sábado, 14 de marzo de 2009

El sábado que perdí los apuntes

Lo de los apuntes sucedió exactamente así:
Era sábado y habíamos reservado un aula de estudio en el IE de 11.00h a 15h. en uno de los edificios que tiene la institución para que se reunan sus alumnos. En una escuela de negocio en la que se ha estandarizado el método del caso como método de aprendizaje, las aulas de reunión son absolutamente básicas para que los grupos de trabajo podamos juntarnos a debatir, discutir, releer varias veces los casos y reescribir aun más veces nuestras presentaciones de ppt, ese programa infernal que se ha instalado en nuestras vidas como una tía pesada.
Odio el ppt, pero esa es otra historia.
A las 14.30h dos de mis compañeros y yo, los que quedábamos del grupo, hartos de darle vueltas y más vueltas a un caso de marketing sobre el lanzamiento de un nuevo cloro concentrado para piscinas privadas en la zona cálida de los Estados Unidos- apasionante, lo sé- salimos a comer al bar de enfrente dejando carpetas, apuntes, rotuladores, mochilas y cuadernos en el aula 407. Si me llevé el bolso fue un milgro. Tenía que cambiar el ticket del aparcamiento del coche. Pensábamos seguir después, aun nos quedaba bastante.
Comimos, charlamos, criticamos a algunos de nuestros ex-novios y 40 minutos después regresábamos contentos y despejados para proseguir con nuestra rutina de sábado.
Sorpresa: la verja del edificio estaba cerrada con siete candados, todo apagado, y un perro guardian era el único ser vivo que estaba del mismo lado de la verja que nuestros apuntes.
Fantástico. Eran las 15.15h de un sábado y estábamos con cara de gilipollas en María de Molina sin soluciones.
Recorrimos varios de los edificios del campus. Nadie nos dió más solución que esperar al lunes a las 9h. de la mañana, hora oficial en que los siete candados de la verja se abrían y el perro guardián daba paso al guardian con cara de perro.
Nuestros papeles, si es que no los tiraban, estarían depositados en objetos perdidos hasta entonces.
Tuvimos un momento de duda y pánico en el que además de los papeles literalmente perdidos casi perdemos también los papeles más hipoteticamente hablando, porque, como sucede en estas historias, nos separaban sólo cuatro días del temido examen de Marketing y nuestros apuntes de clase, notas ténicas y demás materiales de apoyo no volverían a nuestras manos hasta el lunes. En mi caso, que viajaba a Barcelona el domingo por la tarde por trabajo, no sería hasta el miércoles que volviese a ver mi carpeta verde.
Como para pegarse un tiro allí mismo, frente al perro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que putada!!!
Yo tambien llegue a odiar el *.ppt!!

Cris dijo...

Entre el curro y el master, estoy del ppt hasta el mismo moño!!!