jueves, 20 de noviembre de 2008

Un eramus nunca olvida que lo fue

Hace ya muchos meses que mi gran amigo Monty me pidió que iniciara una serie de post sobre nuestro año de Erasmus en Holanda. Fue precisamente gracias al programa Erasmus que Montes y yo nos conocimos y aunque hace 5 años que emprendí esa aventura, tanto yo, como todos los amigos con los que compartí la experiencia, no sólo no la hemos olvidado, si no que la recordamos muy viva y solemos continuar hablando de ella.
Ayer mismo, en una cena con gente del trabajo, les contaba como en el Erasmus hice un curso acelerado de cocina y que fue precisamente en Holanda donde desarrollé la pasión por cocinar que hoy me acompaña. Además, les conté, solía tener la casa llena de gente -especialmente ellos- que añoraban la comida casera.
No es que no quiera complacer a Monty, que quiero, porque es un gran amigo y se lo merece y además es que a mí me apetece recordar las anécdotas, pero con poco tiempo para escribir, no da tiempo a pensar bien lo que uno quiere contar sobre esas cosas que pasaron hace tiempo. Nos gustaría recordarlas como pasaron, no como queremos que hubiesen sido, y evitar contarlo desestructurado, sin sentido. Y para eso, necesito concentrarme, y poder escribir tranquila, no a trompicones.
Hoy, leyendo El sentido de la Vida, me he encontrado con una divertida entrada "Manual de supervivencia del estudiante erasmus".
Me he dado cuenta que las anecdótas del Erasmus, que Montes y yo misma esperamos, tienen que empezar por el principio. Es decir, por el Capítulo 1: por qué me fui de Eramus.
Pero ese capítulo, lo veréis mañana.
*En la foto estamos mi amigo Monty y yo cuando éramos estudiantes erasmus.

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