lunes, 31 de marzo de 2008

Agendas de ministros

Últimamente a mí alrededor he escuchado diversas historias sobre lo difícil que es organizar quedadas. Quedadas de cualquier tipo. Lo sufro casi a diario en mis propias carnes. No sé que pasa que la gente de mi edad, o de mi círculo, que tenemos agendas de ministros.

Por ejemplo, en mi grupo de amigas íntimas (lo que yo llamo el Club de Mis Amigas Selectas*) si se trata de una cena informal, un cine, o unas simples cañas, lo normal es que necesitemos una media de 25 correos electrónicos, media docena de llamadas, y más de 10 sms. A pesar del trabajo previo de organización, lo normal es que en el último momento fallemos al menos dos, si no tres de nosotras. Lo normal es que nos retenga el trabajo, o un mal día en el trabajo, o un agobio previo a lo que podría ser un mal día en el trabajo. Para mi vergüenza personal puedo decir que he llegado hasta de olvidarme de una de esas reuniones tan preparadas o a equivocarme de fecha. Y también me avergüenza que es verdad que suele ser por el trabajo.

Lejos quedan aquellos días en los que sin correo electrónico, ni teléfono móvil, quedábamos de un sábado para el siguiente, en la misma plaza de siempre, a la misma hora que de costumbre, y salvo catástrofe de algún tipo, íbamos siempre todas. Me pregunto si es la edad, o las nuevas tecnologías que nos complican la vida, o una mezcla de las dos cosas.

Como tratemos de buscar una fecha para una reunión especial como un cumpleaños, por ejemplo, la cosa se complica. Como ya nos conocemos, lo normal es que empecemos a buscar el día un mes antes, o más. 4 semanas por delante de tratar de combinar nuestras agendas, cuando puede una, no puede otra, cuando la otra logra cambiar el viaje, la una tiene una reunión, y la que no, cena con la suegra. Después de 37 correos para decidir la fecha (para cambiarla después, no nos engañemos, que eso ya lo sabemos) solemos intercambiar otros 32 en busca del mejor emplazamiento. Para el regalo, otros tantos. Como nos enviamos tantos correos de grupo, al final, la cumpleañera siempre recibe alguno de los mensajes relacionados con su propio regalo. Si tenemos suerte, al final, sólo falta una de nosotras.

Lejos quedan aquellos días en que podíamos permitirnos celebrar nuestros cumpleaños con una escapada de fin de semana, porque conseguir ponernos de acuerdo para nada que conlleve más de 4 horas juntas es altamente improbable de conseguir. Si el plan incluye pernoctar fuera, ya ni te cuento. Y eso que antes no teníamos coche, ni dinero. Ahora lo que tenemos es hueco en la agenda.

De momento, he tenido la gran suerte de que el CMAS lo conforman sólo amigas solteras, así que no he tenido que organizar ninguna despedida. Temo la llegada de ese momento. Hace poco comentaba con mi prima los problemas que está teniendo ella para organizar una. Llevan semanas de mensajes y llamadas, y no consiguen ponerse de acuerdo ni en la fecha, como para decidir el sitio, o el plan. Tengo más de una conocida que ha dejado de hablarse con sus amigas, o compañeras, después de organizar juntas una despedida de soltera. Cuando lo comento con la mayor parte de amigos varones, se sorprenden. Ellos organizan la despedida de sus colegas en un pis-pas. Se van a Salamanca o similar el fin de semana que sea, sin planificarlo apenas, se disfrazan de algo absurdo, se emborrachan con 5 euros por barba, duermen en la calle, y encima se lo pasan bien. Nada de enfadarse por chorradas, ni discutir sinsentidos.

No puedo echar de menos esos días, porque nosotras, para eso, hemos sido así desde niñas.

* El Club de Mis Amigas Selectas está compuesto por media docena de mujeres, todas solteras, todas viviendo solas, o compartiendo piso, todas trabajadoras por cuenta ajena, de profesiones más o menos liberales. Ninguna de nosotras ha cumplido los 30 años (creo que seré la primera, el año que viene, si mis cálculos no fallan).

2 comentarios:

Zinar Ala dijo...

El puro individualismo, y la sociedad del consumo tienen la culpa.
Que la gente sea un poco flexible y acuda a estas quedadas.
Y la que no puede, en otra ocasión vendrá, para que tanta complicación.

Un saludo

Cris dijo...

Esa suele ser la solución, zinar ala, el "otra vez será", triunfa. Lo malo es que solemos ser muy insistentes, ejejejej.