lunes, 24 de marzo de 2008

Las vacaciones de las vacaciones

Pasan los años y no aprendo.
Cada vez que me voy de vacaciones -menos cuando voy a casa de mis padres a Santander, donde me dedico a la vida contemplativa-, vuelvo hecha una piltrafa humana y necesito unas largas vacaciones de lo que han sido para mi cuerpo unas cortísimas vacaciones.
Esta Semana Santa no podía ser menos.
He tenido la suerte de disfrutar de toda la semana libre, y he cruzado España, en familia. Esta es otra de mis costumbres, viajar en Semana Santa con toda mi familia. Solemos llegar a nuestro destino completamente encantados de habernos conocido los unos a los otros, y de tener la fortuna de poder estar toda la semana juntos, pero según pasan los días vamos soportándonos menos, hasta que nos volvemos para Madrid hartos del resto. Generalmente a mitad de las vacaciones ya he tenido algún rifirrafe con mis hermanas, y ella a su vez, ya han discutido con mi padre. De los novios, que no son de la familia, mejor ni hablamos*. Pero todo dentro de la normalidad, nosotros somos de los que ante la pregunta “¿Tu cómo viajas, bien, o en familia?" Respondemos más que encantados, “Yo en familia, gracias”.
Este año, con tantos días libres, primero estuve en Santander, y después en Granada.
A Granada, además de mis queridas hermanas y padres, me lleve un constipado que casi me mata subiendo y bajando las cuestas de la ciudad, pero: he resistido. Otra bonita costumbre: siempre, siempre, siempre, siempre me pongo mala en vacaciones. ¿Para qué pillarme la gripe y faltar a mi trabajo cuándo puedo cogerla en verano y joderme las vacaciones?. O mejor, ¿para que me va a subir la temperatura en lunes, y estar un par de días atontolinada en la cama, cuándo puede subirme justamente en viernes y dejarme k.o. todo el fin de semana?.
Los últimos cuatro días han sido especialmente duros: madrugar, caminar, caminar, caminar, caminar, caminar a lo largo del día, entre procesiones, Alhambra, calles, plazas, gente…y acostarme tardísimo. Total: cuando he vuelto a la oficina casi me he sentido aliviada al sentir la silla debajo de mis piernas.
Una cosa si es cierta: a mi las vacaciones me dejan el cuerpo fatal, pero la mente limpia como una piscina pública recién inaugurada a 15 de junio. Así que, al menos he cogido fuerzas para los próximos meses, porque hasta por lo menos julio, ni vacaciones, ni nada. Veréis como no me pillo un triste catarro hasta entonces.

*Hablando de novios: la primera vez que llevas de vacaciones a tu pareja con tu familia será objeto de otro post, palabra.

4 comentarios:

AK dijo...

¿Es tuya la foto Cris? Buenísima.

Estoy de acuerdo contigo, las vacaciones son para cansarse, estar con la familia y volver renovado aunque se necesite otra semana de descanso.

Cris dijo...

Ojalá fuera mía la foto...la cosa es que pasé por esa fachada en Granada y me quede fascinada, y como en Internet está todo, lo he buscado!!! y encontré esa maravilla de imagen. ¿No es genial?.

Anónimo dijo...

Qué casualidad, justo te respondía a un comment que dejabas en mi blog, cuando después me he pasado por aquí, a ver qué había de nuevo, me encuentro este post y descubro que mi comment venía al pelo. Pues eso, que espero que ya estés recuperada.
Me encanta Granada, viví ocho años allí. Y ese graffiti es de El Niño de las Pinturas, mi favorito. Lo bueno es que Granada hay muchos rincones donde se puede disfrutar de su obra. Precisamente en mi blog antiguo le dediqué un post:
http://samikasmiles.blogia.com/2006/120601-el-nino-de-las-pinturas.php

Cris dijo...

Iwita...que ilusión verte por aquí.
Ya casi casi casi es abril.
: )