De bruja del cuento corporativo me transformé en cenicienta casera en menos de lo que se tarda en recorrer el espacio que separa mi oficina del Nidito, y cuando llegué a casa estaba con los ánimos por los suelos y esa noche no dormí bien, nerviosa, con continuadas pesadillas en las que volvía a enfrentarme en múltiples reuniones que empezaban de madrugada, a diferentes duelos al amanecer interdepartamentales.
Pero llevo ya dos noches sin dormir bien, así que quizás debería asumir que estoy nerviosa, además de mosqueada por lo del lunes, aunque no quería. Demasiados proyectos solapados, y demasiadas noticias por confirmar.
Una cosa si se confirma: cuando estoy nerviosa, cuando estoy cabreada, cuando estoy triste, cuando mi vida se tuerce, mi creatividad y mis ganas de escribir se multiplican. Como siempre dice mi madre, qué dinero hemos ahorrado en psicoanalistas gracias a los diarios que he escrito durante toda mi vida. Bueno, y ahora al blog, claro.
1 comentario:
Vaya, cuánto siento esos nervios. Yo también llevaba una temporada durmiendo mal. Toca desahogarse escribiendo y teniendo conversaciones con alguien en quien confiemos. Espero que recuperes tus horas de sueño.
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