sábado, 21 de febrero de 2009

Agotamiento compensado


Regresé de Barcelona el jueves a mediodia, después del evento interno del miércoles y de la presentación -quizás una de las más importantes de este año- del jueves a primera hora. En el tren estuve trabajando, toda la semana fuera siempre se me acumulan cosas que redactar, correcciones que hacer, informes que terminar. Fui a recoger el coche, al aparcamiento de la oficina y de allí volé al IE, a clase. No llegué a casa hasta las 11 y media de la noche. El viernes tardé más de 20 minutos en conseguir salir de la cama, puse una lavadora, recogí la maleta, tomé dos cafés seguidos y pasadas las 9 y media de la mañana llegaba a la oficina. Los viernes siempre tenemos mucho lío y además siempre salen cosas de última hora que terminan de fastidiarlo. Comí con una amiga cerca del máster y fue el único respiro del día, porque después vinieron las clases, perdí el ticket del parking, tardé media hora en conseguir que localizaran mi imagen entrando en las cámaras de seguridad. y cuando llegué a casa cené y me quedé dormida en el sofá sin tiempo ni de quitarme la ropa. Hoy he vuelto a madrugar, habíamos quedado para hacer trabajos de grupo que tenemos que entregar la semana que viene. Presentamos cuatro casos prácticos y además, tenemos un examen. Por un malentendido mi carpeta con todos mis apuntes se ha quedado en una aula que está cerrada hasta el lunes a las nueve de la mañana. Mañana después de comer viajo a Barcelona de nuevo, tengo una semana complicada de reuniones. Así que no podré recuperar mi carpeta con todos mis apuntes dentro -incluidos los del examen que tengo el jueves- hasta el jueves o en la más optimista de las situaciones el miércoles sobre las 23h, que es cuando vuelvo del viaje.
Hoy ha sido un día para olvidar completamente.
Aunque al volver a casa, agotada y mosqueada, ha conseguido hacerme sonreir. Algo es algo.
Después de esta semana que viajo a Barcelona cuatro días, la siguente volveré a viajar el domingo a París, otros cuatro días.
Lo bueno es que ambas veces volveré a casa. Y seguro que me hace sonreir.

4 comentarios:

Olga dijo...

¡Santo Dios! ¡Qué vida más ajetreada! A tu lado, mi vida es aburrida y rutinaria.

Anónimo dijo...

Qué estrés. Al menos queda alguien que nos haga sonreír :)

Cris dijo...

Jjejeje, Lunares, lo más gracioso es que el ajetreo se ha vuelto tal rutina para mí que ha perdido toda su gracia.

Olga dijo...

No, si yo no te envidio tanto ejetreo. Aspiro a un poco de paz.
Debe ser que me estoy haciendo mayor y me encanta ir a un parque y pasear... creo que todavía existen los parques ¿verdad?...