sábado, 22 de noviembre de 2008

Capítulo 1: por qué me fui de Erasmus

Yo estudié Periodismo en 4 años. No me fui de Erasmus, aunque me apetecía irme fuera un tiempo, por miedo a perderme alguna asignatura esencial para mi vida futura -aun era joven e inexperta, como demuestran ciertas decisiones-.
A los 22 ya estaba licenciada, había hecho prácticas en la SER, la COPE y un periódico en Bolivia, y empecé a buscar trabajo, pero la cosa pintaba chunga. Trabajé en una página Web, cuidé niños, pasé unos meses lo mejor que pude y finalmente tomé la decisión de hacer el segundo ciclo de Publicidad y RRPP y tratar de entrar en alguna empresa como becaria algún tiempo más y adquirir así más experiencia y de paso, echar la solicitud del programa Erasmus, a ver si sonaba la flauta para un país dónde las clases se dieran en inglés, y así poder llenar esa lagunilla que tenía en mi formación. Inglaterra y Holanda eran los destinos más cotizados en mi universidad -o eso se rumoreaba-, y era difícil conseguir esas plazas. Lo normal era que te mandasen a Italia, o Grecia, pero eso me interesaba menos.
Empecé cuarto curso de Publicidad y RRPP y conseguí prácticas en la Agencia EFE. Las pruebas de admisión son un tostón, pero estaba en uno de esos años que todo me salía. Empecé las prácticas, que fueron absolutamente enriquecedoras y, después de las navidades, comenzó el proceso de selección para el Erasmus: exámenes, entrevistas personales, pruebas de inglés...no le dije ni a mi familia que estaba en el proceso, hasta que no fueron hechos consumados: en primavera supe que me habían dado plaza para Holanda, más concretamente para una universidad de la ciudad de Haarlem y que me iría para allá a finales de agosto.
Tenía 24 años y era el año 2005. Hubo alguna que otra tragedia personal-relacional aquel intenso verano, y el 25 de agosto salí de Madrid en un avión con una sola maleta donde llevaba ordenada y apretujada mi vida de los siguientes meses. Dejé una capital a 45 grados y aterricé en Schiphol, mi aeropuerto preferido del mundo, en un día gris plomizo, con la maleta roja en una mano, y un mapa y mini-diccionario de inglés en la otra. Sola. Más sola que la una. Sólo había contactado con una chica de otra clase de mi universidad, con la que coincidí en la entrevista personal, que no llegaba hasta un par de días después. Ilusionada. Extraña. Sin novio. Echando de menos. Sin más contacto que el de la universidad y el de la residencia que nos facilitaba el programa.
Me arremangué y me acerqué a la oficina de información del aeropuerto, donde aun no sé cómo conseguí entender que necesitaba hacer un trasbordo, pero que en tren llegaría a Haarlem.
Lo primero que tuve que hacer cuando salí a la calle, fue ponerme los calcetines debajo de las sandalias, porque en Holanda, en agosto, puede hacer un frío que pela. Y lo hacía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

para cuando el capitulo nº 2??
Tus fans te reclaman!!

Anónimo dijo...

Queremos más Erasmusssssss!!! Me sabe a poco. Además salgo muy joven en la foto, puedes poner más con tranquilidad, que no te cobraré los derechos de imagen. Hay mucho que contar: las cenas, las clases, las excursiones, los italianos, las risas... Sólo tu sabes plasmar esto en letras, así que mucho ánimo. Saca fuerzas y tiempo de donde puedas y escribe el "decálogo Erasmus". Un beso guapetona.