
Porque, como ya os conté en Una historia de amistad, Paula y yo nacimos con 15 días de diferencia y somos amigas desde que estábamos en el útero de nuestras madres -amigas entre ellas-. Ya paséabamos en barrigas paralelas entonces, y seguimos paseando ahora que ambas hemos entrado en el club de las treintañeras. Las dos estamos absolutamente sorprendidas de tener 30 años - y una vida tan inestable, añadiría ella si pudiera estar escribiendo aquí conmigo-. Por casualidades de esas que tiene la vida, Paula y yo trabajamos en el mismo edificio de Madrid. Anda que no hay edificios de oficinas en Madrid, anda que no hay barrios y anda que no hay zonas, pues nosotras fuimos a caer, cada una por su lado, en empresas completamente distintas, y no pudiendo dedicarnos a cosas más diferentes -yo soy periodista y ella es ingeniera de telecomunicaciones, para que os hagáis una idea de cuan lejanos podrían estar nuestros caminos laborales-así que nos vemos casi a diario. Siempre podemos salir a tomar un café rápido, comer juntas o darnos un garbeo si nos agobiamos. Esta semana ella estaba de viaje de curro en Suiza, y yo en París, pero nos hemos mandado bastantes mensajes -siempre estamos muy en contacto- quejándonos del mal tiempo y celebrando la llegada de los 30 años entre felices y agobiadas.
Aun no sé qué día vamos a hacer esa celebración por todo lo alto que merece este cumple, pero seguro que será pronto: Bienvenida a los 30 PAULA, MUCHÍSIMAS FELICIDADES Y ¿dónde hay que firmar por otros 30 años de amistad como estos?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario