viernes, 10 de octubre de 2008

Con los pies en agua

Escribo con los pies metidos en agua caliente con sal. He estado de pie, corriendo de un lado a otro desde las 7 de la mañana hasta las 3 de la tarde con unos taconazos de muerte. Me duelen tanto, que no sé si podré calzarme las sandalias -con otro taconazo importante- de la boda que tengo mañana en Pedraza.
Me duele el cuerpo pero estoy más que satisfecha del trabajo bien hecho. Ha sido una semana superintensa. Un montaje increíble para el evento. He hecho de todo lo imaginable, he compartido con mis compañeros de trabajo horas de madrugada, ojeras, cansancio, mosqueos y ataques de risa incontrolables. He conocido un montón de gente interesante. He dormido poco, he comido mal, he arrastrado mil historias toda la semana. Tenía tan mala cara esta mañana cuando me miré al espejo a las 6, después de haberme acostado cerca de las tres y media, que he tenido que maquillarme, que apenas sé como se hace. Pero el balance es más que positivo, porque estoy orgullosa de cómo ha salido todo, de la capacidad de trabajo que tienen mis compañeros y amigos Nat y Navarrete. Del buen rollo que tenemos, aunque sea medianoche y estemos comprobando uno a uno más de 100 DNIs porque en un cruce de bases de datos, se han descolocado todos. De lo orgullosos y contentos que andaban los jefes toda la mañana por lo bien que estaba saliendo todo.
Mis tres últimos post, que he escrito de pascuas a ramos, suenan un poco descorazonadores, espero que este lo arregle, porque cuando te lo curras, las cosas salen bien, aunque cueste, hoy he vuelto a darme cuenta, aunque a veces se me olvide.

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