañas", "sandías" o "fresones". Y tuve suerte, porque acerté.
Cuando acabó el episodio eran casi las once. Desconocía que tuviésemos una alarma tan moderna. Me dejé caer, agotada, en el sofá. Y fue entonces cuando me di cuenta que había dejado la maleta, el portatrajes y el chubasquero, tirados en la puerta de casa. Salté de nuevo, y salí fuera. Ahí seguían los tres bultos, abandonados. Los recogí y entré de nuevo a casa, pensando en comer algo y tratar de relajarme, porque, además de todo, era domingo, lo que quería decir que necesitaba poderme dormir para enfrentarme al lunes y a toda la semana.

3 comentarios:

Pablo G. dijo...

Yo tuve hace años una experiencia similar y el sonido de la alrma te deja atontado total jejeje. Saludos

Pd. ¿Qué nos pasó a nuestra generación que todos vimos Los Goonies, las pelis de Hombres G o Regreso al Futuro?

Cris dijo...

Que solo había dos canales de tele, no exitía internet, ni la play, ni los ipods, ni la DS, ni nos dejaban colgarnos del teléfono más de diez minutos, que ocupábamos la línea y a lo mejor llamaban para algo importante...en fin, la infancia era otra cosa.

Unknown dijo...

Ostias Cris lo que me he partido el culo jajajajaja