lunes, 14 de febrero de 2011

Un cumple distinto

No me había preocupado mucho en pensar cómo iba a celebrar mi 32 cumpleaños, y sin querer me surgió un plan diferente: una visita al Parque Nacional de Cabañeros con mis cuñados y mis sobrinos.
Desde luego, jamás hubiera pensado pasar mi cumpleaños así, y aun no sé si son los años que van pasando, o la maternidad, o el cambio de ciclo vital que estoy sufriendo -disfrutando, según se mire- pero debo confesar que pasé mi 32 cumpleaños, que además caía en sábado (hace unos años hubiera matado porque mi día fuese sábado) en el campo y que me gustó, me gustó muchísimo. Disfruté de la cena improvisada la noche anterior en la casa rural, del fuego que hizo mi santo, del madrugón a las siete de la mañana (qué limpio estaba el cielo, y el aire, y el día), de mis sobrinos cantando a grito pelado el cumpleaños feliz antes de salir el sol -y la enana dando palmas feliz de ver tanta fiesta a su alrededor-, y del paseo en jeep por el parque, con esos tres enanos de entre tres años y nueve meses y sus cambios de humor a lo largo de la mañana.
Precioso el paisaje, los sonidos del parque, los olores del bosque mediterráneo, las cigüeñas, las grullas, y las aves rapaces.
Me dio por pensar en que hay tantas posibilidades de vivir y ganarse la vida, que no merece la pena agobiarse pensando en que has perdido una.

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