jueves, 14 de mayo de 2009

Explicaciones que nos delatan

Estaba en la recepción del hotel Colbert, tomando un vaso de agua helada con limón (refrescante detalle las aguas heladas de menta, naranja y limón que he visto últimamente en varios hoteles en los que me he alojado) y esperando a mi amigo Pedro para ir juntos a cenar.
Ha llegado una pareja de españoles, de unos 25 años, con caras sonrientes y ojitos de enganchaditos el uno del otro. Al hacer el check in la recepcionista les ha preguntado si conocían París. Yo sabía que era para darles el mismo mapa y las mismas explicaciones sobre el metro más cercano y sobre la cercanía de Notre Daim, que se ve desde las ventanas del hotel, lo sabía porque ya las había recibido yo un rato antes, pero ellos no.
Él ha respondido "Si, lo conocemos, pero por separado", y ella "él lo conoce mucho más, yo sólo un poquito". La voz de él sonó contundente, y la de ella era un hilo de voz quebrada o quizás quebrantada.
Casi me rio, pero he logrado aguantarme, al percatarme de las explicaciones que damos a veces sin que nadie nos las pida y que nos delatan sin duda. Sobretodo en caso de estar en la recepción de un hotel haciendo algo que consideramos que es mejor que otros no sepan. O en caso de estar al lado de alguien a quién creemos que debemos dar esa explicación, no me digáis que no os ha pasado.
De la situación podría deducir que él si que conocía París de antes y probablemente lo había visitado con alguna otra chica antes que con ella y a ella eso no le hacía ni pizca de gracia.
Como he estado un rato más en la recepción, he sabido que eran recién casados, y que han pedido, además de champán y fruta fresca, un cambio de habitación, a una interior, porque en la suya -exterior y en la quinta planta- los ventanales les exponían mucho a las miradas de los edificios colindantes. Una verdadera lástima, se perderán la maravillosa vista de Notre Daim que ofrecen las ventanas exteriores del hotel.

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