Me encanta ver a mis amigas selectas contentas, y disfrutar contándonos nuestras vidas las unas a las otras quitándonos la palabra y recordando batallitas.
El martes pasado en Madrid hacía un frío del infierno, yo estaba cansada, como el último mes y medio, porque tengo mucho trabajo, y encima, tengo las clases del master del universo, pero salí de la oficina encantada con poder reunirnos y deseando poder compartir nuestras cosas. Pensaba darme un paseo previo, y ver las luces de Navidad, que ya están puestas en Madrid, pero el frío terminó por meternos a P y a mi en un Mallorca a tomarnos un café mientras hacíamos tiempo para la cena.
Habíamos quedado la semana anterior, para tratar de vernos todas, ya que P. había vuelto de Nepal y R. había devuelto a sus padres a casa, y aprovechando que por una semana, yo no tenía que ir a Barcelona. Así que elegimos el martes sin saber, que, además, íbamos a estar celebrábamos un ascenso, lo que hizo que la cena tuviera un ingrediente aun más festivo.
La semana que viene, hemos quedado otra vez el martes...estas son las pequeñas cosas que hacen que la vida tenga todo el sentido.
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