viernes, 30 de enero de 2009

Exámenes

Ayer, después de tanto tiempo -no me acuerdo, pero más de cinco años, yo creo-, he vuelto a hacer un examen.
No lo había preparado en exceso, y estaba de mal humor, por no haberle dedicado más tiempo y además, por estar preocupada por no haberlo hecho. La semana en el trabajo ha sido antipática y llevo con el morro torcido varios días -han pagado los que no tienen culpa, por supuesto- y estaba enfadada conmigo misma. Aun lo estoy un poco.
Me sentía rarísima con el folio en blanco frente a mí: el enunciado me parecía confuso, no era capaz de leerme todos los detalles del caso seguidos, la neurona no estaba del todo en lo que tenía que estar y tuve que esforzarme muchísimo por hacer buena letra -ya no escribo a mano ni la lista de la compra y cada vez tengo una letra menos legible-. Escribir de golpe y a limpio: imposible. Tuve que coger folios para guarrear primero, antes de enfrentarme a la hoja del examen. Desde las 17.00h. que comenzaba el examen hasta las 17.40h no escribí nada, me lo pasé haciendo garabatos en mi papel en sucio y dando vueltas a los datos del caso para arriba y para abajo. Al final creo que hice algo más o menos decente. Claro que esa asignatura más o menos me gustaba, el profesor explicaba bien y la había seguido con un poco de entusiasmo.
Hoy tengo otro, pero hoy si que viene cuando la mataron: no entiendo nada, el profesor me resultaba confuso, mi cerebro ha desconectado de todas las clases, y voy al examen sólo a ver si suena la flauta y es tipo test. Como la doy por perdida de antemano, es menos doloroso. Creo.
Lo único que deseo es que se pase la tarde lo antes posible y llegar al Nidito esta noche, descansar y preparme para celebrar por primera vez este año, mi cumpleaños.
Si, si, por primera vez, porque como este año caen 30, tengo planeado celebrarlo varias veces.

martes, 27 de enero de 2009

Un día muy largo

Con esta sensación permanente que me acompaña de no llegar a ningún sitio, ni tener tiempo de parar, me he sentado enfrente del ordenador, para enfrentarme a un caso práctico del máster. Necesitaba hacer algo hoy, porque esta semana voy de cráneo: menudo momento he elegido para hacer un máster, menudo momento para asumir tanta responsabilidad en el trabajo, menudo momento para cumplir 30 años, porque todos esos momentos suman el mismo momento y vivo permanentemente agotada y sin parar en ninguno de esos momentos más que para coger aire y seguir.
Terminado el análisis del caso respiro un poco. Las ojeras cansadas. Las manos estresadas. El salón en silencio. La copa de vino casi vacía. Su música de fondo. Noto su presencia cerca, aunque respeta mi concentración.
Un día muy largo. Acaba bien.

lunes, 26 de enero de 2009

No se estudiar



Una cosa es hacer trabajos. Sean individuales. Sean de grupo. Ensayos, casos prácticos, hasta de sumar y restar contabilidad o finanzas, que es lo que peor se me da. Son trabajos al fin y al cabo.
Otra muy distinta es sentarte enfrente de un tocho y estudiar. Eso, se me había olvidado del todo y es casi peor que como lo recuerdo -muy muy vagamente- en mis peores pesadillas estudiantiles.
Esta semana tengo dos exámenes y no se cual me da más pereza de los dos. Tambien ando arrastrando un par de trabajos, pero eso me preocupa menos.
Está claro: no se estudiar. Me leo los apuntes, los entiendo, me hago un esquemita, pero cojo una idea relativa de la cosa. Vamos, que lo aprehendo como me da la gana y lo aplico como me sale del pie. Como en el máster del universo jugamos siempre al método del caso, que no tiene una, sino múltiples soluciones, pues de los ejercicios entregados, no sé que he entendido bien o de qué he hecho una interpretación libre, por lo que voy al examen tan pez como antes de hacerlos.
Sólo de ver los apuntes esparcidos por encima de la mesa del salón, los rotuladores de colores, el ordenador abierto...me entra una pereza que me muero. No sé cómo es posible que yo haya estudiado dos carreras, porque no se estudiar, es un hecho.

domingo, 25 de enero de 2009

Que gran noche ayer

El cumpleaños de mi hermana casi lo hemos improvisado. Dos o tres días antes decidimos cenar en la pizzería de al lado de casa y tomarnos algo después en el chiringuito de Las Matas. "Una cosa informal", "Sólo con algunos amigos a los que siempre apetece ver". Y las cosas improvisadas, a veces resultan las mejores. Porque anoche, una noche improvisada, cenando en una mesa improvisada de amigos improvisados, fue una noche divertídisima. Tanto que a las tres y pico de la mañana, todos estaban alucinados de que aun no me hubiera entrado el sueño.
Estaba contenta: contenta de ver a Majo a quién bastante que no veía. Contenta de poder charlar con Navarrete lejos de las paredes que nos encierran a diario. Contenta de salir con Loren un sábado por la noche, despúes de tanto fines de semana de frío, resfriados y trabajos del máster. Contenta de ver a las amigas de mi hermana, que son tan divertidas que te alegran el día de sólo verlas. Contenta de ver a mi cuñado tan alegre y parlanchín, con sus amigos del curro.
Estrené mis nuevos botines rojos, que son ideales, lo único que me he comprado en las rebajas de este año, junto con un bolso marrón pequeñito, que por supuesto también tuve que estrenar.
Nos reímos tanto que aun me dura la sonrisa esta mañana y mi amiga Majo me ha confesado que ella tiene agujetas.
Cantamos el cumpleaños feliz dos veces, durante la cena y al llegar a las copas.
Ara también estaba contenta, que es lo que realmente importa. Que 25 años sólo se cumplen una vez.
* Mis botines son como los de la foto, pero rojos.

jueves, 22 de enero de 2009

Los jueves, me agobio

Los jueves llego ya atacada a la oficina desde por la mañana. No sabía por qué, pero ya lo he identificado: como tengo clase, me marcho de la oficina entre dos horas y una hora y media antes de lo normal. Y esto me provoca una sensación de angustia desde que me estoy metiendo en la ducha...sensación de que no me da tiempo, de que no llego, de que voy corriendo.
Pensándolo con frialdad, es una auténtica chorrada. Esas dos horas no van a cambiar mi vida, aunque las pase en la oficina, y lo que no haga hoy, lo haré mañana, pero por más que lo pienso, la sensación de agobio y de estrés sigue ahí, atosigándome desde esta mañana.
Poco a poco pasa al tiempo, y el máster del universo casi llega a su ecuador, porque lo termino junio, momento en el que los jueves volverán a ser lo que eran, un día agradable, antesala del fin de semana, que para mí empieza -bueno, empezaba y empezará cuando termine el máster- los viernes a las 14.00h cuando cierro el portatil y salgo pitando, lejos de la oficina y sus historias y me dedico a otras cosas más agradables.

miércoles, 21 de enero de 2009

Reconozco ese tipo de personas

Puedo reconocer ese tipo de personas prácticamente desde que las veo. Tengo mucha práctica. Son tan cotillas que tienen que enterarse siempre de todo. Fiscalizan las conversaciones ajenas. Es imposible hacer una llamada telefónica cerca, porque te contestan ellas, aunque no tengan ni idea de que va el tema. Son tan envidiosas que hasta cuando te va mal, sienten envidia. Envidia de que estés de buen humor, por ejemplo, envidia de que sonrías. Envidia de que te lleves bien con tus amigos, o con tus compañeros, o con tu jefe. Envidia de la ropa que llevas, aunque cueste la mitad que la suya, del corte de pelo, de tu puesto de trabajo, de lo que haces, de lo que no haces.
La felicidad ajena les molesta. Que quieras ir a lo tuyo les molesta más. Alguien muy sabio que tengo cerca, me dijo un día hace ya unos tres años, que siendo como soy, iba a sentir los recelos de este tipo de personas a mi alrededor muchas veces a lo largo de mi vida. De momento, no se ha equivocado.

martes, 20 de enero de 2009

Esas cosas que haces de forma instintiva

Marcar el cero delante cuando llamas desde el fijo de casa.
Pasar la tarjeta identificativa de la oficina, por delante de la cerradura de casa.
Meter el código de la alarma en el cajero del banco.
Usar el pin del teléfono como password del ordenador.
Apagar el despertador del móvil, cuando está sonando el teléfono...y es domingo.
Meter el bono del autobús en los tornos para acceder a los andenes del tren.
Abrir la puerta del garaje con el mando de la alarma.
Tratar de activar la alarma con el mando de la puerta del garaje.
Sacar la tarjeta iberia plus para que te den los puntos del vips.
Sacar la tarjeta del club vips para el descuento de springfield.
Y todo esto, bien riéndote solo, bien con cara de idiota.

domingo, 18 de enero de 2009

Combatiendo el principio de año 2

Hace meses que no iba al cine.
Meses, no puedo creeerlo. Siempre hay alguien con quién quedar, o alguna cosa que hacer, y el cine lo hemos ido dejando, dejando, dejando...y esto no puede ser. Porque a mí me encanta ir al cine. Y como estoy combatiendo la paranoia de principio de año haciendo cosas que me apetecen, que me gustan, que me hacen sentir bien, pues a pesar de que lo que tenía que estar haciendo era leer apuntes y escribir trabajos del máster -que este mes se está poniendo especialmente cuesta arriba- nos fuimos al cine a ver "El Intercambio". Yo tenía ganas de ver "Australia", pero mi santo no y al final me dejé convencer -claro, que la semana que viene elijo yo-. Y mereció la pena, porque me gustó. Es más, me olvidé que Angelina Jolie era Angelina Jolie, y salí del cine sin poder dejar de pensar en la película...
Y fantásticos los gorros que llevaba en todo momento la actriz protagonista, por cierto. Y los patines por los pasillos de la centralita.
No os la voy a destripar, mejor verla.

viernes, 16 de enero de 2009

Combatiendo el principio de año

Estoy tratando de combatir esa paraonia de principio de año, clásica de cada año, tratando de hacer cosas que me apetecen y de estar con gente que me hace sentir bien...por eso, a pesar del frío, de los atascos y de lo vaga que ando estos días, el miércoles cruce Madrid para ir a ver a mi amiga Carmen a Plaza España. Eran las 19h. de la tarde y todo estaba hasta arriba, a la gente no la manda para casa en Madrid ni la crisis, ni la ola de frío. Se tomarán una cerveza en lugar de tres, pero siguen saliendo.
Nos refugiamos del frío helador en un Cañas y Tapas y nos pusimos al día, después de muchos meses sin vernos, primero porque ella estaba fuera, después porque yo estaba ocupadísima. A finales de año pasamos tres meses tratando de quedar y no hubo manera, y he tenido que entonar el mea culpa, porque siempre era yo la que tenía problemas.
Pero...en mi nueva vida de desestresada 2009 tenía pendiente unas cañas con mi Carmen y muchas conversaciones. La vi tan bien, tan guapa, tan relajada, tan feliz, tan segura y encantada de las decisiones que ha tomado, que llegué a casa sonriendo como una tonta y con ganas de más cañas, más amigos y más buen rollo.
Qué bien me sienta ver bien a mi gente. Asi da gusto combatir.

sábado, 10 de enero de 2009

Mi generación es el eslabón perdido

Estaba, hace un tiempo, hablando con mi amigo Lemus por el messenger, quejándonos de esto y de aquello. Que si qué caros son los pisos, qué si alquilar solo es imposible, que de comprar ni hablemos, que si no nos valoran lo suficiente en el curro, que si las cosas no cambian un poco tendríamos que buscarnos algo en otro lado, que si tampoco es momento de cambiar, que si la crisis nos está empezando a agobiar... aunque a Lemus y a mi, la verdad es que nos va bien, no podemos quejarnos, tenemos trabajo, tenemos objetivos en la vida, tenemos amigos, vivimos...
"Si es que somos el eslabón perdido", me decía mi amigo. Toda una generación de estudiantes universitarios, que hemos pasado hasta los 25 o 26 años estudiando una o dos carreras, que hemos vivido fuera, con becas de estudios, o de alguna empresa, que hemos aprendido otros idiomas y lo que es más, que hemos descubierto otras culturas y las hemos compartido. Toda una generación que hemos tardado un montón en incorporarnos al mercado laboral y que, una vez incorporados, hemos tardado muy poco en echar de menos viajar más, conocer más gente diferente, vivir en diversidad. La misma generación que a los dos o tres años de estar más o menos estables en un curro, hemos decidido estudiar un máster...no sé si tanto por actualizar conocimientos como por ver caras nuevas de entornos diferentes, como por conocer, como por tener la posibilidad, quizás, de hacer cosas nuevas en nuestras vidas.
Porque no nos centramos, porque no estamos hechos de esa pasta que nos empujaría a centrarnos. Es más: porque no queremos centrarnos.
A mi amigo Lemus, que es de Barbastro, lo conocí en Haarlem, cuando estaba de Erasmus y es de esos amigos, a los que me gustaría tener más cerca porque siempre me gusta hablar con él, disfrutar de su compañía, sentarnos y "echar" un café juntos y pasar las horas alrededor de ese café, hablando de esto y de aquello, del pasado, del futuro. Hoy es su cumple y el café de esta mañana me lo estoy echando en su honor, mientras pienso en tantas cosas que hemos compartido.

viernes, 9 de enero de 2009

Con la nieve llego el caos

Aunque vivo en la periferia, esta mañana, al salir de casa no estaba nevando. Me ha extrañado tener varias llamadas perdidas de la oficina de antes de las 9. Cuando he devuelto las llamadas me he enterado de la NOTICIA: en Madrid estaba nevando copiosamente y había problemas para acceder a los garajes, muchos resbalones y gente abandonando sus coches en doble fila.
Cuando ya iba por Alcorcón es cuando he empezado a darme cuenta de que la nevada era seria. Pero bueno...parecía que estaba todo bastante fluído así que he seguido...he seguido hasta que era demasiado tarde. He estado 2 horas y media en el coche, me he quedado sin batería en el teléfono móvil, y eso no es lo peor, lo peor es que cuando he conseguido llegar a la zona de la oficina, las calles estaban cortadas y no podía acceder por ningún lado. Así que he decidido volver hacia atrás y buscar algún sitio dónde dejar el coche...gran idea...si no fuera porque la había tenido medio barrio...he callejeado un poco y es cuando ha empezado lo peor: el coche patinaba, no podía circular, hasta que he llegado a un punto en el que "ni para adelante, ni para detrás". Se me ha encendido el piloto que anunciaba que me estaba quedando sin gasolina y me he empezado a asustar. He visto la luz al descubrir que en la calle a la que no sé ni cómo había llegado, los coches estaban aparcados en una fila en el medio -haciendo una falsa mediana- y aun quedaban un par de sitios. Y ahí me he colocado como he podido.
Entonces he reparadado en que iba en tacones...¿Cómo iba a caminar los 15 minutos que calculaba me faltaban hasta la oficina?. He recordado que tenía unas cutre zapatillas de deporte en el maletero para las emergencias...¡¡¡estábamos en una emergencia!!! así que agarré mi paraguas y me calcé las zapatillas y emprendí camino de la oficina. Antes, he tenido conversaciones amables con varios desconocidos, sobre la nieve, sobre qué previsión la de mis zapatillas, sobre el grandísimo paraguas que llevo en el coche, sobre los golpes y los sustos.
Entre pitos y flautas he llegado a las once y media de la mañana a la oficina, mojada, helada y sobretodo muy preocupada, porque tenia que recuperar mi coche mal aparcado en ese barrio desconocido y sobretodo, volver a mi pueblo. Y seguía nevando.
Evidentemente en la oficina nadie estaba trabajando: unos hacían fotos, otros miraban la nevada por la ventana, otros han bajado a tocarla y los más hablaban con amigos y familiares para saber si estaban atascados o si habían conseguido llegar a trabajar o si estaban en casa disfrutando del frío y la estampa.
Como los críos.
Yo, como los críos, me he saltado el cole, para estar a salvo en casa. Ahora parece que está todo solucionado.
Madrid hoy ha estado completamente colapsado por la nieve, está claro, que no estamos muy preparados para las nieves copiosas en Madrid...muchos se han consolado con el clásico "Año de nieves, año de bienes", ¿será verdad?.
*La foto es obra de Navarrete, desde la ventana que compartimos.

jueves, 8 de enero de 2009

Viajar en pareja

Qué bonito es viajar con tu pareja.
No resulta muy complicado elegir el sitio de la espacada o de las vacaciones.
El equipaje es compartido, por lo que no llevas dos secadores, dos cámaras de fotos ni dos cargadores de móvil, todo es más coordinado y más sencillo.
El rollo de espera en el aeropuerto se hace más corto, las compras más amenas, en el avión puedes dormir sobre el del al lado, incluso puedes roncar y echarle la babilla, y no pasa nada, ¡porque hay confianza!.
Una vez llegas al destino, paseas por sitios que os apetecen a los dos, comes en restaurantes que os gustan, visitas sitios ideales y lo inmortalizas.
En el hotel, no notas mucha diferencia de compartir la habitación y el baño con tu pareja, a compartir la habitación y el baño con...tu pareja, es lo mismo.
Y cuando vuelves, encantado del viaje, con muchos recuerdos y muchas anecdotas por comprar, te das cuenta, repasando las fotos, que es como si hubieras viajado solo: 235 fotos y sólo hay dos en las que sales con tu media naranja y las dos están cortadas porque fueron autofotos. Eso sí, tienes mil fotos por casa en las que sales sola: sola sonriendo en un canal en Venecia, sola al lado de la Torre del Oro, sola en un valle asturiano...
¿Para cuándo la cámara de fotos de pareja, que te inmortaliza sola de dos en dos?.

lunes, 5 de enero de 2009

Desconectada e inspirada

Suelo tardar en desconectar del trabajo cinco días, una semana. Me cuesta. No suelo conseguirlo nunca en fin de semana. Sigo despértandome temprano y sueño con el trabajo, pienso en las cosas que tengo que hacer, no puedo evitarlo.
Estas vacaciones han sido completamente diferentes. Estaba tan agotada mentalmente, tan exhausta después de unos meses tan complicados, largos y movidos, que desde el primer día hasta el último -bueno, aun me quedan dos- he dormido hasta las 12 de la mañana todos los días. No he soñado con el curro ni una vez y ya apenas me acuerdo de que cosas tengo esperándome sobre la mesa cuando llegue.
Tengo trabajos pendientes del master, pero no he hecho nada durante las vacaciones -decidí no llevarme los apuntes consciente de que cuando era estudiante, los libros y las carpetas conocieron Santander cada año pero sólo de pasada, pues jamás salieron de la mochila-, bueno, desde que llegué a casa he empezado a leer apuntes atrasados y a escribir algunas páginas...he desconectado tanto que no sabía por dónde empezar y he mareado la perdiz hasta el infinito...pero ayer, me llegó la inspiración y me puse a escribir como una loca. Y la inspiración me ha durado hasta hoy, así que estoy aprovechando y adelantando los trabajos que tengo que entregar a finales de esta semana. Ya me veía terminándolos la noche antes, como en mis peores pesadillas estudiantiles. Desdeluego, hay cosas que nunca cambian, y yo, de hacer las tareas con tiempo, no he sido nunca.

domingo, 4 de enero de 2009

En casa

No sé si es que estas vacaciones de Navidad han sido un poco difíciles. No sé si es la edad -menos de dos meses para los 30, ups-. No sé si es el resfriado.
Sea por lo que sea, estaba deseando volver a Madrid, volver a mi casa, sentirme at home.
Y aquí estoy, disfrutando de la tranquilidad de mi barrio, de la comodidad de mi sofá, de la amplitud de mi cama, de mis cosas y de mis espacios.
He recibido 2009 medio griposa, este catarro no termino de curarlo y entre mis propósitos de año nuevo tengo tomármelo con más calma, ir un poco más despacio, disfrutar de las pequeñas cosas que me gustan, ocuparme más de mí, de mi gente, de mi tiempo, y dejar de preocuparme por las cosas que no tienen solución porque no la tienen y de solucionar las que si que la tienen. Gastar menos -tiempo y dinero - en cosas innecesarias. Invertir más -tiempo y dinero - en cosas rentables. Son muchos propósitos, y la mayor parte de ellos, es díficil que los cumpla, porque luego yo siempre voy corriendo, no tengo tiempo de disfrutar de las pequeñas cosas, me preocupo por tontadas y me ocupo de casi todo menos de mi y mis circunstancias, pero...por intentarlo que no quede, sobre todo este año, que voy a cumplir 30 años. Eso tiene que significar algo.

sábado, 3 de enero de 2009

Cielo estrellado

En Madrid nunca veo las estrellas.
Muchos días no se ven.
Y la mayor parte de las noches no tengo tiempo ni de mirar si están ahí.
El otro día en Esles, al salir del hotelito, Montero de la Concha, el cielo estaba cuajado de estrellas, como hacía tiempo que no lo veía. La noche estaba completamente despejada, con un cielo cristalino, y mirase donde mirase había un millón de estrellas. Más baja que el resto, pero mucho más brillante, la estrella que primero sale, Venus.
Me hubiera quedado mirando ese cielo tan espectacular durante horas, siempre me ha gustado mirar las estrellas, y dormir al raso. Qué pena perder algunas costumbres que me hace sentir tan bien de una forma tan facil.