lunes, 28 de abril de 2008

Más seguridad que en el Dueso


Se han unidos dos circunstancias en el mismo intervalo de tiempo que no me han dejado actualizar el blog en más de una semana. Y estoy de los nervios.
La primera: varios días desquiciantes en el trabajo por acumulación de marrones, todavía peor de lo que me esperaba, y eso que esta semana ya apuntaba maneras.
La segunda: mi empresa, que ya me tenía vetado –por motivos de seguridad- el acceso al correo personal, a youtube, a todas las televisiones, radios, y foros de Internet, ha dado un paso más y nos ha capado los blogs.
Diréis que soy una cutre, pero, como acarreo un portátil de compañía al hombro desde hace tres años, exactamente el mismo tiempo que llevo emancipada, compartiendo piso con mi más mejor amiga, pues nunca he tenido necesidad, dinero, tiempo, ni ganas de comprarme un ordenador. Así que me encuentro dispuesta a publicar ante un ordenador que no me lo permite: es completamente enloquecedor.
Puedo asegurar que tenemos una seguridad digna del Dueso. Qué digo de El Dueso, de Alcatraz. Porque en el Dueso, la prisión situada en la cántabra localidad de Santoña, los presos tienen página web, blog y un coro que se hizo famoso en un programa de televisión.
Lo que es nosotros como sigamos así, nos quitan los peligrosos ordenadores de delante y nos dan máquinas de escribir, como si lo viera. Y es posible que nos impidan realizar la pausa del café porque el cotilleo de ese rato, seguro que aumenta el riesgo de spam.
Haré lo que pueda por conseguir publicar más asiduamente, si la suerte me acompaña. ¿Alguien me presta su ordenador?.

miércoles, 23 de abril de 2008

Fiel a mi peluquera Sandri

Siempre que lo cuento, la gente piensa que soy una pija, una snob, y cosas mucho peores. Aun a riesgo de que una vez leáis este post lo penséis, o incluso me lo llaméis: os lo voy a contar.
He decidido cortarme el pelo.
Desde la primera vez que me pegué un corte peligroso, es decir: corto, corto sin remedio, de los que no te queda pelo ni para pellizcarte por detrás, soy fiel a mi peluquera Sandri.
Ser infiel puede ser muy divertido, pero no cuando se trata de tu corte de pelo. En estos tres años de relación – y de diversos tipos de pelo corto- sólo una vez tuve un escarceo con Mónica, una peluquera modernísima y cool de la capital de España. El resultado no fue el esperado, por eso, no me he atrevido a serle infiel nunca más a Sandri.
La única pega a esta idílica relación es que Sandri trabaja en Santander, en la peluquería Inés García, donde nos conocimos, y yo, vivo en Madrid. Los amores, en la distancia, ya sabéis, son difíciles de asentar, pero lo nuestro es más bien un rollete de vacaciones: la visito regularmente en Navidad, Semana Santa y en mis vacaciones de verano. Llego, me mira la-mata-pelo, y me dice ¿qué quieres que te haga, Cris?. Yo le respondo siempre “Lo que tu quieras, Sandri, que la que sabe de esto eres tu. Me pongo en tus manos”. Y lo digo de verdad, que de modas capilares no me entero. Yo me dejo hacer y siempre quedo satisfecha.
Ella me denomina con orgullo “su clienta de Madrid”. Y yo he de confesar, orgullosa también, que en tres peluquerías diferentes de Madrid, Sevilla y Barcelona, me han preguntado que dónde me había hecho ese fantástico corte de pelo.
Las navidades pasadas, no me dio tiempo, y no fui a verla. Y se me ha echado el tiempo encima, tengo una boda el 3 de mayo en Cuenca y una pelambrera imposible de dominar. Así que ayer la llamé desesperada:
“Sandri, soy Cris, de Madrid ¿trabajas el sábado?. Necesito verte, como sea, tengo que cortarme el pelo.”
“¿Hace mucho que no vienes, ¿no?.”
Silencio. “Qué, ¿tienes vacaciones?.
“No, no, es que tengo una boda en mayo y ya no me quedan más fines de semana libres para ir”.
Vale, vente. No sé si hacerte madrugar, eh…que el sábado hay un jaleo…venga, no voy a ser mala. Vente a las 11.00h.”.
Colgué aliviada.
El sábado me corta el pelo Sandri. El vestido me ha salido barato y he tenido la suerte de que pegaba con unas sandalias y una cartera que ya tenía. Tengo reservado un hotel que me encanta, la Posada San José, súper apañado de precio, desde enero. Llevo un acompañante guapísimo y divertido, el mejor. Creo que nada puede fallar. Y mira que siempre se me tuercen los preparativos de las bodas (y de las bodas en sí mismas, no hablamos).

martes, 22 de abril de 2008

El sobre

El otro día recibí un sobre a mi atención, en el trabajo. Me lo enviaba una persona de mi propia compañía, de otra ciudad, de un puesto no tan diferente al mío. Ni extranjera que nunca había escrito castellano, ni menor de edad, ni analfabeta, ni nada. A simple vista una persona quizás, con una carrera, o estudios superiores, que probablemente en su día aprobó la selectividad, que escribe lo más seguro muchos correos electrónicos al día, informes, notas. Lo que todos hacemos a diario, en nuestra rutina en la oficina….era uno de esos sobres marrones, semi-duros, y escrito a mano, con una bonita letra y decía:

Ala Cristina Cabeza

Lo leí varias veces, por si había algún error. Por si no lo estaba entendiendo. Por si tenía los ojos llenos de legañas. Pero no.
Luego me obsesiono con que soy muy pejiguera con la letra impresa, o escrita. Que me enloquecen las incorrecciones, que no es para tanto, pero este tipo de situaciones –no es la primera, ni será la última, lo sé- me reafirman, ¡¡¡la loca no soy yo!!!.

lunes, 21 de abril de 2008

El pasapuré, pasapurés o chino

Este fin de semana quería comprarme un pasapurés – yo siempre lo he llamado pasapuré en singular, pero al Word no le gusta, que se debe decir el plural y yo diciéndolo mal toda mi vida- y ha sido imposible. Y es que empieza el buen tiempo (o debería empezar) y a mí me encanta el gazpacho, pero no me gusta con tropezones. La batidora es un gran invento, pero los tropezones del gazpacho, te los comes. Por eso mi madre me enseñó las virtudes del pasapuré, pasapurés o chino. Como iba a tomarme el fin de semana de tranqui, me dieron ganas de cocinar y compré todos los ingredientes del gazpacho. Como estaba en su casa, pues no teníamos chino y pensé, feliz, “salgamos a comprar uno”. Como si fuera tan fácil, cándida.
Él se puso contentísimo, no por comprar el pasapuré, que a él ni le gusta el gazpacho, ni considera que el chino sea un cacharro esencial para la supervivencia humana, si no porque así tenía una excusa para ir a ver barbacoas, que es lo que él más desea últimamente, ahora que empieza el buen tiempo (o debería empezar) para su nuevo y luminoso patio. He ido a varias grandes superficies y no he encontrado más que uno -de súperdiseño- por más de 90 euros. Por 15.000 pesetas de las de antes, que menos que me pase el puré él solito y además me cante los últimos hits al mismo tiempo -me dije yo- pero la dependienta me aclaró que el precio era por su moderno diseño ergonómico a la par que elegante, porque funcionaba como todos los demás: a manubrio. Así que me guardé mis casi cien euros a la espera de encontrar uno más barato. Pero no encontré ninguno más, ni barato, ni caro. No lo encontré en Carrefour, ni en Menaje del Hogar, y hasta me falló Casa, que suele ser mi salvación. Ni hablar de encontrarlo en Ikea, que los suecos de pasapurés no saben mucho. Así que este fin de semana me he tenido que comer el gazpacho con tropiezos. Eso sí, hemos elegido la barbacoa. En cuanto cobremos la compramos. Me han recomendado buscarlo en “los veinte duros” de antes, ó “Todo a 1 euro”. Igual es que está en desuso, o se ha pasado de moda. A ver si hay suerte y lo encuentro.

viernes, 18 de abril de 2008

Al mal tiempo, buena cara

Ya que este abril sigue siendo -tanto en Santander, como apunta Lara, como en Madrid, donde lo estoy viviendo - gris, ventoso, lluvioso y cambiante, no puedo más que desempolvar mis mejores sonrisas y gritarle al mundo entero aquello de al mal tiempo buena cara.

Opiniones quiero.
Es superficial, si, pero es que no sé que hacer.

¿Pelo largo o pelo corto?



Nota técnica: el moderno y creativo joven diseñador-gráfico-web-master-de-mi-universo que hace posible esta croqueta porque si no yo escribiría todavía en papiros -que además es el tío más divertido, tiene buen gusto y me aconseja en todo- ahora me corrige los comments, y hoy, me ha enseñado una cosa nueva: a tachar palabras mal escritas, que me dice que esto es lo que hacen los blogueros de los buenos cuando se equivocan y en lugar de intensa escriben intenta. A ver si no se me olvida, oye, que yo para estas cosas tengo memoria de Dory, la de Nemo.





jueves, 17 de abril de 2008

Una nueva diversión

Por diferentes circunstancias coincidentes en el tiempo llevo más o menos un mes que no consigo descansar, que duermo poco y ando medio sonámbula. Cuando tengo sueño, me concentro fatal y suelo estar de peor humor. Ahora mismo sólo quiero que llegue ya el fin de semana y poder dedicarlo a tirarme a la bartola, porque sé que la semana que viene va a ser intenta intensa en el trabajo y personalmente, como seguimos en este mes de abril interminable y negro, no creo que mejore tampoco. Pero quiero alimentar la croqueta regularmente aunque sea con post cortitos.

Por eso, os contaré que me cada vez me gusta más pasearme por la blogosfera y encontrarme cosas curiosas. Es un mundo nuevo para mi, infinito, lleno de detalles, por descubrir, inagotable. Me encantan los blogs de gente-en-sitios y pienso que me hubiera encantado tener mi blog hace 5 años, el año que viví en una Iglesia para poder contar a los cuatro vientos todo lo que descubría cada día en esa ciudad ideal que es Haarlem. Fue un año irrepetible. Aunque quién sabe, en este mundo globalizado si terminaré por vivir en algún sitio que me despierte las ganas de contar todo aquello que descubra.

Me encanta leer a mis amigos de siempre, y a esa gente que he descubierto en la red.
Suelo ojear a diario a Iwita, a Curro, y a Mercedes Castro.
Y me encanta sorprenderme descubriendo personas a que llevo tiempo sin ver y que de repente regresa a mi vida en forma de blog más o menos curioso. Así me he encontrado con Pablo, por ejemplo. Qué alegría me ha dado. Una sensación como la que en su momento sentí al recuperar buenas amigas de la infancia gracias al Messenger y es que aunque a veces me enfado con las nuevas tecnologías hay otras veces que me fascinan. Y siempre me sorprenden.

miércoles, 16 de abril de 2008

Una revelación

Mi cuñaito es belga, belga y gracioso. Podría ser, perfectamente, el famoso belga por soleares. Con ese cuajo que tienen sólo los niños y los güiris al sentenciar, un día enunció una frase que me he quedado para siempre anotada entre mis leyes de vida, una auténtica revelación: EL QUE ES GILIPOLLAS CON 15 AÑOS, LO ES CON 45 Lo que viene siendo, para entendernos, que por mucho que queramos, que incluso nos esforcemos, las personas no cambiamos en lo sustancial.
Esta revelación me tiene trastornada. Porque evidentemente, si con 15 años eres responsable, popular, divertido, con carisma y fabuloso, pues guay. Pero si eres desordenada (como yo), una obsesionada con las cosas (como yo), algo loca y pelín inestable (como yo, si, si), pues la cosa pinta peor.
Como tratamiento de choque, estoy tratando de centrarme en las cosas buenas de mi esencia personal desde que era una chiquilla: Soy apasionada y tozuda – muy bueno en mi vida profesional, un poco desquiciante para lo demás -. Defiendo mi criterio ante todo el universo y me tiro a la piscina siempre, hasta sin agua, porque estoy dispuesta a cualquier cosa – cuando no tengo razón, me estrello…ahora cuando la tengo, la tengo -. Cuido a mi gente, soy una gran amiga de mis amigos – conlleva muchos disgustos, pero es bueno, creo-. Presionada me concentro en cualquier lado. Veo siempre el vaso semi-lleno. Sonrío a la vida aunque ella a veces no esté simpática conmigo.
Claro que lo malo es que además de estos ejemplos, ya con 15 años sabía yo y ahora lo mantengo, para que voy a negarlo, que soy un poco rencorosa, se me nota todo en la cara, no se disimular, me gusta buscarle tres pies al gato, más veces de las que me gustaría me dejo llevar por la pereza, no sé decir que no y me cuesta expresar sentimientos negativos…. (no sigo, que me deprimo).
Ahora que tengo la certeza de que esto para siempre: no puedo disimular mi rencor hacia mi misma por no poder luchar contra la mala leche que me provoca seguir buscándole tres pies al gato en esta cuestión. Por más que quiera esto así, así que me dejaré llevar por la pereza una vez más y cuando mi padre me pregunte qué cuándo voy a cambiar y convertirme por fin en una persona más centrada y responsable, tendré que asumir que no soy capaz de decirle que no, que es que esto no tiene remedio. Soy algo desastre. Lo fui a los 15, y lamentablemente seguiré siéndolo a los 45.

martes, 15 de abril de 2008

Insomnes

Madrugada del domingo al lunes.
Nos encontramos en el pasillo, 5.32h de la madrugada. Insomnes. Ella salía del baño. Yo, deshaciendo el camino de la cocina a mi cuarto, con un vaso de leche en la mano.
Nos cruzamos las miradas somnolientas sonrientes.
Qué, no puedes dormir…no. Y tú. No, tampoco.
La luz de la luna entraba por la ventana del salón, iluminándolo.
Nada hay peor que una noche de domingo en blanco, pensando que a las 7.30h del lunes –y del martes, y del miércoles, y del jueves, y del viernes- sonará el despertador.

viernes, 11 de abril de 2008

Viernes de abril, siempre tan torcido, abril

Preparaba un post gracioso, divertido, bien pensado, para hoy, porque es viernes, porque empieza el fin de semana, porque llevo toda la semana contenta por la lluvia que no cesa, pero ya casi se puede oler la primavera, porque últimamente estoy llenando muchos cuadernos de ideas y eso me encanta.
Pero acaba de pasar algo que me ha contrariado, que me pone nerviosa, porque daña a alguien que quiero mucho.
Así que hoy no puedo publicar nada gracioso.
A cambio, os dejo algo que escribí hace algún tiempo…espero que os guste.

No hizo falta que le dijera nada. Lo vio en mis ojos. Dame un abrazo, me dijo, y no te preocupes, saldremos de esta. Dejé la maleta en el suelo, y me sacudí la capucha, que estaba empapada. Dos minutos después mi mejor amiga, mi hermana del alma, mi comadre, reapareció en el salón con dos cafés, uno en cada mano.
Bueno, dijo, cuéntamelo todo.
Yo no sabía que decir, así que empecé a dar pequeños sorbitos al café, mareando la taza de una mano a otra, y traté de ordenar mis pensamientos para ser capaz de contarle las cosas tal y como eran, si es que yo misma sabía cómo eran las cosas, que lo dudaba.
Solo pude pensar en que no fui capaz de sonreír la última media hora que pasamos juntos, angustiada y presa del pánico. Si había algo que a él le gustaba de mí, era verme sonreír, y yo no había sido capaz de sonreírle para que se quedara un poco menos solo y un poco menos confuso bajo la lluvia, en el aeropuerto.
Ya sabes, comencé, que me gustó desde que le vi. Me gustó su mirada. Me gustó su boca. Me gustó su forma de hablar. Me gustó su sonrisa. Y sobre todo me gustó darme cuenta de que yo también le gustaba.
Decir que fue un flechazo sería un topicazo de lo más recurrente y además no es verdad. Pero sí fue un encuentro afortunado, una especie de energía magnética entre los dos, miradas cruzándose, palabras asaltándose, risas acompasadas. Conectamos desde el principio, por eso, precisamente, salí de la entrevista de trabajo sabiendo que no me llamarían nunca. Pero me llamaron. Y trabajamos juntos un año. Y fue un elemento esencial en mi vida. Y luego salió de ella. Y luego pasaron algunas cosas. Y ahora esto. Y ahora qué.




jueves, 10 de abril de 2008

La nueva Alaska, la Cris de siempre

Los que me conocéis bien, lo sabéis, y los que no, os lo cuento yo: hacía mucho tiempo que no me disfrazaba. Dije que habría fotos de la fiesta en la que aparecí vestida de Alaska, y aquí está la prueba. Me reí un montón y el resultado es cuanto menos impactante.
Últimamente he recuperado viejas costumbres que tenía algo olvidadas, por tontorrona y estresada, y que me divierten mucho: leer compulsivamente, pasarme horas con mis amigas llueva o truene, cocinar, disfrazarme, refunfuñar en el trabajo, embriagarme un poquito, dormir a trozos en ratos que no debo, no dar explicaciones, viajar, ir a fiestas, conocer gente nueva e interesante, llevarme cosas dulces a la cama, escribir en mi blog.

miércoles, 9 de abril de 2008

La niña de mis ojos

Como quién dice anteayer, yo siempre me asombraba pensando que cuando mi hermana pequeña tuviese 13 años, yo tendría 30. Me parecía el futuro más lejano que nadie se pueda imaginar.
Hoy cumple 12.
Estamos en el futuro más lejano que yo nunca pude vislumbrar, y me siento prácticamente igual que el primer día que la cargué en mis brazos, hace 144 meses, o 624 semanas, ó 4380 días…
La niña de mis ojos es tan físicamente parecida a mí, que no podemos negar que somos hermanas.
Es buenísima jugando a las películas y a las palabras encadenadas y se sale en el karaoke de la playstation, incluso sin cantar la letra de las canciones. Me gana a todos los juegos de todas las maquinitas imaginables. Se hizo un fotolog antes de que yo pusiera on-line este blog y escribe sms que yo no entiendo, en ese idioma escueto que tienen ahora los niños y que me desconcierta. Es una fan incondicional de Los Simpson, Futurama, Camera Café y El Internado.
Sabe más palabras en español que mucha gente adulta que conozco, canta en inglés y cuenta en francés.
Se levanta antes de que amanezca, da lo mismo a que hora se haya acostado y desayuna hasta tres veces si esta en casa por la mañana.
Es pizpireta y graciosa, y no hay nada en la vida que le haga sentir vergüenza.
Se le dan bien la mayoría de los deportes y podría alimentarse sólo de chocolate durante semanas. Le gustan muchísimo las coles de Bruselas, la paella y los filetes con patatas.
Cuando hablamos, presta muchísima atención a todo lo que digo, y como es una cachonda, me vacila como nadie.
Puedes contarle cualquier cosa, a ella todo le parece normal, lo comprende, da su punto de vista y es tan razonable que me asusta.
Le gusta mucho dormir conmigo. A mí me gusta dormir con ella, y antes de apagar la luz, leer cada una su libro, comentar algunos párrafos. Me gusta su pelo, mucho más liso que el mío, sus enormes ojos castaños, que se hacen más grandes cuanto más sueño tiene.
Me encanta observarla, siempre haciendo algo, siempre desconcertada, siempre atenta a demasiadas cosas a la vez, siempre hablando a saltos, de tema en tema.
De la niña de mis ojos me gusta todo. Siempre lo digo, y no me cansaré de repetirlo, aunque nació cuando yo ya tenía 17 años, no me acuerdo cuando no la teníamos y la casa de mis padres sin ella, está completamente vacía. Y mi vida sin ella también lo estaría.

martes, 8 de abril de 2008

Gorda y feliz

Mi sabia madre siempre decía, cuando yo era más jovencita, que “engordaba de felicidad”. Han pasado años hasta que yo he entendido el alcance de esta explicación y ha tenido que ser por sufrir una situación inversa, es decir, adelgazando de infelicidad.
A mí, que soy formato pelotilla, y que me encanta comer, la única dieta que me ha funcionado alguna vez es la del sufrimiento. Bueno, eso, y una buena indigestión de gambas. En ambas, me quedo como una sílfide, pero claro, aunque el resultado me guste, conlleva causas desagradables, que no merecen la pena.
Es cierto que el verano pasado, después de seis meses sin poder dormir, vomitando todo lo que comía y sin apenas respirar, pude ponerme una minifalda vaquera que ni en mis mejores sueños y por primera vez en toda mi vida mis muslos no se rozaban el uno con el otro.
Todo esto, además, sin perder talla de sujetador, porque no sé por qué misterioso pacto con el diablo hay partes de mi cuerpo que no adelgazan nunca.
No es menos cierto que pude usar un mini bikini y camisetas de tirantes de la talla S.
Pero a pesar de que a nadie le amarga verse divina – de cuerpo, porque la cara la tenía hecha una pena- y que tengo guardado el resguardo de ese verano en que pesé 57 kilos –a falta de documentos gráficos más interesantes, porque lo que tiene la infelicidad es que fotos no te haces ni una-…no he perdido la perspectiva: prefiero, sin duda, ser gorda y feliz.
Como en la foto, formato pelotilla.

lunes, 7 de abril de 2008

Fines de semana sosos e intensos. Este ha sido intenso

Hay fines de semana, más de los que me gustaría, que pasan y tengo la sensación de no haber hecho nada. Los domingos, me suele entrar esa mezcla de premodorra de lunes y de depresión de no haberle sacado suficiente jugo a los días libres.
Hay otros fines de semana, como el pasado, que he hecho tantas cosas que es como si llevara siete días sin aparecer por la oficina.
Hoy, lunes casi lluvioso, de madrugón, y en el que tenido que venir andando a la oficina, son las 12h de la mañana, no me concentro y tengo esa sensación de desconexión con mis obligaciones que surge después de las vacaciones, o de los findes intensos.
El viernes estuve en el cumpleaños de Aída, íntima amiga de mi hermana, a quién quiero mucho. Celebró una fiesta de disfraces que empezaran por A, y yo me disfrace de Alaska. El disfraz estaba curradísimo, llevaba hasta Pegamoide*. Lo pasamos genial preparando los trajes y también en la fiesta. Había algunos disfraces buenísimos: árabes, Amy Winehouse, Audrey Hepburn
Yo soy un poco seta, la verdad, pero el viernes me lo pasé tan bien, que cuando llegó la policía a las 3 y pico de la mañana, al piso de estudiantes donde se celebraba el evento, me quité los taconazos y el pelucón y seguimos la juerga en un bar. Disfruté un montón, bailé, estuve charlando largo rato con un montón de gente diferente, conocí a Sabela, una chica encantadora, con la que hablé hasta cansarnos la una de la otra, me reí y hasta me emborraché.
Pasé el sábado entretenida con los preparativos de la fiesta de cumpleaños de mi hermana la pequeña, que celebraba por primera vez una fiesta de pijamas y estaba más que emocionada -es normal, tiene 11 años-. Entre tarta y velas, medianoches de nocilla, cruasanes de jamón y queso y sándwiches de chorizo, patatas fritas y aceitunas, se pasó el día, un sábado primaveral delicioso con un poco de sueño en los párpados, pero sin apenas resaca. Tan entretenida estaba que no miré el bolso en todo el día.
Hasta las diez de la noche no me di cuenta que no tenía la cartera. O la perdí el viernes en el último bar que estuve, donde la vi por ultima vez, al sacarla para apurar los últimos 20 euros que tenía, o me la robaron, en el mismo sitio. Una pena. Estoy sin tarjetas, indocumentada, y no quiero ni pensar todo lo demás que llevaba dentro, que me deprimo aun más.
Después de anular las tarjetas y darle mil vueltas a lo que pasó, me fui a una cena tranquila de cumple, pero no disfruté mucho, porque estaba con la cabeza en el robo, o el extravío.
El domingo fui a poner una denuncia, después de escuchar decenas de historias de todas esas cosas que te pueden pasar si alguien utiliza tu documentación para hacer chanchullos, y estuve más de 2 horas en la comisaría. Un plan de domingo muy entretenido. Por si pensaba que no podía estar peor, el coche se me estropeó por la tarde. Esta mañana lo he llevado al taller. Como poco me va a costar 300 euros la broma, eso si no le sale nada raro. Pobre, ya está algo viejito mi carro.
No sólo estoy sin tarjetas e indocumentada, si no que estoy sin coche y muy de lunes. A pesar de todo, no sé muy bien, por qué no estoy de mal humor. De hecho, estoy muy contenta. Debe ser la primavera.

* Prometo documento gráfico, pero de momento no tengo.

viernes, 4 de abril de 2008

Quisiera escribir…

En una semana rara, enmarcada en un mes triste, porque los meses de abril a mí siempre me resultan algo torcidos y este ha empezado llevándose la palma, quisiera escribir sobre algunas mujeres fuertes y valientes que tengo el placer de conocer y de disfrutar, pero de momento, no puedo. Quisiera ser capaz de retratar a algunos hombres que me sorprenden y que me gusta tener a mi lado, pero no sé cómo. Quizás llegue el día que sepa y pueda.

Quisiera escribir sobre mi abuela, que ayer cumplió 75 años, y que es la persona más vital, más alegre y más ilusionada por todo que nunca he conocido. A quién quisiera parecerme, en quién a veces me veo reflejada.
Quisiera escribir sobre mi amiga Ana y explicaros que es tan fuerte y que encara a la vida tan intensamente que la admiro cada rato un poco más.
Quisiera escribir sobre mi amiga Estefanía que lucha tanto por lo que quiere y patalea tanto contra lo que no le gusta, que vive tan intensamente, que es mi modelo a seguir.
Quisiera escribir sobre mi amiga Paula que no me falla jamás, que está siempre en mi vida y siempre apoyándome. Y sobre mi amiga Raquel, siempre fiel a sus valores, a su vocación, y a nuestra amistad.
Quisiera escribir sobre mi madre, y sobre mi tía Gema, que están templadas ante todo, que nos llevan de la mano por la vida, ayudándonos en cada pequeño detalle, y en cada gran tragedia, y que nunca nunca nunca pierden el buen humor.
Quisiera escribir sobre mi prima Paola que se porta como una valiente en todos los envites que nos está mandando la vida, y sobre mi hermana Ara que le planta cara a todo lo que sea necesario, las dos, mis enanas, se han convertido en mujeres fantásticas y no sé cómo ha ocurrido.
Quisiera escribir sobre el hombre de mi vida, que es mi padre, que siempre está en cada paso que doy, que es una sombra amable que no pesa, que cuida, que sostiene.
Quisiera escribir sobre Miguel Ángel, amable, atento, caballero y santo, todo a la vez.
Quisiera escribir sobre Alfredo, que es mi alter ego, el escalón en el que me apoyo para saltar, y que todos los días, sin faltar uno, me enseña algo.
Quisiera escribir sobre Lorenzo que me muestra la vida a sorbitos, que me templa los humores, que me conoce tanto que me da miedo, que me acompaña, que hace que todo tenga sentido con una simple mirada.

Quisiera escribirlo pero no puedo y no sé.

jueves, 3 de abril de 2008

Las nuevas tecnologías nos complican la vida

Cine de barrio. No me acuerdo de la película pero era el típico actor español de los años 80, en plan Rodríguez en Madrid. Su santa, con los niños y la suegra en la playa, le llama cada noche a casa desde la cabina frente al chiringuito.
Él vuelve a casa para atender la llamada, charlan 2 minutos porque es muy caro, y después se va a bailar con las suecas toda la noche. Así durante tres meses cada verano. Todos tan felices. El de Rodríguez con las suecas, y ella haciéndose la sueca por su Rodríguez.

Igualito que ahora.

Las nuevas tecnologías han hecho, y continuarán haciendo mucho mal al hombre. Quién no conoce alguien, o mejor, quién no ha sufrido en propias carnes los efectos colaterales de estar siempre localizado y localizable, permanentemente conectado, y en comunicación perpetúa con los demás.

Yo las he sufrido todas.

Primero las del e-mail. Cada día es más inteligente, así que cada día hago cagadas más gordas. Desde que es intuitivo y escribe las direcciones solo a partir de las primeras letras le mando correos a mi Madre, cuando quiero enviárselos a mi Médium, y a mi Directora cuando estoy pensando en mi amigo David, que está como un queso, por cierto.
Como sea más automático va a ser cagarte en tu vecino y un se generará un correo electrónico instantáneo para su persona con las siguientes palabras: Me cago en tu persona, firmado tu vecino. Y eso sin tener ni siquiera la dirección de correo del señor.

Correo electrónico personal a mi amiga Maritina criticando a nuestra bastante menos amiga Nuria.
“Nuria es tonta del culo, y le pesa el idem. No la aguanto”. Y se lo envío a Nuria.

Correo electrónico baboso que recibo de mi admirador Juanjo, que no me gusta nada. Se lo quiero reenviar a mi compañera de piso con un comentario jocoso no apto para melindrosos. “Nena ¿Qué hago, me caso con él o me tiro debajo de un tren de mercancías? Total, atropellada o de aburrimiento al final me muero igual. O me ahogo con las babas, otra opción”. Y se lo envío a Juanjo, por supuesto.

En el trabajo, contestar a todos, queriendo contestar solo a uno, con un “Pero tú de qué vas, esto sale mal seguro, ¿no ves que nuestro querido jefecillo resabidillo no apuesta por este tipo de iniciativas?”. Copiando al jefecillo, y a todo el equipo al que manda dicho jefecillo.

Segundo, las del móvil.

“Me has hecho un chupetón enorme. Te voy a matar en cuanto te vea. ¿Un café antes de subir a la redacción?”. Mi santo oficial está fuera de España. ¿A quién se lo mando? A mi santo oficial, por supuesto.

“Tía, tienes que cubrirme con papa. Si te llama, le dices que he dormido en tu casa. Luego te cuento”. ¿Se lo mando a mi prima?… Pues no, a mi padre, como suponéis y suponéis bien.

“Llego tarde, estoy aun en la oficina, tengo un lioooooooo”, y se lo mando, a mi compañero de la oficina, que no sabe dónde estoy, pero sabe que en la oficina no. Y que piensa que un lío es exactamente lo que debo tener, y que no, que no es con nadie de la oficina.

Ahora los móviles hacen que estés localizado por satélite si alguien quiere saber dónde estás con exactitud. Qué fue de aquellos tiempos en que le decías a tu madre que te marchabas con las monjas de excursión a Silos, y estabas en realidad en Sevilla con un rollito andaluz poniéndote ciega de fino?...pero, mama, al menos las dos localidades empiezan por S….

Te avisan de los cumpleaños de toda tu agenda. ¿Qué fue de aquellas bonitas tarjetas que rezaban “Más vale tarde que nunca, me olvidado, pero no por eso vamos a dejar de celebrarlo, no”?.

Vienen con plantillas de mensajes, para no perder tiempo escribiendo. Como sigamos así van a incluir el modelo de plantilla “Declaración formal de amor”, e incluso el modelo “Ruptura, pero en plan amigos y tal”.

Yo ya os he dicho que soy un poco adicta al móvil, y el ordenador va detrás, pero no puedo más que estar de acuerdo con que las nuevas tecnologías son útiles, pero nos hacen un poquito más infelices, o al menos, nos dejan más en evidencia que un sobrino de 4 años que nos encuentra haciendo manitas.

miércoles, 2 de abril de 2008

Mi Vida Sin Mí

De Isabel Coixet me gusta todo pero cuando vi MI VIDA SIN MI me dejó marcada, muy marcada, marcadísima.
Recuerdo perfectamente a qué cine fui, con quién, sus reacciones ante mi fascinación, lo mucho que hablé de la película después, he guardado la entrada durante años, TODO.
Siempre he creído que las películas, los libros, las canciones, te marcan además de porque sean buenas, por el momento personal de quien las vive.
Mi momento personal cuando estrenaron Mi Vida sin Mí, era complejo y precioso a la vez. Vivía a medio camino entre Holanda y España, entre la vida de estudiante y la laboral, entre seguir disfrutando como una cría enredada, o sentar la cabeza como una mujer centrada. Tenía 25 años y dudaba de muchas cosas. De casi todas. No sabía lo que quería con exactitud y tenía muchas decisiones por delante que tomar.
Algunas de las cosas que decidí en esos meses me llevaron en volandas hacia el futuro, y otras me enredaron en historias que no acabaron en ningún lado. Sobra decir que todas ellas merecieron la pena.
He comprado Mi Vida sin Mí en DVD, ya que no la he vuelto a ver en todo este tiempo, quiero disfrutarla de nuevo y ver qué siento ahora.
Por si no la habéis visto os la recomiendo un montón, junto con In America, otra que de esa época y que también está en mi lista de favoritas del mundo mundial, que diría Manolito.

martes, 1 de abril de 2008

Las cosas que ahora sé

Ahora sé que debí dejarle la primera vez que desapareció de mi vida tres meses, sin llamadas, sin mensajes, sin noticias. Y volvió como si no hubiera pasado nada.
Ahora sé que debí dejarle la primera vez que me dijo que estaba cansado, se marchaba a casa, y se fue de marcha con un colega, y me enteré, y le perdoné.
Ahora sé que debí dejarle la primera vez que me dijo que yo no podía salir con sus amigos, porque era un plan de hombres. Y me aguanté las ganas de discutir.
Ahora sé que debí dejarle la primera vez que me dejó plantada justo el día antes de unas vacaciones por irse a un plan alternativo con sus amigos. Y me fui de vacaciones con mis padres sin rechistar.
Ahora sé que debí dejarle la primera vez que se negó a presentarme a unas amigas, de viaje en la misma ciudad que nosotros. Y tragué.
Ahora sé que debí dejarle la primera vez que descubrí que tenía una doble identidad en Internet, que yo no conocía. Y seguí con él.
Ahora sé que debí dejarle la primera vez que me excluyó en la cama, sin explicaciones. Y yo misma me inventé las excusas por él.
Ahora sé que debí dejarle cuando me di cuenta de que había creado una persona para mí y era otra persona en el resto de ámbitos de su vida. Y que en mi cabeza, y sólo en mi cabeza, esa persona creada ad hoc existía y era real. Pero se desvanecía en la vida que yo estaba viviendo.
Ahora sé que cuando decía que yo era importante para él, no se refería a lo que yo entiendo por importante. Ahora sé que cualquier intento de mantener una buena relación con él fue en vano y yo no supe interpretar las señales.
Ahora sé que no entendía la vida como la entendía yo. Que las cosas que eran importantes para mi, no lo eran para él. Que mi forma de querer y de entregarme no tenía nada que ver con la suya. Que no me quería bien –lo que yo considero bien-, que no confiaba en mí, y que no me respetaba. Y lo que es más doloroso, ahora sé que yo no hice nada por remediarlo y todavía no sé por qué me comporté como lo hice. Probablemente nunca lo sabré, porque me da miedo descubrirlo.

Ahora también sé que no hay ningún dolor que dure para siempre.
Ahora sé que para tratar de ser feliz con alguien hay que entender la vida y relacionarse con el mundo, de un modo al menos parecido.
Ahora sé que se puede volver a sonreír, charlar, vivir, amar, respetarse a una misma y ser feliz. Y me gusta.