He estado embarazada en dos países diferentes.
He engordado 25 kilos y adelgazado 20.
He vivido un parto de 25 horas que parecía no tener final.
He tenido una niña.
Me he desesperado, y maravillado por igual dando la teta.
He llorado y he reído con y sin motivos aparentes.
Me he sentido del todo imprescindible y absolutamente prescindible.
Dos de mis mejores amigos y apoyos están un poco más lejos: mi hermana boliviana ha vuelto a Bolivia y mi nene se ha mudado a Barcelona. Los siento igual de lejos y de cerca según el momento del día.
Mi pareja ha cambiado de profesión.
Y yo estoy en el paro.
Y a pesar de todo esto, no parezco estar del todo desequilibrada. Creo que saldré.
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